Joan Watson deja New York y se muda a Londres en busca de un cambio en su vida mientras se reencuentra por fin con su amiga Molly Hooper.
Acontecimientos fuera de su alcance la obligan a mudarse al 221 B de Baker Street junto al peculiar detective S...
La puerta se abrió súbitamente y un Sherlock completamente vestido salió.
- No te preocupes, ya les avisé que no podrás ir hoy.-depositó en la mano de Joan un teléfono celular-.
- ¿De dónde sacaste mi teléfono?
- De tu habitación.
- ¡¿Entraste a mi habitación?!
- Necesitaba tu teléfono.
Sherlock recorría la sala entera mientras hablaba.
- Deberías apresurarte, Lestrade podría llegar en cualquier momento.
- ¿Por qué no dejas que los forences hagan su trabajo? No me necesitas.
- No confío en ellos. Hacen varias autopsias diarias, están demasiado acostumbrados. Tú no has ejercido en bastante tiempo. Tu mente está fresca y libre de prejuicios respecto a los cadáveres.
Joan resopló exasperada. Sentía que estaba tratando con un niño. De pronto Holmes se detuvo en su afán y la miró con seriedad.
- Por favor, apresúrate. Necesito que me hagas este favor. Por el bien de esta investigación. Una mujer perdió la vida.
Ella suspiró. Él en verdad parecía estar preocupado por la situación, la miraba con mucha seriedad y como si estuviera diciendo un sincero "por favor" con la mirada. Joan asintió y se fué a su habitación, mientras Sherlock cambiaba sorprendentemente rápido y ponía cara de aburrido en cuanto ella le dio la espalda. "Bueno, obviamente es una sentimental" pensó alzando las cejas. La doctora se arregló lo más rápido que pudo y cuando bajó Sherlock estaba de pie al final de las escaleras. Salieron a la calle, él detuvo un taxi y antes de subir dijo: - Tomaste una ducha.
- Por supuesto que lo hice.
- Podríamos haber partido antes si no la hubieras tomado.
- ¿Qué?
Ingresaron al taxi sin más tardanza y se dirigieron al edificio de la gran Collin Enterprices.
El cielo estaba teñido del color oro propio del amanecer pero las nubes ya amenazaban con cernirse sobre la ciudad. Varios empleados de Collin Enterprices se metían en sus autos o caminaban hacia otra dirección. Algunos se veían en shock, otros como si nada pasara, pero todos cotilleaban sobre lo ocurrido. Pronto el lugar se despejó de inoportunos y el detective consultor y su nueva compañera de apartamento salían del taxi y se acercaban a las cintas amarillas de la entrada al edificio. Sherlock entró y las apartó para que Joan pasara. Sin más, Lestrade apareció delante de ellos. - Iba a llamarte.
- Lo sé. -respondió Holmes mirando a su alrededor-.
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- ¿Quién es ella?
- Hola, mi nombre es Joan Watson.
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