La calidez de sus labios aún persistía en los míos cuando un insistente golpe en la puerta rompió la burbuja en la que nos habíamos envuelto.
—¡Natsume! —La voz áspera de Sanemi resonó al otro lado—. No sé qué estás haciendo ahí dentro, pero más te vale salir ahora mismo.
Me separé de Obanai con los ojos abiertos de par en par. Sentí el calor subir hasta mis mejillas al imaginarme la escena desde afuera. Sanemi iba a matarme si sospechaba algo.
Obanai suspiró pesadamente y me soltó con lentitud, como si no quisiera dejarme ir.
—Tienes que irte —murmuró, aunque su mano aún descansaba sobre la mía.
—Lo sé... —respondí con cierta reticencia.
No quería moverme. Quería quedarme ahí, entre sus brazos, sintiendo la calidez que acabábamos de compartir. Pero la realidad nos llamaba.
Sanemi golpeó la puerta de nuevo, esta vez con más fuerza.
—¡Si no sales en tres segundos, entro a sacarte!
Obanai rodó los ojos, fastidiado.
—Parece que no quiere esperar.
Solté una pequeña risa y me puse de pie con rapidez. Antes de marcharme, volví a mirarlo, queriendo grabar en mi mente la imagen de él con el rostro descubierto, con esos ojos que ahora parecían menos fríos, menos distantes.
—Nos vemos después —susurré antes de darme la vuelta.
—Ten cuidado —respondió él, aunque en su tono percibí una ligera frustración por verme partir.
Al abrir la puerta, Sanemi me miró con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
—¿Qué demonios estabas haciendo aquí?
—Durmiendo —mentí sin titubear.
Sanemi bufó, claramente sin creerse nada, pero tampoco parecía tener ganas de discutir.
—Da igual. Vamos, tenemos entrenamiento. Y más te vale no quejarte.
Rodé los ojos y lo seguí, aunque mi mente aún se quedaba atrás, en aquella habitación donde Obanai seguía observándome en silencio.
Cuando llegué al área de entrenamiento de Sanemi, lo primero que vi fue un montón de cazadores de demonios tirados en el suelo, quejándose de dolor y respirando con dificultad. Algunos apenas podían moverse, otros tenían las manos en las rodillas, intentando recuperar el aliento.
—¿Qué demonios ha pasado aquí? —pregunté, mirando a mi alrededor con sorpresa.
Sanemi soltó una risa corta y burlona.
—Lo mismo que te pasará a ti si no espabilas.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Ya conocía de sobra la brutalidad de su entrenamiento, pero ver a tantos cazadores completamente agotados me hizo darme cuenta de que hoy no iba a ser una excepción.
Uno de los cazadores me miró con una expresión que mezclaba cansancio y compasión.
—Corre mientras puedas... —murmuró antes de desplomarse boca arriba en el suelo.
Sanemi chasqueó la lengua.
—Deja de decir estupideces. No quiero que mi alumna ande con esa actitud de perdedores.
Suspiré y me acerqué hasta el centro del campo de entrenamiento, donde un grupo reducido de cazadores aún intentaba mantenerse en pie. Algunos me lanzaron miradas entre aliviadas y lastimosas, como si esperaran que mi llegada calmara un poco la furia de Sanemi.
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La maldición de quererte | ????? ??????
FanfictionEn un mundo asolado por demonios, Natsume lucha por la justicia sin saber que el destino la unirá a Obanai Iguro. Entre batallas, sacrificios y sentimientos ocultos, ambos descubrirán que algunas promesas trascienden el tiempo. ?FICCI?N?
