METENIA

Continuo cuestionándome seriamente si me he vuelto loca o es que he encontrado el país de las maravillas y no solo Alicia lo habita. Creo que sigo en shock.

Mi plan era pasar las vacaciones de verano junto a Axel, y de golpe y porrazo, me encuentro con que mi mejor amigo resulta ser mi hermano. Semidiós e hijo de Ares. Además, estoy rodeada de otros semidioses; una raza a la que resulta que pertenezco. Todavía me parece un sueño intangible encontrarme en un mundo llamado Metenia, que por si fuese poco, se encuentra en el subsuelo terrestre.

Aun así, he decidido intentar por activa y pasiva desprenderme del nubarrón de dudas, incluso estoy sopesando la petición del Comandante de conocernos en profundidad. Considero seriamente que debo empezar a cambiar mi actitud y encontrar la forma adecuada para poder sobrevivir aquí, pues si algo tengo muy claro es que solo me están mostrando la punta del iceberg.

Exactamente no sé cuánto tiempo estuve dándole vueltas a todo lo que ha pasado, pero a penas he conseguido pegar ojo. ¿Cómo puede cambiar tanto la vida de alguien en tan unos días?

Mi ruido de pensamientos comienza por Paco Salazar. Todos estos años ha estado comportándose y ejerciendo como padre, mi padre. Me lo ha demostrado minuto a minuto, en las duras y en las maduras y de sopetón me encuentro con la verdad chocando en mis morros. No tenía ni idea de que no podían tener familia, ni mucho menos de que la culpa era de Paco. Supieron guardar muy bien el secreto. Ahora entiendo algunas de las cosas que no encajaban en mi cabeza cuando era una niña; por ejemplo aquella vez que bajé sola al desván y descubrí todos aquellos libros sobre mitología griega. Comprendo ahora que después de aquello me prohibieran la entrada, querían escondérmelo.

Algo en mi corazón se retuerce, quizás sea orgullo, satisfacción o incluso reconocimiento hacia ellos. Sé de sobra que son una pareja ejemplar, pero ahora que tengo claro que Paco dejó que mi madre se acostara con otro hombre por el hecho de construir su propia familia, no me cabe duda de que nadie podrá, jamás, arrebatármelo de mi vida. Un hombre de armas tomar, pero un hombre con mucho honor y con unos claros ideales, que por suerte, me ha ido implantando desde mi nacimiento.

Tampoco me cabe duda de que la situación se asemeja bastante a la del matrimonio Roiges. No han podido tener descendencia, pero los dioses, los mismos dioses a los que rezaron mis padres, han hecho que Axel y yo lleguemos hasta ellos. Medea es una mujer increíble. Derrocha felicidad, diversión e incluso peligro; pero no del malo, de ese que es el que hace que las comisuras de los labios se te retuerzan debido a la situación. Claus, por otro lado, es un hombre muy correcto y con la mujer que ama exactamente a su lado. Barajando todo esto mi situación familiar no difiere en ambos mundos a excepción de Axel, era mi amigo y ahora se ha convertido en mi hermano. No sé cómo debo actuar, no sé si algo entre nosotros ha cambiado, o está por cambiar, pero lo que sí que sé es que necesitaba estar a su lado. Supongo que poco a poco iré descubriendo cómo es eso de tener un hermano.

Centrándome en el presente, me preocupa bastante todas esas normas absurdas que debo empezar a seguir. Es un verdadero coñazo. Tengo veintidós años, de hecho más de la mayoría de edad, y ahora tengo que contar de nuevo con la vigilancia de unos tutores legales. Me parece tan retrógrado que incluso se me ponen los pelos de punta. En cuanto a la búsqueda de una posible solución respecto al tema en cuestión, no he llegado a ninguna conclusión, puesto que todavía me falta mucha información para poder buscar cualquier vacío legal.

Esto va totalmente ligado al pensamiento que más tiempo ha ocupado la noche, o mejor dicho la persona. El Comandante Moon. Incluso su nombre me parece fantástico. Todo en torno a él parece salido de un cuento de hadas, y aun así, no puedo quitármelo de la cabeza. Su mirada ha llegado para quedarse. Cierro los ojos y lo visualizo a la perfección. Es más que obvio que no es una simple atracción. Por eso es tan relevante intentar entender las normas sociales de Milenia con la mayor brevedad posible. No sé si sería capaz de salir de otro desengaño amoroso.