抖阴社区

Capítulo 31

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Los gritos de los cazadores resonaban como un eco ensordecedor en la noche. Espadas alzadas, golpes desesperados, cuerpos que caían sin vida uno tras otro.

Muzan era imparable.

Uno a uno, los cazadores que habían alzado sus armas para protegernos eran derribados sin misericordia. Sus cuerpos eran destrozados por los látigos oscuros del demonio, que se movían como serpientes hambrientas, arrancando vidas con cada golpe.

—¡No...! —intenté avanzar, pero mi cuerpo se tambaleó.

Mis piernas fallaban. La sangre caliente resbalaba por mi costado, empapando mi uniforme, pero el dolor no era lo peor.

Era el sonido de los cuerpos cayendo.

Las voces se apagaban en cuestión de segundos, algunas llenas de agonía, otras sin siquiera un último aliento.

Obanai, con la respiración entrecortada, se aferró a su katana, aunque su vista se había desvanecido.

—¿Qué está pasando...? —su voz era apenas un susurro.

No podía responder.

Los cazadores estaban muriendo.

Todos.

Intentaban atacarlo, intentaban cortarlo, pero Muzan era demasiado rápido. Su cuerpo se movía como una sombra imposible de atrapar, y cada latigazo significaba la muerte instantánea.

Vi cómo uno de los cazadores, que había estado gritando por nuestra protección segundos antes, se desplomaba frente a mí con los ojos en blanco, su cuerpo destrozado.

Otro fue partido en dos antes de que pudiera reaccionar.

—No... —sentí que el aire se atoraba en mi garganta.

La desesperación me golpeó con la fuerza de una ola imparable.

Querían protegernos. Querían ayudarnos. Y ahora estaban muertos.

Todos.

La sangre cubría el suelo, mezclándose con la tierra, formando charcos oscuros que reflejaban la luna pálida sobre nosotros.

Las únicas figuras en pie éramos Obanai y yo.

Muzan nos miró con desdén.

—Qué patético.

No supe qué me hizo reaccionar primero. Si la furia, la impotencia o el dolor. Pero cuando mi mano se aferró a la empuñadura de mi katana, la decisión ya estaba tomada.

—No voy a dejar que sus muertes sean en vano.

Obanai, a mi lado, se enderezó. Aunque sus ojos ya no podían ver, su determinación ardía con la misma intensidad de siempre.

—Terminemos con esto.

Y con todo el peso de aquellos que habían caído, con la rabia encendida en nuestras almas, nos lanzamos una vez más contra Muzan.

El dolor punzante en mi abdomen era insoportable.

Mi respiración era errática, apenas un susurro entrecortado por el ardor que sentía en cada parte de mi cuerpo. La sangre empapaba mi uniforme, mi haori, el suelo bajo mí...

Pero nada de eso me importaba.

Porque Obanai estaba sobre mí, protegiéndome con su propio cuerpo, su agarre tembloroso pero firme, aferrándose a mí como si al hacerlo pudiera evitar lo inevitable.

Su aliento era irregular, su pecho subía y bajaba con dificultad, y sus ojos... aquellos ojos bicolor que siempre me miraban con intensidad, ahora estaban apagados.

La maldición de quererte | ????? ??????Donde viven las historias. Descúbrelo ahora