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Alicia y Liv

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Martín grita de alegría. Vanesa tiene los ojos cargados de emoción, como si fuera la primera vez que escucha la historia. Diego niega con la cabeza mientras aplaude pausadamente para agregar dramatismo.

—Es un hecho —asegura Diego—. Fabiola no cuenta las historias con la misma intensidad que tú. Hasta se me fue el postre por otro lado —asegura, dándose unos golpecitos en el pecho.

—Todavía recuerdo la ceremonia como si fuera ayer —dice Martín, que había sido el testigo de Fabiola mientras que Vanesa había sido la de Andrea—. Lloré cuando dijeron sus votos.

—Con la mala memoria que tienes —interrumpió Diego—, no creo que recuerdes gran cosa.

—Creo que ya va siendo hora de retirarnos, muchachos —dice Vanesa—. El mesero nos está viendo feo.

Al levantar la vista, se dan cuenta que son los últimos clientes en el lugar.

—Podemos seguir la conversación en mi casa, si todavía tienen energías —propone Diego, levantando la mano para pedir la cuenta.

—Tengo que trabajar temprano —dice Vanesa, mirando su reloj.

—Yo también —dice Martín.

—Y yo tengo un desayuno con mi familia —dice Andrea—. ¿Están ocupados en la noche?

—Entonces, mañana en la noche en mi casa —sentencia Diego.

Cuando salen del restaurante, Diego pasa la caja de diarios de su auto al de Vanesa.

—La casa de tu prima me queda bien cerca —Le dice Martín, consultando el mapa en su celular—. Yo te llevo.

Vanesa se despide. Diego también.

—Mañana en mi casa —Les recuerda antes de marcharse.

Ellos le aseguran que sí.

—Mi carro está un poco más adelante —dice Martín, señalándolo mientras comienzan a caminar.

La noche es cálida. Una brisa suave mueve las hojas de los árboles que adornan la avenida.

—¿Alguna vez te ha contado Fabi cómo fue que supe que bateaba para el otro lado? —pregunta su amigo.

Andrea niega con la cabeza, sorprendiéndose de nunca haber interrogado a su esposa al respecto. Suben al carro, Martín enciende el motor.

—Había un video de Aerosmith —Martín mira hacia atrás, por encima de su hombro, antes de tomar la avenida—, que les causaba un cierto asquito a las otras chavas del grupo porque mostraba a Liv Tyler y Alicia Silverstone en escenas bastante sugerentes.

—Sé exactamente a qué video te refieres —asegura Andrea, sintiéndose sonrojar.

Martín sonríe, mirándola momentáneamente antes de regresar los ojos a la calle.

—Una tarde estábamos Fabi y yo en mi cuarto haciendo una tarea que se suponía que era en equipo, pero ya sabes lo flojonazos que eran los demás, así que siempre éramos ella y yo haciendo el trabajo de cinco —Martín niega con la cabeza y abanica el aire con su mano derecha—. Pero bueno, eso no es importante, el punto es que a tu esposa se le fueron los ojitos con el video.

Martín sonríe, niega con la cabeza.

—En esas épocas yo traía un crush tremendo con Zack Morris, y estaba buscando un cómplice a quien le pudiera confesar mis gustos —dice, frenando en el semáforo en rojo—, así que mantenía mis antenas bien paradas, listas para interceptar cualquier pista de que no era el único rarito del universo.

Las cosas que no nos dijimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora