La misteriosa muerte de Max...

By jadearcev

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Nisha es una universitaria de diecinueve años fanática de las novelas románticas. Cuando su compañero de cla... More

La misteriosa muerte de Max
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
íDz

Capítulo 22

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By jadearcev

LA VISITA

—Te juro haber visto a Peter, Max —insistí abriendo la puerta de mi casa y entrando. Max entró detrás de mí. Dejé la mochila en el sofá y me dirigí hacia la cocina. Necesitaba comer algo.

—Te creo, es solo que me parece extraño... —murmuró.

Al llegar a la cocina me preparé un sándwich.

—¿Quieres? —lo molesté un poco, aunque me pareció un poco cruel de mi parte así que me arrepentí al segundo.

—Las ventajas de estar muerto es que no siento nada de hambre así que no me puedes hacer desear —me guiñó un ojo. Mientras me sentaba en una silla cerca de la mesa a comer me acordé de su mamá.

—Tengo que ver a tu mamá al rato —le dije.

—Gracias por eso. Eres una buena persona, Nish, no mereces que las personas te traten mal o te digan groserías.

Lo miré. Max estaba un poco serio, parecía que me decía las cosas de todo corazón.

—¿Gracias? —elevé una ceja.

—Es la verdad, no mereces las mentiras de tus amigos; tampoco mereces el cómo te tratan algunos chicos. Incluyéndome. Estando aquí contigo recordé muchas cosas: por ejemplo la vez que nos encontramos en un pasillo de la universidad y accidentalmente tiré tus libros al piso. Ni siquiera te ayudé—rió sin gracia. Parecía arrepentido— Hice tantas cosas de las que no estoy orgulloso mientras estaba vivo que... creo que merezco estar muerto.

—Max, no digas eso —terminé de comer mi sándwich, pero como tenía más hambre me puse de pie y me preparé otro— Quizás no hiciste cosas buenas, lo sé, pero no mereces lo que te hicieron —me senté de nuevo frente a él a seguir comiendo.

Max resopló.

—Lo dices porque eres buena —me miró— Pero yo no era del todo buena persona. Quizás era odiado y por eso es que me mataron.

—Aún no sabemos el por qué alguien querría asesinarte, ¿quién en la universidad puede tener una mentalidad de asesino? —divagué, pensando.

—Recuerdo que una vez encontré a Theo Anderson teniendo sexo con otro chico mayor que él—me dice, casi me atraganté con el pan.

—¿Es en serio?

—Fue el año pasado. En una fiesta me emborraché y dije todo lo que había visto. Theo y yo nos peleamos esa vez.

—¿Y qué pasó después?

—Nada —se encogió de hombros— Solo te estoy contando las cosas malas que he hecho.

—¿Theo se quedó así como así?

—Sí, luego de eso jamás volvimos a hablarnos. Solo recuerdo algo que me dijo "Te mataré, Max, juro que lo haré" pero después de eso solo nos peleamos.

Terminé de comer y lo miré, tratando de pensar con claridad en lo que me había dicho.

—Wow es... una amenaza un poco extremista.

—Ya lo sé, pero luego me arrepentí. Debí ver y callar nada más —se llevó su mano al pelo.

En eso alguien toca la puerta principal y también toca el timbre.

—Ya vuelvo —me puse de pie, salí de la cocina y abrí.

Era la señora Stuart.

—Nisha, ¿cómo estás? —me saluda con un beso en la mejilla.

—Estoy bien —le medio sonreí.

—Vine por ti para que fuéramos al cementerio, ¿o vine en mal momento? —dudó.

Max apareció a la par mía.

—Para nada. De hecho que estaba lista.

—¿Entonces nos vamos?

—Claro.

Los tres salimos de mi casa y nos dirigimos a su auto.




—A Max siempre le gustó el fútbol —me comentaba su mamá mientras íbamos entrando al cementerio. Habíamos pasado por la florería para comprar algunos ramos bonitos y ponerlos en su tumba. Notaba que Max se veía un poco triste y melancólico. Yo igual me sentía sensible y me preguntaba si era por esto o porque en realidad se acerca mi periodo. —Desde que era pequeño. Él siempre había sido el capitán de todos los equipos en los que ha estado. Tenía tanto por vivir —me dice.

—Yo lo sé —llevaba cargando un ramo de rosas blancas conmigo. Cuando llegamos a su tumba pusimos las flores encima.

—Max nunca me mencionó algo de ti —me dice después.

—Mi madre habla demasiado, discúlpala —comentó Max, ya se veía un poco más animado.

—No te preocupes—se me salió decir, así que miré un poco asustada a su madre. Ella también me vio— Quiero decir, no se preocupe, Max tenía tantos amigos que alguien como yo se le olvidaría fácil —puse mis labios en una sola línea.

—Eso es triste —me tomó de la mano— Conocí a muchos de sus amigos, sí, pero todos me daban la impresión de ser hipócritas—lo dijo sin más— Al igual que sus novias. No entiendo por qué mi hijo era tan... es decir, solo se fijaba en el físico de las mujeres.

Noté a Max sentirse un poco incómodo con la situación.

—No sé si hacía competencia con sus amigos por quien tenía a la novia más bonita o más buena como dicen ustedes los jóvenes. Pero se les olvida lo más importante: los sentimientos, el sentirse bien con esa persona especial. Ahora me doy cuenta de que mi hijo jamás encontró el amor verdadero. Y murió sin haberlo conocido. Es lo más triste: morir sin amor.

Lo que decía la señora Stuart me dejó pensando: era verdad. Y Max parecía pensativo también, quizás porque se dio cuenta de que murió sin amor.

—Eso es triste —susurré.

—A mi hijo le hubieras gustado.—me dice de repente.

Max tosió.

—¿Usted cree? No, yo no soy el tipo de Max. Creo que sus amigos o la demás gente criticaría que tuviera una novia como yo.

—¿Por qué te haces menos? Si eres muy bonita, por dentro y por fuera. ¿Sabes? A veces siento que mi hijo sigue aquí.

Me sorprendí por lo que dijo.

—Tengo ese presentimiento de madre que me dice que aún no se va del todo.

Miré a Max, estaba sentado en el césped cerca de su tumba.

—Mi madre no se equivoca —me dice, pero mi mirada pasó a detrás de él. A lo lejos, entre lápidas había un hombre de pie. Achiqué los ojos para poder distinguir bien de quién se trataba. Pero solo pude notar que tenía barba, era alto y estaba inexpresivo, mirando en nuestra dirección. Miré a Max e hice seña de que mirara detrás de él, pero éste no entendía. Volví a hacer seña con la cara para que mirara detrás de él.

—¿Pasa algo, Nish? —me preguntó la señora Stuart después.

—No, es solo que me quedé pensando en lo que me dijo.

—Si tan solo tuviera una oportunidad más de poder decirle a mi hijo cuanto lo amo —siguió ella.

Max se puso de pie y se acercó a nosotras.

—Dile que yo también... —pareció que no podía pronunciar esa palabra—que yo también la quiero.

—Estoy segura de que Max también la ama —le di un medio abrazo, la señora estaba medio llorosa ya. Cuando volví a ver el lugar en donde estaba ese hombre ya no había nadie.

Genial. Se había ido. Y Max ni siquiera lo pudo ver.

—¡Nisha! —alguien exclama detrás de mi.

Los tres volteamos a ver al susodicho.

Dalton.

—Señora Stuart —le dice él al notar a la madre de Max— ¿cómo está?

—Bien, ¿tu eres...? —quiso saber ella.

—Un compañero de Nish —Max pasó su brazo encima de mis hombros, pero lo aparté. Fue entonces donde recordé a Dalton con Daphne. Me dio desconfianza.

—Mucho gusto, Dalton —le dice ella.

—Nish, tienes que averiguar lo que Daphne habló con Dalton —me dice Max.

—Igualmente.

—¿Nish, nos vamos o te vas a quedar con tu amigo? —me preguntó la señora Stuart.

—Me quedaré con él—le sonreí, aunque no me quería sentir mal con ella.

—Está bien. Yo tengo que irme ya porque tengo cosas que hacer, pero te veo después —se despidió de mi con un beso en la mejilla— Hasta luego, Dalton.

—Adiós, señora.

La señora Stuart se fue.

—¿Te querías quedar a solas conmigo, Nish? —Dalton sonrió pícaro— Pero es mejor ir a otro lugar porque en la tumba de Max no es nada romántico —hizo una mueca.

—Es un imbecil —espetó Max.

—¿A donde quieres ir?

—Es una sorpresa, Nish, es una sorpresa —los dos empezamos a caminar a la salida. Dalton volvió a poner su brazo en mis hombros como abrazándome, quería quitarlo pero no podía darme el lujo de que se arrepintiera de ir, así que lo soporté.

Tenía que averiguar qué se traía con Daphne.

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