抖阴社区

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La primera vez que Noah Baker notó la nueva biblioteca del pueblo estaba caminando por la vereda de enfrente

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La primera vez que Noah Baker notó la nueva biblioteca del pueblo estaba caminando por la vereda de enfrente. Él y su mejor amiga se dirigían hacia la universidad toda prisa.

Al cruzar la calle llegaron al parque principal, el cual yacía en penumbras. Este no era más que un pedazo de tierra en la mitad de la nada, con el césped crecido y ramas de sauces llorones enmarañadas en el suelo. Dos senderos de piedra sucumbían ante la hierba, y asientos de madera —o lo que quedaba de ellos—, decoraban las esquinas de cada tramo.

El aire fresco congelaba sus mejillas. Apenas sentían las narices y de sus bocas emanaba una ola de vapor blanco. Brooke visualizó la hora en su reloj y tomó a Noah por el codo obligándolo a aminorar el paso. A medio camino la brisa otoñal golpeó sus rostros y sus narices revivieron. El aroma a café y pan recién horneado danzaba con intensidad en el ambiente.

—Mmm... —Brooke olfateó el aire como un perro—, «Bianca & Joe» acaba de abrir, mejor vamos por algo caliente.

Noah inhaló profundo y llenó sus pulmones de una extraña pero agradable mezcla: césped mojado, café y levadura. Ella lo miró esperanzada.

—A la salida, Brooky, ahora solo quiero llegar. —Respondió sin quitarle la vista a la universidad.

—¡Dah! —Su amiga lo liberó de mala gana—. ¿Sabes?, Que llegues primero no te asegura nada.

—Mientras soñar sea gratis, seguiré haciéndolo.

—¿Y cuando no?

—Ahorraré.

—Ponte a ello.

A unos metros de distancia la universidad se alzaba como una mansión desaliñada. El edificio solo destacaba por su tamaño, luego era una estructura con la pintura descascarada y canteros marchitos. «Así culminarán nuestras carreras», pensó Noah sin quererlo. Pese a eso, él se aferraba a todo lo que fomentase su pasión. El único lugar en donde podía escribir.

Al final del parque Brooke tomó a Noah por la muñeca y jaló su cuerpo hacia atrás.

—¿¡Acaso deseas morir!?

Noah miró anonadado cómo llegaban bicicletas desde diferentes direcciones.

—No que yo sepa. —indicó acelerado, más por el susto del tirón que otra cosa.

—Eres un desastre —su tono burlón logró que riera a medias. Le arrebató los anteojos y los limpió con el borde de su chaqueta—. ¿Puedes siquiera evitar ser atropellado?

Noah asintió y Brooke le regresó los lentes.

A pesar de que él usaba una, olvidaba con frecuencia que las bicicletas gobernaban las calles del pueblo.

Llegaron a la universidad de Fennie O' Brown y se separaron en el despacho. Brooke se dirigió al primer piso, mientras que Noah ingresó a la sala de estar, un lugar escandaloso que debía atravesar esquivando personas y café derramado por igual.

Detrás de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora