OLIVIA
— No quiero que me acompañes, Dylan —dije apartando su mano de mi hombro, odiando su contacto físico. Bueno, el suyo y el de cualquier chico.
— En realidad no es que tengas otra opción, voy a casa de Parker y me pilla de camino. O sea que vas a tener que aguantarme, te guste o no —su voz desprendía una mezcla de ilusión y burla.
— Pues al menos mantente lejos —le miré a los ojos—. Y no me toques. No quiero que me toques más, ¿lo entiendes? —dije mientras aceleraba el paso para dejarlo detrás, saliendo finalmente de la finca.
— Olivia, sé lo que te pasó. Y créeme, yo no soy como ellos —noté cómo su voz se elevaba, aunque resonaba algo distante, como si se hubiera quedado unos pasos atrás, tal y como le había pedido hacía unos segundos. La verdad es que sus palabras me dejaron paralizada, ¿¡qué sabía él de mi pasado y con qué derecho se creía en posición de sacar un tema que no le correspondía!?
Una sensación extraña se fue poco a poco apoderando de mí. Empecé a marearme y a sentir miedo, porque eso era lo que me producía el recuerdo de ese evento del pasado; un evento oscuro que, cada vez que recordaba, abría esa herida que nunca cicatrizaba del todo, por muchos puntos que pretendiese ponerle.
Los detalles de ese catastrófico día fueron apareciendo en mi mente, y sentí cómo me estaba empezando a costar respirar. Me sentía inmersa, de nuevo, en esa sensación de vacío, de dolor, de melancolía... en ese lugar oscuro del que me costó meses salir, aunque creo que nunca había salido del todo. Y supongo eso era lo normal, porque tampoco había pasado tanto tiempo... tan solo un año y poco. Ni siquiera sabía exactamente cuánto. No quería ni planteármelo. Durante los últimos meses evitaba echar la vista al pasado, pero esta noche Dylan me había obligado a volver a hacerlo.
No sé ni cómo pude aguantar de pie sin caerme. Tampoco entendía por qué no corrían lágrimas por mis mejillas. Supongo que ya no me quedaban más. Sí, debía ser eso. Suspiré profundamente, evitando todos esos pensamientos que me hacían retroceder, que casi me situaban de nuevo en el punto de partida al que no quería volver. Me pasé las manos por la cara y, en un gesto casi automático, toqué uno de los pocos recuerdos que me quedaban de mamá... ese colgante que me regaló antes de que se fuera para siempre, ese colgante que tenía representado un árbol de la vida... y que, de alguna forma, me hacía sentir una conexión especial todavía con ella... y conmigo misma. Nunca me lo quitaba porque sentía que, con él, mi madre seguía transmitiéndome la fuerza que necesitaba para seguir adelante.
Me di cuenta de que tenía la visión borrosa, así que parpadeé varias veces. Inhalé hondamente y exhalé lentamente, intentando despejar mi mente. Y entonces me di cuenta de que, ahí, frente a mí, estaba Dylan.
— Quién te crees que eres, ¿¡eh!? —mi reacción fue automática y le empujé, apartándolo más de mí. Necesitaba espacio y no me lo estaba dando—. ¿¡Quién te crees para hablar de mi vida!? ¡Déjame! —le grité desorientada, tratando de estabilizar mi tembleque.
— Creo que te vendría bien hablarlo con alguien —sugirió tranquilamente y dejé escapar una risa vacía y falsa.
— ¿Encima te crees con derecho a decirme lo que tengo o no qué hacer? —resoplé—.
— Lo único que te estoy diciendo es que te vendría bien hacerlo, no estoy tratando de obligarte a hacerlo —mantuvo ese tono calmado que me estaba sacando de mis casillas.
— Bueno, ¡pues no quiero tus consejos! ¡Ahórratelos para quienes realmente los valoren! —dije casi chillando, pero apenas me salía la voz—. Además, ¿qué sabrás tú de si lo he hablado o no con alguien?

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UNA HOJA DE M?S ? (DE M?S #1) - EN EDICI?N
Teen FictionUn evento del pasado hizo que perdiese la extroversión y seguridad que la caracterizaban. Olivia Davies es una chica de veintitrés a?os que va a empezar a trabajar como profesora particular del hermano peque?o de la familia Carter, una de las más ri...