VENDETTA: SANGRE Y PODER [+21]

ENCUENTRO INESPERADO

ALESSIA

El olor a antisépticos llena mis fosas nasales y dicho olor hace que me remueva sobre una superficie cómoda. Un pitido penetrante llega a mis oídos como taladro provocando que mis ojos se abran instantaneamente, lo primero que capto es un techo completamente blanco, una tenue y pequeña bombilla del mismo color y un monitor conectado a mi brazo controlando mi ritmo cardíaco. El mismo pitido corto llega de nuevo haciendo que me palpite la cabeza, maldigo en un susurro llevándome las manos contra mi rostro.

Escucho voces lejanas e intento levantarme pero el dolor del cuerpo no me lo permite y vuelvo a caer contra la fea camilla que odio por la sensación que despierta en mí. Suelto una maldición y mi mano viaje a mi costilla izquierda donde probablemente exista una terrible cicatriz que no se vaya a quitar ni con cien años de cirugías.

Maldita sea. Respiro profundo y un pequeño flashback llega a mi mente.

Explosión...

Disparos...

Adriano...

—Maldito Adriano, maldito —hablo entre dientes, intento levantarme de nuevo pero la acción queda a medio camino cuando la puerta se abre enseguida y entra una Isabel enojada.

Sus ojos se abren con sorpresa dejando que todo rastro de enojo desaparezca por completo de su rostro, su mirada se suaviza y yo no dejo que mis ojos se aparten de su cara palida en donde un moretón evidente en su mejilla derecha se le marca muy bien. Ya no tiene el vestido que la hacia ver como una diosa, ahora trae el uniforme de la organización que la hace ver superior a cualquier otra mujer y una cola de caballo que no deja salir ni una sola hebra de su cabello rojo.

Una combinación perfecta.

El vaso de café que trae en la mano lo deja sobre un mueble junto al monitor que sigue emitiendo los pitidos agotantes. Isabel se viene contra mí en un abrazo fuerte y un suspiro que dice más que miles de palabras. Es como si lleváramos años sin vernos y luego nos reencontraramos como viejas amigas de la universidad.

Reconfortante.

Mis manos por instinto también le rodean el cuerpo y la atraigo hacia mí en un abrazo fuerte, tan fuerte que hace que sienta como una lágrima se resbala por mi mejilla.

—Pensé que no despertarías en años —intenta decir con gracia pero la conozco y ese nudo en la garganta solo me confirma que ella es la hermana que necesito en mi vida— Nos has dado un feo susto, Alessia.

No respondo, ella se aparta de mí y sus manos acodoman mi cabello detrás de mis orejas. No encuentro las palabras correctas y siento un nudo feo también en la garganta que solo me permite darle una leve sonrisa.

Algún día podré decirle lo realmente importante que es para mí.

Intento levantarme y quitarme la vía intravenosa que tengo en mi brazo pero una mueca involuntaria se forma en mi cara y eso es una gran señal para que Isabel se asuste y me impida levantarme.

—Alessia, no te muevas —se gira repentinamente después de sostenerme contra la camilla para que no me levante— ¡Doctor! —grita y vuelve a verme— no te muevas. Mira es bueno que haya despertado la bella durmiente pero no es necesario que te levantes.

Mis cejas se fruncen ante el apodo infantil, sonrío y suelto otra maldición, mis manos rodean mi abdomen y entonces decido hacerle caso a la pelirroja.

—Estoy bien, joder —no es verdad, me duele como un demonio.

—Si claro —habla con sarcasmo— el doctor tiene que venir a revisarte, tienes un problemita que hay que tratar...