Taila sonrió al ver la estructura en lo alto de la colina.
—¡Habéis avanzado mucho!
R2 pitó alegremente mientras Mando se giraba hacia ella.
—Así que sí que has estado aquí antes.
Ella asintió.
—Sí, hace algunas rotaciones —admitió—. Pero no vi al niño.
Mando se giró hacia el droide.
—¿Entonces están aquí?
Como respuesta, R2 se apagó. Taila soltó una carcajada.
—¡Eh, droide! —exclamó Mando con sorpresa—. No te apagues. Despierta.
Taila seguía riéndose.
—Hizo eso mismo cuando yo llegué —le dijo—. Así que nos toca esperar.
Mando se giró hacia ella, suspirando y sin poder creérselo.
—¿No les puedes encontrar por la Fuerza? —Ella negó con la cabeza—. ¿Y los otros droides?
Uno de los droides hormiga construyó un banco frente a él. Mando suspiró, resignándose por fin a esperar y a sentarse en él.
Taila se sentó en el suelo frente a él, con las piernas cruzadas.
—Les encontraremos cuando ellos quieran que lo hagamos —le dijo Taila—. Y no antes.
Mando aceptó su respuesta, viendo cómo ella sacaba su sable de su cinturón y lo hacía levitar frente a ella. Cerró los ojos para meditar y Mando la observó durante los minutos que estuvo así, en aquella posición con los ojos ocultos tras los párpados. Parecía mucho más mayor cuando hacía aquello, como si tuviera un conocimiento que le diera una sabiduría milenaria.
De repente abrió los ojos, sorprendiendo a Mando mientras ella le miraba desde abajo. La chica alargó la mano y consiguió agarrar el sable oscuro del cinturón del mandaloriano, aunque no llegó a tocarlo. Lo sostuvo con la Fuerza frente a él mientras agarraba su propia arma.
—Practiquemos —le dijo ella entonces.
Mando elevó las cejas bajo el casco, mirando brevemente a los droides hormiga a su alrededor, los cuales no les hacían el más mínimo de caso.
—¿Aquí?
—Sí —respondió Taila, aun mirando su visor y sujetando el sable oscuro con la Fuerza—. Aquí.
Él sacudió los hombros, agarrando el sable, y ambos se pusieron el pie. Encendieron las armas, y Mando se preparó.
—Estoy en desventaja —admitió.
Taila sonrió.
—Puede.
Comenzaron a luchar. Taila admitió que Mando había mejorado mucho, pero siguió dándole consejos en cada momento. Él sabía que iba a necesitar seguir practicando, pero supuso que poco a poco adquiriría más habilidad. Sobre todo, teniendo ahora una Jedi que le enseñara. Las indicaciones de Taila eran las más claras que había recibido hasta ahora, probablemente por su propio entrenamiento. Aunque él no era sensible a la Fuerza, podía entender lo que ella quería decirle cuando le corregía.
Seguían luchando y practicando estocadas cuando Taila se giró bruscamente hacia el bosque. Ella había detectado casi al instante la presencia de Ahsoka, que ahora se recostaba junto a un árbol para observarles.
Mando apagó el sable en el mismo momento que Taila lo hizo, dando un paso hacia la antigua maestra de la chica.
—Maestra —saludó Taila con una reverencia.

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STRUGGLE ━ The Mandalorian
FanfictionSTRUGGLE | Taila Unmel ha dejado atrás su entrenamiento fallido como Padawan y sus días de rebelde. Se dispone a vivir una vida tranquila cuando un mandaloriano que no dice su nombre ni muestra su rostro llama a su puerta, buscando a una Jedi. Envue...