En secreto | Inhun

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La mañana había llegado. El despertador de su celular comenzó a sonar ruidosamente, obligándolo a levantarse. La habitación sumida en la oscuridad gracias a las cortinas que evitaban la entrada de los rayos solares, el ambiente frío gracias al aire acondicionado. Sufría mucho de calores, por lo que dormía toda la noche con él.

Quitó sus sabanas perezosamente de encima suyo, y se sentó en la cama. Frotó uno de sus ojos bostezando en el proceso, y se levantó para ir al baño interno de la habitación, donde se cepilló los dientes y lavó su cara para quitarse el sueño.

Su reflejo en el espejo provocó una mueca. Su cabello vuelto un nido de pájaros, sus ojeras marcadas por el mal sueño, las líneas de expresión cada vez mas notables. Escupio en el lavamanos y fue a darse una ducha caliente.

El agua quemaba en su piel pero no le importó, el vapor comenzó a inundarse en el baño, empañando los vidrios. Lavo su cabello, limpió su cuerpo con sus cremas y jabones especiales, y salió de la ducha más relajado. 

Salió del baño siendo seguido de una nube de vapor, se dirigió a su closet y sacó lo primero que encontró. Un pantalón holgado de algodón y una camisa negra que se acentuaba a su figura delgada. Al poco tiempo, bajó a la cocina para comenzar a preparar el desayuno suyo y de su cachorra.

Miro de reojo el sofá, donde se encontraba Sang-woo sentado, mirando su teléfono. El alfa bebía una taza de café, sin prestarle atención a su presencia. Gi-hun lo ignoro de igual forma, y empezó a hacer la mezcla para unos waffles.

La pequeña Sae-byeok bajaba las escaleras adormilada, frotaba su ojito y arrastraba con ella su peluche. Se acercó a donde su padre alfa, sentándose a su lado, recostó su cuerpo a él, llenándose del aroma de Sang-woo. 

El de lentes se tensó, y miro a su hija descansar en su hombro. La cabellera de Sae-Byeok desordenada y abundante, su rostro cansado y el como se aferraba a su peluche. Rodeó con su brazo a la cachorra y la apegó más a él.

— Perdóname, Sae. — Susurro para si mismo, pero la pequeña levantó su cabeza confundida.

— ¿Dijiste algo papá? 

— No, cariño. — Le dedicó una pequeña sonrisa y acarició su hombro. Sae-Byeok asintió volviendo a recostarse.

Gi-hun caminó hacía ellos, revolviendo huevos en un tazón, arqueó una ceja al ver a su hija sin alistarse.

— Sae-Byeok, ¿Por qué no estas lista aún? Se te hará tarde, cielo. — Sae-Byeok gruño levantándose de mala gana, dejando su peluche en el sofá.

— Tengo mucho sueño, papi — Gi-hun coloco sus ojos en blanco riendo, se volteó para volver a la cocina cuando su hija entró al baño para alistarse. Pero, la voz de Sang-woo lo detuvo.

— Gi-hun. — Volteó su cabeza hacía el curioso.

— ¿Qué pasa?

Sang-woo se quedó callado, mordió su labio inferior y negó bajando su cabeza. Gi-hun no dijo nada más y volvió a la cocina. 

Sae-Byeok salió de su habitación con su uniforme puesto y mochila, la dejó en en suelo y metió sus juguetes y un libro para colorear nuevo, marcadores y crayones. Su cabello seguía desordenado, pero eso era tarea de Gi-hun.

— Sae, ven a desayunar. — La cachorra corrió a sentarse en su silla exclusiva para ella, sonriendo ampliamente al ver waffles bañados en chocolate, fresas y crema batida. Huevos revueltos, y un batido de chocolate.

— ¡Gracias, papá! — Sae-Byeok devoró el alimento rápidamente. Gi-hun acarició su cabello y tomó un cepillo para peinarlo.

Sang-woo miraba desde lejos la escena del omega y su cachorra. Gi-hun siempre había sido una madre amorosa y cariñosa con su hija, la cuidaba y mimaba. Él dejó de hacerlo. Sae-Byeok era su princesa, era su vida; pero también se había alejado de ella. Aún recuerda su carita y puchero triste cuando le gritó, y él solo la ignoró.