Mi Variable Faltante - Inho x Gihun | 001x456 | Inhun

La pequeña So-Won se había convertido en el centro de su mundo. Su preciosa bebé de mejillas regordetas y sonrisa risueña llenaba los silencios del lugar con su ternura. Sus ojitos curiosos seguían cada movimiento, y sus manitas inquietas intentaban alcanzar todo lo que estuviera a su alcance. Con cada gorgojeo, Gi-Hun sentía una chispa de vida regresar a su corazón que ya había creído marchito.

So-Won, sin embargo, no solo era encantadora, sino también una glotona.

Como omega, Gi-Hun podía amamantar a su bebé, aunque la capacidad de los omegas varones para producir leche materna era menor en comparación con la de una mujer.

Cada vez que So-Won tenía hambre, siempre levantaba sus bracitos tratando de tocar su pecho, sabiendo dónde dirigir su atención. Gi-Hun aunque hacía todo lo posible por alimentar a su hija, a menudo su pequeña seguía con hambre después de tomar de su pecho. En esos momentos, no le quedaba más remedio que complementar con leche de fórmula. Al principio, sentía una punzada de culpa, como si no estuviera haciendo lo suficiente por ella, pero la sonrisa satisfecha de So-Won después de cada biberón le aseguraba que lo importante era que estuviera bien alimentada y feliz.

Después de cada biberón, la sostenía contra su pecho y le daba suaves golpecitos en la espalda hasta que soltaba un pequeño eructo. A veces, su hija lo miraba con esos enormes ojos brillantes y le dedicaba una sonrisa soñolienta. Le encantaba sentirse envuelta en las feromonas calmantes de su madre omega, acurrucándose con total confianza en su calor.

Así pasaron las primeras semanas, aunque hubo algo nuevo que realmente sorprendió a Gi-Hun.

Desde el nacimiento de So-Won, In-Ho había comenzado a mostrar un lado inusualmente amable, algo que Gi-Hun jamás habría imaginado. El alfa había insistido en participar en el cuidado de la bebé, pero Gi-Hun rechazaba cada intento de ayuda. No podía soportar la idea de que aquellas manos, manchadas de sangre por incontables vidas arrebatadas, tocaran a alguien tan puro como su hija.

Incluso cuando el agotamiento de las primeras semanas tras el parto se estaba acumulando sobre su cuerpo, su desconfianza era más fuerte. Siempre encontraba la manera de mantener a In-Ho alejado de So-Won. 

Pero en ocasiones, la realidad le daba una bofetada. 

Cuando So-Won lloraba sin consuelo y ni siquiera sus feromonas omega lograban calmarla, no tenía más opción que permitir que In-Ho se acercara. Y, para su frustración, su hija siempre se tranquilizaba en cuestión de segundos en los brazos de su padre.

Gi-Hun apretaba los dientes cada vez que sucedía. No podía soportarlo. Pero ¿qué podía hacer? Su hija necesitaba también las feromonas de su padre alfa.

Sin embargo, una noche, todo cambió. 

Desde ese momento, su desconfianza empezó a tambalear.

El llanto de So-Won estalló en la habitación desde la cuna. Gi-Hun, instintivamente, intentó levantarse de la cama. Pero sus músculos no respondieron. Un mareo punzante lo azotó en cuanto se incorporó apenas un poco. Su cuerpo tembló. Se sintió pesado, agotado.

In-Ho, que había observado en silencio el estado de su omega durante semanas, ya sabía que pronto llegaría a su límite. Había sido tolerante con la obstinación de Gi-Hun al rechazar su ayuda, comprendiendo el vínculo fuerte entre un omega y su cachorro. Además, no quería alterar a su omega, especialmente después de la operación de cesárea, por lo que había evitado presionarlo más o enfurecerse. Pero ahora, el cuerpo de su omega finalmente había colapsado del cansancio.

In-Ho chasqueó la lengua con evidente molestia y decidió tomar cartas en el asunto de una vez por todas.

—Basta —ordenó con firmeza, sujetándolo del brazo antes de que pudiera hacer otro intento inútil por levantarse — Descansa. Yo me encargo.