OLIVIA
— No... —paré y respiré profundamente al ver cómo la tenue luz marcaba la tensión de su cuerpo—, no puedo hacerlo, Dylan. Tienes que entenderme. No quiero ser una carga —murmuré y vi un atisbo de decepción en su rostro—. Además, entro a trabajar muy temprano y esta zona está bastante alejada... No tengo ni coche, no puedo estar dependiendo de ti...
— ¿Te acuerdas de aquella noche en la que te fuiste con él? —se estaba refiriendo a la noche en la que hui con Nate.
— Sí...
— Te dije que te vinieras a dormir a casa. Me refería a esta, Olivia —tragué en seco—. Te dije que, cuando descansases, que cuando te despertases a la mañana siguiente, te escucharía para ver qué era lo que realmente querías —me comió con la mirada— porque ese tipo de decisiones no se podían tomar a la ligera. Quiero que esta vez hagas lo que aquella vez no hiciste: que te lo pienses —empezaron a escocerme los ojos—. No quiero agobiarte y tampoco quiero que arruinemos lo que estamos construyendo por ir demasiado rápidos.
— Vale, lo pensaré —no me dejó ni respirar porque en cuanto dije la primera palabra, me quitó los zapatos y me subió sobre su regazo, de manera que su torso quedó entre mis piernas—. ¿Y esto no te parece ir demasiado rápidos? —bromeé, emocionada por todo lo que me había dicho. Rio sobre mi cuello.
— Te quiero —me dio un beso, se levantó conmigo en brazos y me llevó hacia una de las puertas visibles desde el salón. La abrió de una patada y suspiré en cuanto me vi rodeada, de nuevo, de paredes negras. Me transmitía un toque de intriga y de misterio, pero también de elegancia. Sonreí al ver que tenía un pequeño escritorio con libros encima. Seguí observando lo demás: un espejo de pie, un sillón colgante y una suave alfombra de color grisáceo que quedaba bien con el parqué y que calentó mis pies en cuanto me bajó de sus brazos y entraron en contacto con ella—. Esta es mi habitación —me dio un pequeño apretón en el glúteo— o nuestra, dependiendo de lo que decidas —me guiñó un ojo y sonreí tímidamente. Se acercó a su escritorio, cogió un mando y, al pulsar un botón, empezó a subirse automáticamente un estor que ocupaba casi la totalidad de la pared.
— Es increíble —se me abrieron los ojos al ver el gran ventanal que tenía delante. Me cogió de la mano para que fuera con él. Lo abrió y me quedé todavía más sorprendida al ver que era una terraza que tenía un jacuzzi y una pequeña mesa para dos.
— Te gusta, ¿eh? —asentí—. Esto no es todo, ven —me arrastró hacia el cuarto de baño de su habitación y, al encender la luz, echar un vistazo con detenimiento a todos los detalles. Estaba revestido plenamente en mármol de color antracita. La iluminación era cálida, sí, al igual que en el resto de la casa, pero aquí la sensación de serenidad era diferente, mayor. Dirigí mi mirada hacia el lado izquierdo y me encontré con una bañera empotrada y con algunas baldas de madera con toallas blancas—. Relájate mientras preparo la cena —se agachó para ponerle el tapón a la bañera, abrir el grifo y echarle una bomba de baño. Me dio un beso en la mejilla y me dejó a solas, cerrando, con cuidado, la puerta.
Todavía no me creía todo lo que me había dicho y, mucho menos, que hubiera comprado esta casa por mí. Por mí. No quería vivir con su familia, quería vivir conmigo. Había querido vivir conmigo durante todo este tiempo. Sentía mi cuerpo flotando en una nube, así que empecé a desnudarme y, cuando contemplé que la bañera ya estaba lo suficientemente llena, cerré el grifó y me metí. Cerré los ojos al sentir la calidez del agua en todo mi cuerpo. Traté de relajarme, de pensar, pero sabía que no podía hacerlo. No podía vivir con él. No estaba preparada. Le quería, me gustaba, estaba ilusionada, pero ¿lo amaba?
¿Amaba a Dylan Carter o era una fantasía que mi cabeza se había montado por la falta de afecto de mis últimos años? ¿Estaba enamorada de él o estaba enamorada de la idea de él? ¿Lo que mi corazón experimentaba al tenerle delante era real o era todo fruto del hecho de que sentía que era la única persona que se preocupaba por mí? Apreté el colgante de mi madre y me dejé hundir en el agua. No sabría decir cuánto tiempo estuve sin respirar, pero en cuanto mi cabeza resurgió del agua, pegué una bocanada de aire.

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UNA HOJA DE M?S ? (DE M?S #1) - EN EDICI?N
Teen FictionUn evento del pasado hizo que perdiese la extroversión y seguridad que la caracterizaban. Olivia Davies es una chica de veintitrés a?os que va a empezar a trabajar como profesora particular del hermano peque?o de la familia Carter, una de las más ri...