La distancia entre nosotras ©

By AgataLambert

1.3M 77.9K 32.8K

Incapaz de soportar el dolor de su corazón roto, Vanessa decide aceptar un empleo en la remota ciudad de Erie... More

Nota de autora
✨Aesthetics ✨
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
íDz
Agradecimientos.
Pequeño anuncio

Capítulo 10

32.8K 2.3K 1.5K
By AgataLambert

—Creo que Olivia quedó noqueada.

Elise regresó a la cocina unos minutos más tarde. Supuse que habría ayudado a Oli a bañarse y vestirse, pues había algunos salpicones de agua en su vestido y su cabello se veía menos ordenado que un par de horas atrás.

—Me imagino. Estuvo jugando como loca. —Asentí, secándome las manos con el paño de cocina y volteando completamente hacia ella. Para ocupar el tiempo, había limpiado algunas copas, dispensado la basura en el cesto y llenado el lavavajillas con platos sucios.

—¿Qué haces? No tenías que ordenar nada. —Elise chasqueó la lengua, mirando alrededor y dándose cuenta de que no quedaba mucho por hacer. Lo más grosero estaba limpio, solo le quedaría ordenar más a fondo mañana.

—Está bien, no me molesta.

—Ya sé que no te molesta, no lo hubieras hecho si no. Pero no te invite para que seas la criada. —Me miró incrédula, aunque había dulzura su voz, y se sumergió en la heladera, de donde sacó dos botellas de cerveza. Destapó ambas y me alcanzó una—. Deja eso. Ven, siéntate.

Quizás debería haber declinado su invitación a beber, pues ya había tomado un par de botellas más temprano, pero no pude evitar hacer lo que me pedía. Encontraba irresistible la forma en que me hablaba; suave, comprensiva. Los mismos modos que había usado con mi padre, semanas atrás, ahora eran dirigidos hacia mí. Me tenía totalmente cautiva.

—De acuerdo.

Antes de tomar el primer trago, chocamos nuestras botellas.

—Oli estaba encantada con tu regalo —me dijo ella luego de un momento. En sus ojos había un brillo especial, una mezcla de gratitud y algo más que no podía identificar. Era tan hermosa que apenas podía dejar de verla.

Como pude, le sonreí.

—Gracias por haber venido... —Continuó ella, apartando su mirada de la mía—. Este es el primer cumpleaños que quiere festejar desde que su padre falleció. A decir verdad temía que sea un desastre.

Sentí compasión por ella; el tipo de compasión que te hace querer hacer lo posible para que las cosas le fueran más fáciles, menos trabajosas. Para que esté menos sola.

Estaba segura de que Elise se sentía así. O no me habría dicho nada de eso.

—¿Por qué sería un desastre?

—Pues no lo sé... —Elise dejó escapar un profundo suspiro y me sonrío. Estaba cansada pero también... Aliviada.

—¿Olí no tiene abuelos? —Me atreví a indagar, percibiéndola accesible. Había notado que hoy no había personas mayores entre los adultos pero, al no estar segura del por qué, había decidido no preguntar por ellos.

—Sí, tiene. Mis padres viven en Cleveland pero son un poco mayores para viajar tanto.

—Oh.

—Quizás vayamos nosotras a visitarlos en Año Nuevo.

—Eso sería muy lindo. ¿Y los abuelos paternos?

—También viven allí. Somos todos de Ohio, Daniel y yo nos mudamos después de graduarnos de la Universidad. —Me contó Elise, sin que yo le preguntara—. Pero nunca fuimos muy cercanos. Tampoco lo fueron con Oli.

En respuesta a sus palabras, mis cejas se arquearon. Con papá como ejemplo de abuelo para los mellis, y mis propios abuelos, que ya habían fallecido pero habían sido todo lo que podía haber esperado, me resultaba inconcebible imaginar algo distinto.

—¿En serio?

Elise simplemente asintió, por lo que decidí desistir de mi interrogatorio. Había aprendido a leer las señales que me daba cuando no quería hablar de un tema. Su vista se perdía en algún punto distante, su boca se ceñía en una sonrisa.

Bebí de mi botella y ella hizo lo mismo. Afuera casi no se escuchaban sonidos y en la casa reinaba un silencio tranquilizador y a la vez exasperante.

¿Es que acaso esto era todo? ¿Había decidido Elise alejarse una vez más?

Para mi sorpresa, ella habló de nuevo—. Tu padre es realmente genial con los niños. Me gustaría que Oli tuviera un abuelo así. Sería tan feliz.

—Él sería un gran abuelo para cualquier niño.

A mis palabras, Elise se cernió sobre la barra, apoyándose sobre sus codos y dándome su completa atención—. ¿Lo extrañas mucho?

—Un poco —admití, mirando mis manos. "Un poco" no era realmente suficiente.

—Me di cuenta.

—¿En serio?

—Sí. Pero solo a veces. Pareces como... Ida. —Elise me dirigió una mirada larga y tendida, como si estuviera tratando de reconocer en mí esa ausencia a la que se refería—. Cómo si tu mente estuviera a kilómetros de distancia.

No supe bien qué decir, ni cómo reaccionar. Siempre creí que podía habitar mi mundo interior o que podía perderme en mis pensamientos por unos instantes sin que otros lo noten. No tenía idea que ella podía darse cuenta cuando mi mente divagaba, cuando intentaba comprender qué significaban sus palabras.

—Como ahora.

Sentí el calor besando mis mejillas. Dios santo, ¿qué me sucede?

—Lo siento, a veces se me reinicia el cerebro. —Traté de bromear y le di un buen trago a la botella de cerveza—. ¿Qué hay de ti? Jamás te imaginé trabajando con madera.

Elise decidió ignorar mi rostro encendido y me siguió la conversación—. Es como un pasatiempos, aunque prefiero restaurar muebles.

Jamás, en un millón de años, esperaba escucharla decir eso. Me di cuenta enseguida que, como quizás muchas personas de Erie, yo también tenía mis propios sesgos inconscientes. Elise rompía con todos los estereotipos y prejuicios que podía llegar a tener. En mi cabeza, jamás asocié su imagen femenina, cuidada, con el trabajo manual y la artesanía. Supongo que había estado muy equivocada.

—Estás bromeando... ¿O sea que la casita de muñecas fue solo por diversión?

—La verdad es que sí.

—Es broma.

—No, no lo es. —Ella negó con la cabeza y se enderezó—. Siempre me gustó trabajar con madera. Tomé las clases electivas de carpintería en la secundaria. Y durante la universidad también hice varios cursos, pero nunca pensé que podía hacer algo más con eso.

—¡Eso es fantástico!

—¿Quieres ver el taller?

—¿Tienes un taller? —Esta mujer no dejaba de sorprenderme.

—Sí, atrás.

—De acuerdo.

En la parte trasera del jardín, se erigía una pequeña construcción que Elise utilizaba como taller. Ella me dejó entrar primero e, instantáneamente, distintos perfumes y olores se hicieron evidentes. Madera cortada, pintura, cuero... Eran fuertes, persistentes, pero en lo más mínimo desagradables. A pesar de que la habitación estaba tan gélida como el exterior, me transmitían cierta calidez, la sensación de cierta familiaridad y afecto.

El trabajo artesanal, en cualquiera de sus formas, lograba calar muy profundo en mí. No porque fuera una persona particularmente habilidosa para ese tipo de tareas, sino porque admiraba el amor y la pasión que significaba hacerlo. En cada pieza construida, en cada toque y pincelada había un corazón dedicado a ello, había paciencia y apego.

Y Elise ponía todo eso aquí.

Además de las piezas de madera que estaban acomodadas a los extremos de la habitación, había orden y prolijidad. El estudio podría haber estado cubierto de tierra y aserrín, pero apenas una fina capa de polvo cubría el piso y alguna de las superficies.

—Perdona el olor. —Apresurada, ella se estiró sobre la mesa de trabajo para abrir un poco más la venta que estaba sobre ella.

—Está bien, me gusta.

Elise se detuvo y me dirigió una tímida sonrisa. Ajustando su abrigo en torno a su cuerpo, vino hacía mí—. Bueno, aquí es.

Miré a mi derecha y encontré dos respaldos que estaban pulidos y un aparador semi terminado. También varias sillas, todas estilo nórdicas retro, bastante venidas a menos y una mesa auxiliar que ya estaba barnizada y se veía lisa y brillante, como nueva.

—Me encanta. —No me atreví a tocarla, temiendo que la pintura estuviera fresca o que mis dedos dejaran marcas sobre ella.

—¿En serio? ¿No crees que es tonto?

—¿Qué? —Me giré, sin salir de mi asombro. ¿Desde cuándo era tan insegura?—. ¿Estás bromeando? ¿Por qué sería tonto?

Elise se encogió de hombros, sin mirarme—. Una mujer adulta, perdiendo su tiempo así...

—¿Te hace feliz?

—Pues, sí.

—Entonces nunca puede ser tonto —le respondí decidida—. Y hacer algo que te hace feliz no es nunca una pérdida de tiempo.

Ella asintió, dedicándome una sonrisa—. Tienes razón.

La observé un momento, sus mejillas y la punta de su nariz levemente enrojecidas por el frío, su cabello brillando como el sol bajo la cálida luz de la bombilla en el techo. Elise se distrajo acomodando algunos retazos de cuero sobre la mesa y luego apilando los formones que estaban desparramados sobre otros elementos más delicados.

Era tan tan hermosa, sus movimientos tan suaves. A diferencia de la primera vez que la vi, esta vez la percibí frágil, callada, incluso me atrevía a decir conflictuada; con tantos prejuicios sobre ella misma y su taller.

De repente, como un golpe en la cara, discerní algo.

—Tu dijiste que querías encontrarle un sentido a lo que haces. ¿Crees que no lo tiene? Sé sincera conmigo.

—¿Sincera? —Ella se detuvo, miró sus manos y las escondió en los bolsillos de su abrigo—. Pues... Creo que estamos haciendo un gran trabajo. Que el equipo pueda crecer...

—No estoy hablando de eso...

—Estoy teniendo muchas dificultades para encontrar mi propósito allí. Aquí en cambio... —Miró alrededor con cierta ternura y suspiró—. Es distinto. ¿Cómo supiste que esto era lo que querías hacer?

—Lo supe en mi primer empleo. Era consultora junior en Google —respondí algo apresurada. No quería hablar de mí, quería hablar de ella—. ¿Cómo supiste que querías ser diseñadora?

—Aún quiero hacer diseño... Pero, no lo sé. —Exhaló, esta vez pretendiendo reír, cuando a decir verdad, estaba nerviosa. Lo supe por la manera en que sus manos se distraían con los retazos de tela sobre la mesa y sus ojos eludían los míos. Era la primera vez que la veía así—. Hace un tiempo siento que quizás... —Elise sacudió su cabeza, y volvió su atención hacia mí—. Ni siquiera tendría que estar hablando de esto contigo.

Despacio, me acerqué—. ¿Por qué no?

—No debería decirle a mi futura jefa que estoy teniendo una crisis de mediana edad.

—No tienes una crisis de mediana edad. —Resoplé entre risas y rodeé los ojos—. Y ni siquiera se te puede considerar "de mediana edad". ¡Dios, y ni siquiera soy tu jefa!

Ella arqueó una ceja—. Por ahora.

—Ser tu jefa implicaría mudarme aquí y no es lo que tengo en mente. —Me escuché hablar y el peso de mis palabras me cayó encima de repente.

Algún día me iría de aquí. Y no la vería de nuevo. Algo pesado se hundió en mi vientre, abrumándome. Me sentí descompuesta por un segundo.

—¿Vanessa?

Volví mis ojos hacia ella, y la vi más cerca que momentos atrás. Me observaba fijamente, una pregunta brillaba en su mirada.

Me aclaré la garganta y luché por regresar mi atención a los muebles a mi derecha, a cualquier cosa de hecho—. Además, tú jamás me aceptarías como jefa. Soy una niña, ¿o no?

Estaba jugando, claro; pero tampoco está diciendo nada que ella no me hubiese hecho saber antes.

Sus mejillas se tiñeron de un rosa más intenso—. Resulta que no eres tan mala después de todo.

—¿Aunque sea una niñata entrometida?

—¡Yo nunca dije eso! —se defendió.

—Pero lo pensaste.

—Sí, claro. ¿Y qué? Seguro tu pensaste que yo era una vieja amargada.

—Pues no. A decir verdad, no.

—¿Ah, no?

—No.

—¿Qué pensaste entonces? —Elise me presionó, apoyándose en la mesa de trabajo junto a mí.

Hice una pausa, aunque en mi cabeza iba a mil kilómetros por hora, recolectando todas las posibles respuestas que podía darle.

Creí que eras hermosa. Que eras brillante y tierna con tu hija. Que tienes bondad en tu corazón pero que puedes ser feroz si te lo propones.

Sin embargo, también recordé los tragos amargos. Recordé que hace tan solo tres meses, ella y yo estábamos en lugares completamente diferentes. Aún lo estábamos, pero al menos ahora podíamos hablar como dos seres normales.

—Pensé que me odiabas —murmuré, evocando su frialdad.

—No te odiaba, Vanessa.

Su toque en mi brazo fue sutil, como una pluma posándose en mi piel desnuda. Era suave pero me estimulaba de formas que no creía posibles.

—¿Puedo preguntarte algo? —A mi pregunta, ella asintió—. Ese día, en el parque... —Necesitaba saber qué demonios había pasado allí—. Eras tú, ¿verdad? Quiero decir, no estoy loca, ¿no?

Elise dejó escapar un suspiro; su aliento caliente se condensó en el aire helado. Me dirigió una mirada cargada con una disculpa—. Sí, era yo.

No dije nada. No entendía por qué lo había hecho. En cierto sentido me molestaba que ella no había sido capaz de enfrentarme, de decirme qué pensaba realmente.

—Lamento haberte tratado así. Yo... Quería que supieras que no te quería aquí.

A propósito, ella había querido lastimarme y, con muy poco, lo había hecho.

—Pues, lo lograste.

—Pero me equivoqué —agregó rápidamente, viendo que yo no era capaz de decir mucho más—. Aquí es exactamente donde debes estar. Lo siento mucho.

—Sí, bueno, ya pasó. —Escuchaba su disculpa, pero eso no significaba que doliera menos. Tus muros. Levanta tus muros, Vanessa.

No me podía permitir volver a sufrir por alguien así.

Sentí sus manos descansar sobre mis hombros y la vi frente a mí, buscando mi mirada. Me atreví a devolvérsela, aunque no me sentía tan fuerte para sostenerla por mucho tiempo.

—No tienes idea cuánto lo siento.

—¿Por qué me invitaste? —No comprendía qué estaba pasando. ¿Qué estaba haciendo aquí, en este taller semi-iluminado con Elise mirándome de esa forma?

Abrió la boca para hablar, pero ningún sonido salió de su cuerpo. No había respuesta, ninguna palabra; solo sus ojos mirándome intensamente. Esos ojos contemplativos que, a pesar del poco tiempo juntas, me conocían tan bien. Los vi recorrer mi rostro, bajar por mi nariz hasta detenerse en mi boca y en ese momento el tiempo pareció detenerse y una llama ardió en mi cuerpo.

No supe qué fuerza me poseyó, no quería pensarlo, ni tampoco saber de dónde salió la valentía que me llevó a acercarme a ella y, sin pausa ni duda, presionar mis labios sobre los suyos.

Sentí la suavidad de su boca, su respiración sobre mi piel, su tibieza, su cercanía embriagándome completamente. Quería beber su besos hasta que ella me lo permitiera. La voz de mi conciencia, esa que siempre me hablaba, parecía acallada ante su proximidad, mareada con su fragancia que me envolvía como una densa neblina.

Sentí su mano tocar mi mejilla pero, contrariamente a lo que esperaba, se separó de mí con suavidad.

El aire salió de su cuerpo entrecortadamente y apoyó su frente sobre la mía. La habitación parecía girar a mi alrededor.

¿Qué acaba de pasar?

Apenas podía articular palabra. Mi corazón palpitaba demasiado cerca de mi garganta. Traté de tomar su mano, pero ella suavemente me soltó y un frío eterno me conquistó.

Elise lamió sus labios. Su pecho se elevaba con cada respiración que tomaba—. Vanessa, yo...

Aunque su voz sonaba grave, afectada, no tuvo miedo de hablar primero. Dio un paso hacia atrás, poniendo algo de distancia entre nosotras.

Maldita sea. ¿Qué hiciste?

Mi piel parecía que estaba encendida, pero solo producto del bochorno—. Lo siento, yo... Pensé–

—Está bien. —Ella me detuvo y si bien sus ojos se veían más grandes de lo normal, ella se las arregló para darme una leve sonrisa—. No tienes que pedirme perdón, no me ofendiste. Todo lo contrario. Pero–

—No te preocupes, lo entiendo. —Estaba completamente mortificada, no podía escucharla decir que no veía con esos ojos. ¡Qué estúpida soy!

—¿Cómo puedes entenderlo si ni siquiera sabes lo que voy a decirte? —Elise soltó, quizás no tan amablemente como otras veces—. ¿Por qué no me hablaste acerca de tus... —Se aclaró la garganta—... preferencias?

—¿Habría hecho alguna diferencia si te lo hubiese dicho? —Apenas podía mirarla. Me sentía una idiota.

—Posiblemente no.

—Esa es tu respuesta entonces.

—Lo siento, yo...

—Está bien, en serio. —Necesitaba irme lo más rápido posible de allí. Necesitaba mi cama, mi soledad, mi silencio. Cubrirme con mi edredón y dormir, esperando que todo esto haya sido una horrible pesadilla—. No interpreté bien. Es mi culpa.

—Espera... —Ella tomó mi mano, interrumpiendo mi huida—. Por favor, no te sientas mal. No es tu culpa. Quizás yo... —Hizo una breve pausa y tragó saliva —. Te envié señales que no tendría que haber dado... Es un momento difícil para mí. Lo siento mucho.

¿"Un momento difícil"? ¿Qué se supone que significaba eso?

Abrí la boca para hablar, pero Elise fue más rápida—. ¿Podemos dejarlo atrás? No quiero que creas que esto afectará nuestra relación de alguna forma. En serio que no lo hará.

—De acuerdo —croé sin saber muy bien qué decir, cómo interpretar sus palabras ni sus manos aún sosteniendo las mías—. De todas formas debería irme.

Ella asintió y me dejó ir—. Lo entiendo.

—Adiós, Elise.


Nota de autora:

No tengo mucho que decir, excepto...

Les juro que pensaba escribir algo diferente, pero tanto Elise como Nessa decidieron actuar por voluntad propia y bueno... hacer esto que hicieron.

Muero por leerles y saber qué piensa, qué teorías están elucubrando y sobre todo, si están como yo: todavía conteniendo las lágrimas.

Ya tengo el siguiente capítulo bastante avanzado, asique si todo sale bien estará publicado a mediados de la semana que viene.

Les quiere,

Aggie



Continue Reading

You'll Also Like

952K 94.5K 54
Luke está quebrado y por eso tiene que mudarse... inesperadamente junto a su exnovio. ¿Qué podría salir mal? *...
35.3K 3K 50
(LGBT) Andrea creía haber dejado atrás su pasado, pero al regresar a su ciudad natal para despedirse de su abuela, se encuentra con una montaña rusa...
31.7K 1.8K 40
Historia totalmente Lesbica. Por favor abtenerse homofobicos Chris - Derechos Reservados © Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede s...
149K 8.9K 47
(EN CORRECCIÓN) Y fue entonces cuando nuestros labios sellaron un pacto de amor, no sabíamos lo que pasaría, lo único de lo que estaba segura era que...
App - Unlock exclusive features