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Capítulo 1. Nieve (parte 1)

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La niña no pareció convencida y trató de mantener firme su idea con otro argumento.

—¡Pero ya son vacaciones de navidad! —dictó—. Puedes dejarlo así, solo hoy, y ya después lo terminas, papá. Por favor, ven.

Severus negó con la cabeza y se levanto de su escritorio. Se puso frente a la niña que ya comenzaba a frustrarse, pero al mismo tiempo, su enojo comenzaba a encenderse.

—No, Madelaine —su voz era gutural y firme, clavó sus ojos oscuros en ella—. Tal vez otro día, pero hoy estoy muy ocupado.

La niña no dijo nada. La expresión de su padre la dejó inmovil. Solo logró bajar la cabeza decepcionada mientras se frotaba la nariz.

Severus no dijo nada más y se devolvió a su escritorio. Comenzaba a retomar su trabajo cuando escuchó un susurro.

—Mamá y el tío Albus tienen razón —caminó hacia un pupitre—. Te da miedo la nieve.

Severus permaneció mudo y observó a la pelinegra.

—¿Verdad que sí? —se volteo y vio la expresión de su padre. Él estaba sorprendido—. Sí —confirmó—. Le tienes miedo —se volteó de nuevo y siguió caminando—. Mucho miedo.

Maddie siempre sabía como manipular la situación y, al igual que en otras ocasiones, había funcionado.

—No. Eso no es verdad. Yo... —escuchó la silla y supo que Severus se había levantado de su asiento. Él tenía la intención de ir hacia Maddie para tratar de cambiar las cosas cuando escuchó que la puerta se abría. Tanto el padre como la hija se quedaron estáticos al ver a Minerva cruzando la puerta. Traía una túnica nueva y brillante color verde esmeralda que la rodeaba completamente y su cabello estaba sujetado por una ligera tela color verde que parecía una especie de diadema. Madelaine se quedó hipnotizada al ver el rostro radiante de su madre; para ella era la bruja más bonita del mundo. Por otro lado a Severus se le borraron todos sus pensamientos. Todo desapareció al ver a Minerva. Su túnica, su rostro, su cabello negro y largo cayendo por su espalda haciendo contraste con su piel blanca; su sonrisa, sus mejillas, sus ojos verdes... no podía, no sabía lo que le pasaba pero estaba embelesado. Jamás se había sentido tan perdido en una mujer como en aquel momento.

—¡Mamá! —gritó Maddie. La bruja se acomodó el cabello y, al ver a la pequeña, no lo dudó dos veces y le extendió sus brazos. Maddie corrió hacia ella con una sonrisa.

—¡Hola, Maddie! —le sonrió. Había pasado toda la mañana terminando de despedir a sus alumnos por las vacaciones y hasta ahora la veía. La pequeña colocó su frente con la suya. La bruja sonrió.

—Mi-Minerva... —Severus estaba de pie, detallando su cabello. Jamás había visto algo así en toda su vida. Ella... debía reconocerlo, ella era hermosa.

La mujer al escuchar su nombre volteó. Se quedó muda al verlo ahí, perdido, atónito por ella.

—Severus... —susurró. Se veía muy adorable con aquella expresión en el rostro.

Maddie, mientras tanto, solo pudo sonreír. Era muy curiosa y, ver a sus padres así, sin hablar, en aquel intercambio de miradas, la hizo muy feliz. Sintió un escalofrío y vio a su madre, quien tenía una sonrisa en el rostro. ¿Acaso estaba... vibrando?

Bueno, debía admitir que le gustaba todo lo que estaba viendo pero... ¡papás! ¡había nieve afuera! Maddie no podía esperar tanto. Tenía que irse a disfrutar de aquel día.

—Ejem... —carraspeó. Los dos despertaron inmediatamente.

—Oh cierto —Minerva observó a la niña quien estaba en sus brazos, le sonrió—. ¿Nieve verdad? —le preguntó, Maddie le sonrió y asintió emocionada.

—Sí... —miró a Severus. Él estaba observando a Minerva. Frunció el ceño—. Pero solo seremos tú y yo, papá...

—Yo también voy —Severus caminó hacia ellas, Maddie supo bien lo que tramaba. Quería impresionar a su madre.

—¿Seguro? —preguntó Minerva confundida, creyó fielmente en que él no iría.

—Completamente —dictó. Él sonrió, ella también.

—Está bien, ¿vamos? —le preguntó a Maddie. La niña asintió y se recostó en los hombros de su madre, viendo hacia atrás. Minerva comenzó a caminar y Madelaine clavó sus ojos color pardo en Severus. Quien las observaba alegremente.

Eso era raro para Maddie. Él nunca estaba alegre.

Lo observó unos minutos hasta que vio que se acercaba. Aún con una sonrisa.

—Yo no le tengo miedo a nada, pequeña —le susurró Severus. Maddie dio un salto y sonrió perversamente.

—Eso ya lo veremos... —dictó volteándose para sonreírle a Minerva, quien estaba contenta y dispuesta a pasar un día diferente con las dos personas que más amaba.

¡Primer capítulo! Esperamos que les haya gustado, ¡no olviden opinar qué les parece!

~🐼

Severus y Minerva One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora