Chispa de amor (Correcciones en curso)

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Sam

El aire estaba espeso esa tarde, no por el calor, por algo más... algo que aún no sabía poner en palabras, entonces sonó mi teléfono.

Número desconocido... qué raro.

—¿Diga? —dije alzando la voz un poco.

Del otro lado, silencio, luego una respiración agitada, y una voz que no reconocí... rápida, tensa, sin nombre.

—¿Samanta Palacios? eres el contacto de emergencia de Ariadna Villaseñor según su credencial de la universidad.

—Sí... sí, soy yo – ¡mierda! esto no puede ser nada bueno

—Hubo un accidente

Sentí cómo mi alma se caía al piso y mi corazón se apretaba... para mi fortuna estaba aún sentada mientras esperaba.

—Está siendo trasladada al hospital general, no puedo dar más detalles por esta vía... por favor, llega lo antes posible.

—¿Qué... qué le pasó? —dije con un hilo de voz

—Solo venga... la están atendiendo.

La línea se cortó.

Me puse de pie sin pensar, corrí a la calle, el primer taxi que vi frenó de golpe, le hice señas como si el fuego me persiguiera.

—¡Al hospital general! ¡Rápido!

No recuerdo el trayecto... solo el celular vibrando entre mis dedos por el temblor que ya no podía disimular... y una sola idea cruzándome el pecho con fuerza: Ari. Ari. Ari.

En el hospital todo huele a desinfectante, a urgencia... y a miedo.

Apenas entré, me dirigí directo a la recepción, no podía pensar, no podía respirar.

—Buenas tardes, busco a Ariadna Villaseñor —dije, casi sin aliento—me llamaron hace unos minutos, me dijeron que venía en ambulancia.

La recepcionista tecleó algo, me miró y luego volvió a mirar la pantalla.

—¿Parentesco?

—Soy su novia y su contacto de emergencia, aparece en su credencial de trabajo – saqué mi identificación y se la entregué —por favor...

Ella la miró y asintió con discreción.

—Fue ingresada hace unos minutos, la están valorando, no puedo darle más información médica, al no ser usted familiar directo, pero sí espera aquí...

—¿Está viva?

Mi voz se quebró, la pregunta se me salió como un susurro urgente, la mujer no respondió de inmediato, solo desvió la mirada y repitió:

—Tome asiento y contacte a sus familiares, por favor —¡Maldita sea!, pienso frustrada.

Me senté o al menos eso creo... mis piernas dejaron de sostenerme... la sala de espera era un eco de pasos, puertas, monitores y respiraciones entrecortadas... todo era ruido.

Saqué el celular y marqué el único número que podía ayudarme.

—¿Mamá? —Dije en cuanto contesto, trate de que mantener un tono neutro.

—¿Sam? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —Su tono de voz era preocupado, supongo que no logré el tono neutro.

—Necesito el número de Amelia – Digo con rapidez —es urgente, es por Ari, tuvo un accidente de auto, está en el hospital, soy su contacto de emergencia, pero no me dicen nada... necesito que venga su familia, por favor.