Denki estaba realmente algo irritado mientras arreglaba su camisa y limpiaba la saliva de la comisura de su boca, caminando hacia la puerta de entrada mientras Sero fruncía los labios, subiendo la bragueta de su pantalón.
Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo con su rayito, ¿por qué rayos los interrumpen en ese instante?
—¡Ya voy! -chilló Denki cuando
tocaron otra vez la puerta con fuerza— .Imbécil...
Su queja se vio cortada cuando abrióy de pronto un deplorable Bakugou lo tomó de las solapas de su camisa, empujándolo contra la pared.
—Kirishima —murmuró en un gruñido —¿dónde mierda está Kirishima?
Denki parpadeó tanto por la sorpresa como por la confusión, su cabeza doliendo levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una mueca de molestia.
—¿Qué voy a saber yo, imbecil? — preguntó con brusquedad, queriendo soltarse,
Aunque no lo parezca, Bakugou había dejado un poco atrás su carácter tan explosivo al crecer, pero realmente podía ponerse agresivo y salvaje si estaba molesto o desesperado.
Katsuki lo soltó, empujándolo, y sin decir otra cosa se metió al interior de la casa.
—¡¿Qué mierda, Bakugou?! —escuchó el grito de Hanta
—¡Eijiro! —gritó Bakugou desesperado —, ¿¡mi niño, dónde estás?!
No hubo respuesta.
Denki volvió a entrar al comedor,
irritado, enojado y disgustado por la situación, sin comprender realmente qué estaba haciendo Bakugou su casa, buscando a Eijiro.
¿Acaso habían peleado? Qué jodida novedad.
Kaminari realmente no encontraba nada nuevo al hecho de que pelearan, porque esos últimos meses se había
acostumbrado a verlos discutir por cualquier pequeñez acostumbró a ser el hombro donde Kirishima sollozaba porque su matrimonio se estaba arruinando y no sabía cómo rescatarlo.
A Denki nunca le había gustado por completo Katsuki para Eijiro. No llegó a odiarlo como ese último tiempo, simplemente, no le terminaba de convencer para pasar el resto de su vida con su mejor amigo.
Quizás se debía a que, como mejor amigo de Kirishima durante gran parte de su vida, no consideraba a nadie demasiado bueno para que estuviera junto a alguien que siempre le sonreía a todas las cosas de la vida, fueran buenas o malas.
No, y Bakugou alejaba por completo de lo que consideraba el prospecto ideal para Kirishima
Bakugou... Era alguien demasiado... Bueno, ¿cómo decirlo? Bakugou complementaba a Kirishima.
Bakugou era tranquilo allí donde Kirishima era un desorden.
Bakugou siempre parecía activarse cuando Kirishima estaba a su lado.
Bakugou parecía comprender de una extraña forma a Kirishima cuando el resto no lo hacía.
Sin embargo, había algo en lo que Bakugou no percibia de Kirishima, algo que Denki consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que Kirishima amaba de una forma tan profunda, tan dolorosa, que si uno no estaba dispuesto a dar todo por Eijiro, entonces no lo merecía tampoco.
Esa forma de amar provocaba también que Kirishima se esforzara el doble, el triple, el cuádruple, el quintuple, lo necesario, para salvar algo que consideraba fundamental en su vida.
En cambio, para Katsuki, si las cosas no funcionaban, simplemente había que acabar con ello para evitar el daño.
Frunciendo el ceño, Kamimari sacó su móvil mientras Sero le miraba como pidiendo una explicación, pero
ignorando a su novio, marcó el número de su mejor amigo.
El número que usted marca se encuentra apagado o temporalmente fuera de servicio, luego del timbre, puede dejar...
—Hey, Eijiro —murmuró Denki con su estómago apretado— ,cuando escuches esto, por favor, llámame. Te quiero, Kiri
Se giró en el momento en el que Katsuki volvía a entrar, y Kaminari notó sus ojos rojos, sus mejillas encharcadas, rastros de llanto en su pálida piel, más blanca de lo normal. Incluso su cabello estaba empapado con la leve llovizna de ese día, y por un breve instante, muy breve, Denki sintió pena de Bakugou al verlo
tan perdido -incluso lucía asustado, aterrado, como un niño pequeño.
Pero fue un breve instante, hasta que vio los papeles medio húmedos que sostenía en su mano.
—¿Esos son los papeles de divorcio?
—preguntó Sero poniéndose de pie.
Bakugou le observó.
—Dónde está Kirishima —repitió.
No era una pregunta. Era una exigencia.
Denki endureció su mirada.
—Si lo estás buscando para que firme tus jodidos papeles... —comenzó a decir, pero enmudeció cuando Katsuki le interrumpió con la voz quebrada:
—No, ya los firmó — sollozó, sus ojos
poniéndose cristalinos otra vez,
los firmó y desapareció —tomó aire,desesperado—. Necesito encontrarlo,necesito decirle que... que lo amo, que lo necesito, que no quiero separarme nunca más de él, necesito pedirle perdón por ser un imbécil y hacerlo llorar, necesito...
—Bakugou — la voz de Sero sono
extraña—, ¿qué demonios hiciste?
Y Denki lo notó, entonces: Kirishima había desaparecido sin decir nada.
Si hubiera sido una pelea normal,
Eijiro habría ido a contarle para
desahogarse, después de todo, era lo que siempre hacía.
Pero ahora su amigo ni siquiera lo llamó, simplemente pareció desaparecer lo más pronto que
pudo, sin querer hablar con nadie, y su estómago dolió ante el pensamiento de que si hizo eso, fue porque estaba herido y alterado y hecho un desastre, sin querer que nadie lo viera.
Sin querer acercarse a Kaminari para ganarse un Te lo dije.
Y había firmado los papeles.
Si Eijiro firmó los papeles, si se marchó sin decir nada, significaba que se había rendido, que ya dio todo de sí y no podía seguir entregando más a una persona que no quería ese más.
Kirishima firmó los papeles porque su corazón fue, finalmente, roto en miles de pedazos, fue porque se dio cuenta de que seguir teniendo esperanzas en eso le estaba haciendo demasiado daño y Bakugou no merecía eso de él.
—No les interesa —murmuró el más
Alto sin mirarlos.
Denki hizo un ruido de rabia, sus
labios convertidos en un rictus de
molestia, y sin poder evitarlo, antes de que Sero lo sostuviera, dio unos pasos y empujó a Katsuki, dándole un golpe en la mejilla que resonó en el comedor.
—¡¿Qué mierda hiciste, imbécil?! — le gritó queriendo darle otro golpe, pero su novio actuó y lo sostuvo de la cintura, tirando de él para atrás.
Bakugou abrió la boca, pero entonces el móvil de Denki sonó.
Kaminari miró el número.
—¿Es Kirishima? —preguntó Bakugou con esperanza en su voz.
—¡Vete a la mierda! —espeto
Kaminari—. ¡Largo de mi casa!
El móvil seguía sonando.
—Dios, Denki —el nombrado enmudeció cuando notó el tono suplicante, derrotado de Katsuki—, por favor, por favor, deja que lo oiga. Deja que me diga donde está —dio un paso más, con la voz quebrada—. Prometo arreglarlo. Prometo hacer que vuelva a sonreír. Pero por favor, déjame escucharlo.
Kaminari miró a Hanta, sorprendido, porque debía ser la primera vez que oían a Bakuhou suplicar por algo.
Suspirando, contestó y puso el altavoz.
—¿Kirishima? —preguntó con tono
inseguro.
Hubo unos segundos de silencio.
—Hola, Kami... —saludó Kirishima con tono roto—, ¿cómo estás?
Kaminari quiso romper a llorar.
—Eso no importa, chiqui—murmuró
Denki—, ¿dónde estás tú?
Se escuchó una risa amarga, humillada.
—Tenías razón-sollozó Kirishima—,¿por qué nunca te hago caso? Tenías la maldita razón— no dijo nada, escuchándolo llorar al otro lado de la línea —. Katsuki no... no merecía una... una se-segunda oportunidad, tú me... me lo dijiste...
—Bebé, bebé, eso no importa—
apresuró a decir Denki respirando
aceleradamente—, por favor, ¿dónde estás ? Sero y yo estamos preocupados por ti.
—De seguro Bakugou fue a tu casa para pedirme una... una explicación por los papeles —susurró Kirishima con voz quebrada—, pero no... no puedo enfrentarlo,Denki, lo amo tanto que... que si lo veo mientras acepto su... su divorcio, voy a... voy a llorar... voy a llorar como un bebé...—una nueva risa apenada—, Ahora estoy... estoy llorando tanto... Ah,pero Bakugou debe estar feliz, ¿no es así?
Un nuevo gimoteo al otro lado de la linea.
Kaminari no sabía qué decirle, llorando también.
Kirishima se escuchaba sin esperanza, Denki nunca lo había oído llorar de esa forma, y no sabía qué hacer para tratar de consolarlo, para tratar de
hacerlo sentir un poco mejor.
Bakugou, frente a él, también estaba llorando, y Denki se sintió extraño porque nunca lo vio llorar.
—Ven conmigo —murmuró Denki-,
por favor, Eijiro...
—No, no —el pelirrojo tomó aire—, ahora estoy... estoy en casa de Mina, yo, uh... No sabía dónde ir y... —su voz volvió a romperse—. Necesito... necesito irme,Denki, no puedo seguir aquí, necesito...necesito reparar mi corazón y... Y duele tanto...
—Kirishima, cariño...
—Lo olvidó —gimió Eijiro de pronto,
callándolo, y ahora podía sentir que el pelirrojo estaba llorando a lágrima viva, sin contenerse—, olvidó mi... mi cumpleaños, Kaminari...
—¿Qué? — El rubio miró a Bakugou, que tenía una expresión culpable en ese instante .
—Me... me dejó plantado...—balbuceo,
—lo... lo esperé por... por más de dos horas, y no... no llegó,... E...el ya no me quiere, ¿no es así?
—Voy a matarlo, cariño, voy a matarlo te lo prometo.
Hubo una risa entrecortada, sin
embargo, no le hizo sentir mejor.
—Necesito... necesito irme...—masculló Kirishima—, sólo... sólo quería contártelo,amigo...
—Pero Kirishima...
—Te llamo después.
Cortó la llamada.
—Kamimari, por favor...—comenzó a decir Sero cuando su novio se puso de pie.
—¡Eres un hijo de puta! —le gritó
El chico ignorando a su novio, que lo tuvo que sostener de la cintura otra vez—. ¡Su maldito cumpleaños!¿¡Cómo mierda se te puede olvidar su maldito cumpleaños, Imbécil?! ¡No sabes lo ilusionado que estaba contigo! ¡No sabes lo contento que estaba! ¡Voy a matarte, idiota, te lo prometo!
—Lo arreglaré...—murmuró Bakugou retrocediendo antes de que el menor se soltara—, lo solucionaré, lo prometo...
Salió de la casa, llamando al hospital, pidiendo que lo contactaran con la
secretaria de Eijiro
Ya sabía dónde estaba, ahora sólo
tenía que rogar por un perdón que no merecía.
Hiro estaba sentado en el suelo,
jugando en el suelo con unos autitos de carrera, y el niño lo miró, parpadeando inocentemente.
—¿Po' qué lolas, tío kili?— preguntó el pequeño con pena en su voz.
Kirishima se obligó a sonreír a pesar de sentir el corazón roto, a pesar de que sentía que una parte suya estaba muriendo por todo lo que había ocurrido las últimas veinticuatro horas.
Eran demasiadas emociones
que no podía controlar y lo estaban desgastando a más no poder.
—Es que me hice daño y d
uele — le dijo revolviéndole el cabello
Hiro arrugó el ceño.
—¿Dóne dele? —preguntó poniéndose de pie.
El mayor le acarició la mejilla, apretándosela con ternura.
—Aquí, Hiro —murmuró llevando la
manito del niño a su corazón- me
rompieron el corazón, bebé.
El pelirosa miniatura comenzó a frotar su su mano contra su pecho, suspirando.
—Sana sana colita de lana, si no sana hoy, sanalá maniana— murmuró el pequeño con tono delicado— ¿Mejoooool, tío Kili?
El pelirrojo se rió , sintiendo sus ojos llenos de lágrimas otra vez.
—Sí, Hiro, se siente mejor ahora —le
revolvió el cabello, el niño poniendo una expresión satisfecha para volver a jugar.
Kirishima se giró, mirando por la ventana la llovizna de ese día, suspirando porqué no sabía qué estaba haciendo allí exactamente.
Ir a la casa de Ashido se sintió natural en su momento,desesperado por la situación en la que estaba, deseoso de encontrar una mano amiga que no le juzgara ni supiera toda la historia detrás de su amor desesperado por Bakugou
Mina, por supuesto, no dudó en
recibirlo en su casa, aunque se había disculpado porque no podía atenderlo debido a que debía ir a dejar a Hiro a la guardería mientras élla iba a trabajar.
Pero eso no le importaba a Kirishima, con tener un espacio donde Bakugou no le encontrara cuando descubriera la carta de divorcio firmada bastaba, aunque no sabía si Katsuki iría a buscarle.
Después de todo, ¿no había conseguido lo que quería desde el principio?
Sí, Katsuki debía estar satisfecho ahora, haciendo sus trámites mientras pensaba en la vida que compartiría con Uraraka de ahora en adelante una vez todo estuviera hecho.
Y él tendría que asumir que todo había acabado, que ahora estaba solo, que el hombre que amaba le había dejado, y sabía que dolería al principio, que costaría, que esa herida tardaría en curar (y puede que nunca curara por completo), pero era el precio a pagar para hacer feliz a Bakugou
Miró la boleta del avión sobre el
escritorio, avión que partiría a Los Angeles, en dos días, en un viaje donde buscaría alejarse de todo el daño para volver a repararse.
A las cuatro de la tarde fue en busca del niño a la guardería, y Mina le había avisado que llegaría en una hora más, así que estaba ahí, jugando con el hijo de su amiga para tratar de despejarse un poco.
No quería seguir llorando, no cuando su cabeza dolía tanto y sus ojos estaban tan hinchados y rojos.
El timbre de la casa sono.
Suspiró, poniéndose de pie.
—Quédate aquí, Hiro, iré a ver quién es— le dijo pasando a su lado.
—Está ben, tío kili —asintió el niño sin dejar de jugar con su pista de autos.
Camino hacia la entrada, pensando en que debería ser algún vecino que necesitaba de Ashido, y abrió la puerta.
Se encontró con los ojos de Bakugou
Abrió la boca, sorprendido, su mano moviéndose para cerrar la puerta, pero antes de poder hacerlo, estaba de pronto siendo empujado, las manos desesperadas de Katsuki tomándolo de las mejillas y tirando de él en un beso desesperado, feroz, lleno de sentimientos y dolor.
Jadeó contra la boca del rubio, atónito,sus ojos humedeciéndose también, y comenzó a sollozar sin entender lo que estaba ocurriendo.
—No te vayas —lloraba Bakugou contra su hombro, sin soltarlo—, no quiero el divorcio, mi niño, por favor, no te marches —tomó aire, sus mejillas húmedas— . Lo siento, lo siento tanto, mi amor, por favor, perdóname, te lo ruego, por favor...
El rubio soltó un sollozo ahogado
—Katsuki... — jadeo el pelirrojo sin mirarlo—,vete, por favor.
—No, no, no...—Bakugou se presionó
más contra él, sin dejar de llorar,—
perdóname, lo lamento, sé que soy un idiota, un imbécil, sé que no merezco tu amor ni nada que venga de ti, nunca te he merecido, lo tengo claro, pero por favor, Eijiro, te lo ruego, por favor, no me dejes, no puedo vivir sin ti, no puedo, te lo prometo...
Se quedó en silencio, sin moverse,
mientras su camisa quedaba húmeda por las lágrimas de Bakugou, incapaz de bajar la mirada, porque sabía que si lo hacía, que si le veía llorar, iba a
perdonarle todas las cosas del mundo.
—A-amas a Uraraka...—tartamudeó
con la voz temblando —, lo he... lo he asumido, Bakugou...
—¡No! ¡No, no, no!—gritó Bakugou sin soltarlo—. ¡No es así, mi niño, lo prometo! No la amo, no la amo, te amo a ti, a nadie más, lo he entendido ahora —Bakugou trató de volver a besarlo, pero Eijiro movió su cabeza, sollozando — Soy un tonto, un estúpido, lo sé, mi niño, porque lo entendí sólo ahora que ya te perdí, pero por favor, por favor, no me dejes... Te amo, te amo,te amo, eres mi compañero del alma, eres mi batería, eres mi esperanza, eres mi sol, eres lo más hermoso que tengo, por favor, perdona a esta mierda de persona, te lo ruego, te lo ruego, pequeño príncipe, lo lamento tanto... Sé
que todavía me amas, te lo...
—Ya no te quiero —susurró Kirishima sin mirarle — no te quiero, Bakugou...
—No —el rubio lloró con más fuerza, desesperado,— no lo digas...
—No te quiero —repitió el pelirrojo
hipando
Bakugou tomó aire, resquebrajado, y volvió a hablar, mirándolo a los ojos.
—Mi niño —su voz estaba quebrada
y trató de sonreír, aunque sus labios temblaban con tanta fuerza que no sabía si lo logró—, Treinta días, Kirishima
Eijiro parpadeó, moviendo su cabeza, y le miró en silencio.