Capítulo dedicado a EmpatheticLilith porque adivinó algo de lo que vendría jsjsjs 🤣✨
Pov Chaeyoung
-No es necesario que vengas Chaeyoung. Yo me metí en esto, puedo cuidar de mí misma.
—Estoy segura de que puedes. Pero, al parecer, soy la única amiga que tienes en este momento. Y si vas a mantener a este bebé en secreto...
—Lo haré —dijo interrumpiéndome—. Por ahora, lo haré. Solo... necesito que papá mejore un poco. No quiero sorprenderlo, ¿entiendes?
—Comprendo. Sin embargo, tengo una pregunta.
—¿Qué?
—¿El padre se hará cargo?
Apartó la mirada, sus ojos cayendo con tristeza. Quería atraerla hacia mí y abrazarla, pero sabía que eso sería inapropiado. Era la hermana de mi esposa. Que la acompañara a su cita con el médico ya era bastante fuera de lo común, así que no quería hacerlo aún más extraño.
—No. No se hará cargo. No es parte de esto.
—Entonces creo que hice lo correcto al venir. —Le sonreí y me sentí mejor cuando ella me sonrió.
Era alarmante lo idénticas que eran ella y Sharon. A veces casi olvidaba que no era como su hermana. Sus dulces sonrisas y su inocencia. Era todo lo que amaba de su hermana antes de que regresáramos a casa y ella comenzara con sus actitudes egocéntricas.
Me estiré y elegí una revista en la sala de espera. Cuando pasé las páginas, mis ojos se agrandaron cuando noté que estaba mirando pechos y dibujos del útero de una mujer.
Rápidamente, cerré la revista y la devolví a su lugar.
Mina rio a mi lado y negué con la cabeza, sabiendo que me había visto.
Ella realmente no me quería allí, podía notarlo, pero también sabía que necesitaba lo que le estaba ofreciendo. Había insistido porque todas las mujeres deberían poder ir al médico.
Además, sabía que me necesitaba. Sharon había dejado a su hermana gemela sola para lidiar con un padre enfermo y una madre con demasiado trabajo. Era lo menos que podía hacer y, honestamente, me daba algo en qué pensar que no fuera Mina y nuestra relación bipolar.
Era inapropiado ir con mi cuñada a su cita con el ginecólogo, pero me daba cuenta que estaba asustada. Obviamente, el padre del bebé no iba a ser de gran ayuda, así que tener a alguien a su lado durante sus citas no era una idea tan terrible.
—¿Myoui Mina? —La mujer detrás del mostrador frontal llamó a Mina y, en lugar de sentarme y esperar, la seguí hasta el mostrador.
—¿Puedo ver la información de tu seguro? —preguntó la mujer.
Mina se puso pálida, pero antes de que pudiera estresarse, saqué mi billetera, extraje la tarjeta de crédito y la deposité sobre el mostrador.
—Pagaremos al contado.
MINA jadeó a mi lado y negó con la cabeza.
—No deberías hacer esto.
—Ni una palabra —dije, dándole golpecitos en la punta de la nariz.
Luego, la abracé por su diminuta cintura y la atraje a mi lado.
Si iba a pasar por esto sola, al menos me aseguraría que nadie lo supiera. La apreté estrechamente contra mi lado y le sonreí a la recepcionista. Una vez que pasó la tarjeta, firmé y conduje a Mina a la sala de espera.
Se sentó en silencio, sin mirarme. Me daba cuenta de que tenía problemas para aceptar lo que estaba haciendo por ella.
No me importaba, pero era obvio que Mina no estaba acostumbrada a que los demás la ayudaran. A diferencia de su gemela, no le gustaba aceptar lo que la gente le ofrecía.
Se recuperó rápidamente cuando la llamaron otra vez. Me paré cuando ella hizo lo mismo y colocó su pequeña mano en mi hombro, enviando una extraña descarga a través de mi cuerpo.
—Siéntate. Quédate aquí como una niña buena. Volveré enseguida. —Me sonrió y la mirada en sus ojos me hizo detenerme.
Hice lo que dijo, haciéndola sonreír.
—Voy a estar aquí esperando.
Se dio vuelta y siguió a la enfermera.
Sentí como si hubiera estado esperando desde siempre cuando finalmente regresó y se sentó a mi lado.
—¿Y? ¿Está todo bien?
—Oh, esa no era la consulta. Solo comprobaron mi peso y presión sanguínea. Tomaron una muestra de sangre. Me llamarán de nuevo e iré a una habitación pronto.
—Oh. Eso demuestra cuánto sé de estas cosas.
Me sonrió.
—Estoy segura de que no se supone que sepas de estas cosas.
Esperamos otros quince minutos antes de que la llamaran de nuevo. Esta vez, decidí ir con ella. Me paré, pero una vez más me detuvo.
—No es necesario que vengas conmigo.
—Está bien. Quiero ir contigo.
—¿Estás segura? Podría ponerse un poco extraño allí adentro.
Reí.
—Estoy bastante segura de que ya es extraño.
—Es cierto.
Rio antes de darse vuelta y seguir a la enfermera hasta el consultorio. Una vez en la habitación, me senté junto a la cabecera de la mesa de examen. La enfermera se movía por la habitación, tomando suministros, antes de extraer una sábana y una bata para Mina.
—Aquí tienes, ponte esto.
La enfermera le entregó la bata y el rostro de Mina se puso tan blanco como la sábana en la camilla.
—¿Ponerme esto? ¿Por qué?
—El médico querrá hacerte un examen vaginal.
Mina se volteó hacia mí y susurró:
—Tendrás que irte.
—Oh, está bien. Las parejas pueden permanecer en la habitación mientras el médico hace el examen y se asegura que no haya problemas.
Después de eso, se marchó de la habitación, dándonos privacidad a Mina y a mí.
—No puedes estar aquí, Chaeyoung —dijo ella sosteniendo la bata delante de su camisa.
—¿Por qué no?
La bata la cubriría. Sin mencionar que la enfermera le había dado una sábana para más cobertura. Siempre y cuando me mantuviera a la altura de su cabeza, no vería nada. No quería dejarla sola en esa habitación con un médico desconocido.
—Primero: no eres mi pareja. Segundo: estoy a punto de desnudarme.
Le di la espalda y enfrenté la pared.
—Vamos, desnúdate. Prometo no mirar, pero no me iré de la habitación.
—¿En serio?
—Sip. En serio.
Ella suspiró detrás de mí, y luego oí el ruido de las telas mientras se desvestía. En lo que se sintió como si fueran segundos, se subió a la mesa de examen.
—Listo.
Cuando me giré, vi que usaba la bata con la sábana cubriendo sus piernas. Se sentó con la espalda recta y una expresión nerviosa.
La habitación estaba silenciosa mientras esperábamos. Afortunadamente no tuvimos que esperar demasiado antes de que golpearan la puerta y el médico ingresara.
Era un hombre alto, con cabello y ojos oscuros. Incluso yo podía admitir que era apuesto, y cuando miré a Mina, era evidente en su expresión que ella pensaba lo mismo. Por algún motivo, eso no me gustó.
—Muy bien, Señorita Myoui, echemos un vistazo, ¿te parece?
Dejó su portapapeles sobre la mesa, se puso un par de guantes de látex y acomodó los estribos de la camilla.
—¿Podrías recostarte, poner los pies en los estribos y apoyar la cola en el borde de la camilla?
Ella hizo lo que le pidió, su expresión rígida e incómoda.
—¿Te encuentras bien? —pregunté.
Asintió sin hablar.
Su expresión era tensa y no supe si se debía a que me encontraba en la habitación o si estaba incómoda con la situación en general. Imaginé que tener a un extraño mirando tus partes íntimas no era nada cómodo.
Él hizo algo debajo de la sábana y ella siseó de dolor. Me puse tensa, lista para decirle al médico que se alejara de ella, pero antes de que pudiera hacerlo, ella se relajó. Él retrocedió y se quitó los guantes, arrojándolos al cesto junto a la puerta.
Agarró su portapapeles y escribió algunas notas.
—¿Es tu primer bebé? —preguntó.
Ella asintió, apoyándose sobre los codos.
—Bueno, por ahora todo se ve bien. Vamos a hacer un ultrasonido y quizás podamos escuchar el latido del corazón del bebé.
Mina me miró con una expresión nerviosa en su rostro y, sin pensar, le agarré la mano y le sonreí. El médico se marchó, dándole tiempo para que se vistiera. Me paré, enfrentando la pared de nuevo, pero el impulso de voltearme y verla sin ropa era demasiado fuerte. Me sentí culpable al instante.
Mina era la hermana de mi esposa. No podía pensar en ella de esa forma.
Hizo un ruido y pensé que me estaba diciendo que podía darme vuelta, pero, al parecer, no era así. Cuando me giré, se estaba poniendo sus leggins y cubriendo unas bragas blancas de algodón.
Al instante, mi polla comenzó a crecer. Me senté rápidamente, tapándome la entrepierna y maldiciendo por ser tan pervertida.
Entonces el médico ingresó con un carrito.
—Oh, lo siento. Tendrás que quitarte los pantalones de nuevo. Ya que estás de poco tiempo, necesitamos hacer un ultrasonido vaginal.
Ella me echó un vistazo con los ojos desmesuradamente abiertos, rogándome que me volteara. Pero tenía el presentimiento de que el médico lo encontraría extraño, teniendo en cuenta que seguramente pensaba que yo era su pareja.
Cuando no me moví para voltearme, rápidamente se quitó los leggins y las bragas, y volvió a cubrirse con la sábana.
—Muy bien, recuéstate para mí —dijo él.
La sábana se deslizó cuando puso los pies en los estribos y miré su estómago. Estaba un poco abultado a la altura de su ombligo, pero más allá de eso, su estómago era completamente plano. Imaginé que tardaba un poco en empezar a notarse en las mujeres embarazadas. Bajé un poco la mirada, a sus huesos púbicos, y mi cuerpo reaccionó una vez más.
¿Qué diablos estaba mal conmigo?
¿Qué tenían las bragas blancas que me encendían?
Aparté la vista cuando me di cuenta que ella me atrapó mirando.
El médico cubrió la vara conectada a la máquina con lo que parecía un condón grande y echó vaselina en el extremo. Luego, giró la máquina para que la pantalla negra quedara hacia nosotras.
—Muy bien. Esto podría sentirse un poco frío.
En cuanto la vara desapareció debajo de la sábana, Mina se sacudió y rio con nerviosismo.
—Está frío.
El médico sonrió y ajustó el brazo para mover la vara en la posición correcta. La pantalla se encendió, pareciendo una TV en blanco y negro que había perdido la conexión satelital. Se veía borroso, con una confusión de manchas blancas, pero en el centro se podía ver un pequeño movimiento. Entonces, el médico encendió el sonido y un golpeteo llenó la habitación.
El jadeo de Mina inundó el pequeño espacio y la miré para verla observando la pantalla con lágrimas brillantes en los ojos.
—Oh, Dios mío —susurró ella—. En verdad hay un bebé allí.
Se limpió una lágrima que caía por su mejilla y su mano tembló. Inclinándome hacia adelante, la besé dulcemente en la sien.
—Es el sonido más maravilloso del mundo —dije, refiriéndome al latido del bebé.
—Lo es —acordó—. Simplemente no puedo creer que sea real.
—Créelo porque lo es.
El doctor extrajo la vara y le quitó el condón antes de arrojarlo al cesto.
—Es bueno ver madres tan contentas. Felicitaciones.
El rostro de Mina se volvió pálido y abrió la boca como si fuera a corregirlo, pero antes de que pudiera hacerlo, le apreté la mano y hablé.
—Sí. Estamos muy felices.
Y, extrañamente, era cierto. Formar parte de algo tan increíble me dejó con una sensación de euforia.
Un bebé.
Iba a ser tía, lo que sería asombroso, pero no podía evitar desear que fuera Sharon la que estuviera embarazada. En realidad, nunca había querido niños. Ni siquiera me había querido casar, pero después de ver la reacción de Mina y el amor en sus ojos, mis sentimientos habían cambiado.
Quería amor.
Quería a mi Sharon de regreso.
Y quería comenzar una familia con ella.
La pregunta del millón, ¿Quieren que finalice la historia hoy o esperan hasta el lunes? 😳