Cada encuentro, cada enfrentamiento, no eran más que eclipses breves en su historia infinita. Uno luchaba para alejarse, el otro para traerlo de vuelta. Y aun así, en el instante en que sus miradas se cruzaban, el mundo entero parecía detenerse, como si el universo reconociera que esas dos almas estaban destinadas a encontrarse.
Porque donde haya oscuridad, siempre habrá una luz que la reclame. Y donde haya un sol que brille sin descanso, siempre habrá una luna que refleje su esencia.
Ellos son la noche y el día, la sombra y el fuego, el destino y la salvación. Y en ese eterno juego cósmico, sin importar cuántas veces se separen, siempre estarán el uno en la órbita del otro.
El fuego que ardía en su pecho jamás se apagaba.
Naruto se había dicho tantas veces a sí mismo que Sasuke era su amigo, que esa era la razón por la que lo perseguía, por la que lo llamaba una y otra vez en batallas cada mirada que compartían.
Naruto ya no quería que Sasuke fuera su amigo.
Quería que fuera suyo.
No de la manera posesiva, no con cadenas ni con la fuerza de una batalla interminable. Quería que Sasuke lo eligiera, que decidiera quedarse a su lado no por obligación, sino porque lo quería. Porque en lo más profundo de su alma, Sasuke supiera que no había otro lugar en el mundo donde debía estar más que junto a él.
Quería despertarse cada mañana y verlo ahí, en su hogar, entre los rayos dorados del amanecer. Quería que Sasuke estuviera junto a él cuando Himawari se despertara con una sonrisa soñolienta, cuando Boruto corriera por la casa con su energía infinita. Quería verlos crecer juntos, construir algo que nunca creyeron posible entre ellos.
Quería besar a Sasuke hasta que su aliento se volviera suyo, hasta que no hubiera más espacio entre ellos, hasta que su piel recordara cada roce, cada latido, cada suspiro que habían reprimido por demasiado tiempo. Y jamás se cansaría.
Quería tocarlo, conocer cada detalle de su cuerpo como quien estudia un mapa con devoción, sentir el calor de su piel contra la suya, como si solo así pudiera probar que Sasuke estaba realmente ahí, que no volvería a desaparecer en las sombras.
Naruto quería que Sasuke se quedara porque así lo quería, porque había encontrado en él un hogar, un refugio.
Sasuke parpadeó varias veces con pesadez al abrir los ojos por primera vez en días. Se sentía agotado, como si su cuerpo hubiera sido arrastrado por una tormenta y dejado a la deriva. Podía jurar que había estado en cama por días, aunque su cuerpo seguía tan pesado como si apenas comenzara a sanar.
Joder, le dolía todo.
Incluso respirar se le complicaba, como si tuviera un peso encima... y uno caliente, además. ¿Aliento?
Parpadeó de nuevo, enfocando mejor su vista, y la dirigió a su pecho.
Oh.
Una sonrisa dulce se asomó en sus labios sin darse cuenta. Cabelleras rubia y oscura estaban acomodadas sobre él, acurrucadas en su pecho como si fueran parte de su propia existencia.
Boruto y Himawari.
La niña, con sus pequeñas manos, se aferraba con suavidad a su camisa, su respiración pausada y tranquila. Boruto, en cambio, lo hacía con más fuerza, como si con cada movimiento pudiera asegurarse de que Sasuke seguiría allí cuando despertara.

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?I will take care of you.?
Fanfiction? Hinata Uzumaki falleció durante el parto de su segundo hijo con Naruto, dejando al héroe devastado y sumido en la incertidumbre sobre cómo criar a sus hijos sin el apoyo y amor de su esposa. La pérdida de Hinata dejó un vacío enorme en su vida, qu...
Despertar ?
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