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Ari
El avión ya está por aterrizar, las luces tenues del interior comienzan a encenderse, y el murmullo de los pasajeros despierta poco a poco, la voz del capitán confirma lo que mis oídos ya sospechaban por la presión en mi pecho: estamos descendiendo.
Veo por la ventanilla cómo las nubes se abren paso, dejando ver los tejados de España a lo lejos, todo parece estar en calma, sin embargo, algo en mí no lo está.
Tengo el corazón revuelto y la mente invadida por recuerdos que no pedí, pero que llegan igual: su sonrisa, su risa, sus ojos... su amor.
No sé si fue este cielo, este silencio, o esta versión un poquito menos rota de mí... pero hoy lo veo distinto... a pesar de los recuerdos dolorosos.
Todo parecía estar bien, teníamos trabajo, teníamos planes... teníamos tiempo.
Nos rodeaban nubes, pequeñas, suaves, apenas visibles...
Y lo que nunca vi venir fue que la primera grieta no llegara con un trueno... sino con una sonrisa emocionada y un "te tengo una noticia".
Respiro hondo.
Volver a ese día me parte el alma un poco, porque ahora sé que fue el principio de algo... de algo... que me quitaría mucho más que el aliento... como desde hace meses repito masoquistamente esos tiempos en mi cabeza...
Habían pasado poco más de tres semanas desde que Sam consiguió su trabajo, a veces me sorprende lo rápido que se nos pasa el tiempo cuando estamos bien... y lo lento que camina cuando estamos esperando respuestas.
En ese lapso, Sam logró adaptarse casi por completo a su rutina laboral; no siempre era fácil, pero verla regresar cada día con esa mezcla de cansancio y satisfacción me llenaba de orgullo, su mirada había cambiado, como si por fin comenzara a verse a sí misma como yo la veo.
Yo, por mi parte, empecé a trabajar con Tamara en el proyecto piloto que deseábamos, la universidad nos dio luz verde para desarrollar una plataforma que permitiera impartir algunas carreras en línea; era una prueba, un experimento temporal de tres meses, sin garantías de continuidad... pero eso no nos detuvo.
Teníamos la esperanza que, si hacíamos un buen trabajo, podríamos abrirnos puertas, y si no... al menos habríamos hecho algo en lo que creíamos, era un trato justo, era el tipo de reto que tome con gusto.
No era el empleo más estable ni el mejor pagado, pero tenía algo que valía más que eso: propósito.
Y mientras tanto... Sam y yo comenzábamos a construir una rutina, no era perfecta, pero era nuestra y eso bastaba para que el mundo se sintiera como un lugar extraordinariamente bello.
Sam salía temprano cada mañana, con el cabello aún húmedo y un termo de café en una mano, mientras la otra buscaba mi cintura para darme un beso de despedida que, sin excepción, duraba más de lo necesario... tanto que a veces recurríamos a la velocidad de Wanda para que ella no llegara tarde, ya que ella entraba a trabajar más temprano que yo.
A veces yo me quedaba trabajando desde casa o en la universidad, según lo que Tamara y yo tuviéramos planeado para el día, nos habíamos organizado bien, y aunque el proyecto era temporal, sentíamos que podíamos convertirlo en algo grande.
Entre semana, Sam y yo comíamos juntas siempre que nuestros horarios lo permitían, a veces era cerca de su trabajo, otras en el pequeño café frente a la universidad. Nos gustaba ese lugar, no tanto por la comida, la cual era decente, sino porque ya nos conocían lo suficiente como para no hacernos preguntas cuando nos dábamos besos en la frente o robábamos papas del plato de la otra.
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Chispa de amor (Correcciones en curso)
RomanceChispa, es lo que surge en mi corazón cuándo la veo, es como si mi corazón reconociera el suyo y saltará de felicidad, cuando veo esos hermosos ojos verdes como las esmeraldas yo dejo de pertenecerme y ella me convierte en suya, pero el amor jamás e...
