『Tú eres mi sue?o』?.NUzi.?

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Era mi primera Navidad sola. El concepto de adornar el apartamento nunca me había parecido necesario. Vivir sola significaba que los días pasaban sin grandes interrupciones, y las festividades eran solo eso: días más en el calendario. Así que cuando Nico descubrió que mi espacio carecía de cualquier rastro navideño, su expresión de sorpresa fue casi cómica.

—¿Me estás diciendo que no tienes ni una sola luz o adorno? —Su tono mezclaba incredulidad y una especie de horror teatral.

—Ni siquiera un gorro de Santa.

—Esto no puede ser real. ¿Cómo sobrevives sin un poco de espíritu navideño?

Me encogí de hombros, esperando que dejara el tema. Pero claro, no era el estilo de Nico rendirse tan fácilmente. Sacó su teléfono y empezó a buscar algo con rapidez.

—¿Qué haces ahora? —pregunté, con una mezcla de curiosidad y resignación.

—Rescatando tu Navidad. ¿Tienes algo que hacer esta tarde?

—¿Por qué?

—Porque voy a ayudarte a decorar este apartamento. No acepto un “no” por respuesta.

Intenté protestar, pero la emoción en su voz, sumada a la sonrisa que iluminaba su rostro, me hizo dudar. Antes de darme cuenta, había accedido, aunque más por su insistencia que por mi propia convicción.

『••✎••』

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Unas horas después, Nico llegó cargado con bolsas repletas de decoraciones. Desde guirnaldas y luces, hasta un pequeño árbol de plástico, parecía haber traído todo lo necesario para convertir mi apartamento en una versión miniatura de un escaparate navideño.

—¿Esto es en serio? —pregunté, viendo cómo descargaba todo sobre mi mesa de centro, que pronto desapareció bajo una montaña de objetos brillantes.

—Completamente. —Nico sonrió con satisfacción, acomodando las bolsas como si fueran parte de una estrategia planificada. —¿Por dónde empezamos?

—¿No crees que es un poco... excesivo? —arqueé una ceja, señalando las cajas de luces y adornos que seguían apilándose.

Él me lanzó una mirada como si acabara de insultar el espíritu de la Navidad.

—Uzi, esto no es excesivo, esto es lo mínimo indispensable para rescatar tu apartamento.

—¿Rescatarlo de qué?

—De su absoluta falta de alma navideña. Ahora, ven aquí y ayuda con estas luces antes de que cambie de opinión.

Intenté protestar, pero su entusiasmo era difícil de ignorar. Con una mezcla de resignación y curiosidad, me acerqué para ayudarlo a desenredar las luces. Era un desastre de cables que parecían estar anudados de forma intencional.

—¿Compraste esto así o lo hiciste a propósito? —bromeé, tirando de un extremo que solo empeoró el enredo.

—Es parte del paquete navideño —respondió, fingiendo seriedad. —No es Navidad si no pasas al menos veinte minutos luchando contra las luces.

Solté una pequeña risa mientras intentaba liberar un nudo particularmente complicado.

—¿Siempre haces esto?

—¿Desenredar luces? Sí, soy un profesional.

—Me refiero a... ¿decorar?

Nico asintió con una sonrisa nostálgica.