Capítulo 15. Secreto de amantes.
El silencio reinó el lugar.
Me estoy acostumbrando a que...prefiere el silencio.
De todas maneras, su mirada dice tantas cosas.
―No me estoy equivocando, ¿cierto, capitán Causer? ―Inquirí mientras ladeaba la cabeza―. Su verdadero apellido es Lane.
Y entonces, lo escuché soltar una risa burlona, como si mis palabras lo divirtieran mucho.
―Definitivamente la creí más inteligente, ya veo que me equivoqué.
―No puede negar la verdad, capitán. Todo lo que dije es cierto.
Negó con la cabeza lentamente y avanzó un par de pasos.
―Sí, conozco a los Lane. De hecho los conozco mejor que nadie ―Se encogió de hombros―. Fui su empleado cuando era joven. Ese periodista tenía razón en una cosa; soy un huérfano del Abbey, pero era una parte de mi pasado que decidí dejar atrás el día que comencé a trabajar para los Lane. No haga caso de las teorías conspirativas, señorita Feramore, no le sientan bien.
―Teorías conspirativas ―Repetí, cruzándome de brazos―. ¿Esa excusa va a usar?
―No es una excusa, es la verdad ―Se encogió de hombros―. Fui el único que sobrevivió simplemente porque una hora antes, terminé en urgencias por una intoxicación. Es la única razón por la que estamos hablando ahora.
―¿Y qué hay de la foto en la que usted aparece? O me va a decir que mi vista es un asco y no es usted.
―Si se refiere a la foto familiar, sí, sí soy yo ―Respondió con total seguridad―. No tengo que darle explicaciones pero aquí tiene solo para que deje de indagar en mi vida: uno de los mellizos era muy fiestero, la noche anterior a la fotografía, por cierto una muy importante por el rango del capitán Lane, se puso la borrachera de su vida. No podía ni levantarse de su cama al día siguiente, así que su padre me pidió que posara en la foto para suplir al mellizo.
Reí.
―¿Espera que me crea eso?
―Si lo quiere creer o no, ya no es mi problema.
―Es irreal que un padre de familia le pida a su empleado que supla a su hijo en una fotografía importante.
―Le sorprendería lo que la gente es capaz de hacer para conservar las apariencias.
Negué con la cabeza.
Buen punto.
―¿Y qué hay de lo que dice Willy? Él ha dicho que usted no se parece en nada al Dean Causer que estuvo con él en el orfanato.
―¿Sabe quién es Willy Lawrence?
―No.
―Bien, le explico; Willy Lawrence es un reportero de la CNN que hace dos años, por poco pierde su empleo después de una hacer acusaciones falsas en contra del gobernador de Ohio, lo acusaba de desvíar fondos del Estado y destinarlos a comprar una mansión en Florida, por supuesto que se probó que era falso y el señor Lawrence quedó como todos los reporteros con los que seguramente usted ya se ha topado. Usted es una figura pública, señorita Feramore, sabe que los reporteros son capaces de decir cualquier cosa con tal de ganar unos dólares ―Me apuntó con su dedo―. No crea en las palabras de un difamador.
Me relamí los labios y asentí lentamente.
―¿Qué gana él acusándolo a usted de ser un usurpador?
―Esta noche fue a pedirme dinero a cambio de no revelar que fui un simple huérfano que cayó en la casa de esa familia masacrada. Es por eso que me ha seguido el rastro, solo quiere dinero ―Masculló―. Ahora, si su curiosidad ha sido saciada, no me haga perder más mi tiempo con esto.
Se dio la vuelta para ir a la puerta.
―¿Y qué diría mi padre si le comento todo eso? ―Pregunté al aire, adoptando una expresión pensativa―. Usted se ha acercado a mi familia solo por una cosa; cree que tenemos lazos con la mafia italiana. Y según sé, algunos afirman que a la familia Lane, la asesinó la mafia. ¿Qué viene a buscar? ¿Justicia?
Se detuvo.
―¿Justicia? ―Repitió, finalmente girándose―. ¿A mí de qué me va a servir tu justicia?
Incliné la cabeza.
―¿Entonces es venganza?
No contestó, pero su silencio fue la respuesta que necesitaba.
―Mientame todo lo que quiera, capitán, dígame que no es un Lane, que su familia no fue asesinada por la mafia y que Willy miente con todo lo que ha dicho ―Le hablé mientras me acercaba a la mesa de centro para tomar mi celular, al tomarlo me dirigí al hombre―. No le creeré absolutamente una palabra porque sus ojos y su cuerpo no me mienten. La frialdad en su expresión, el cómo se tensa ante la mención de mi apellido y sobre todo, el odio en sus ojos cada vez que escucha sobre mi padre. Usted cree que él lo ha hecho, por eso ha venido esta noche, porque si no quisiera perder el tiempo, entonces ni siquiera habría puesto un pie aquí después de lo que pasó la última vez.
Alcé mi teléfono y lo desbloqueé. Él siguió cada uno de mis movimientos.
―Podemos llamarlo y preguntarle si conoce a los Lane ―Continué hablando―, tal vez le interesará saber que accidentalmente dejó a uno con vida y ha venido a vengarse.
Antes que pudiera marcar el número, él llevó una de sus manos a mi muñeca y la otra la enrolló en mi cuello. Me empujó hasta que mi cuerpo impactó con fuerza en la pared detrás de mí.
Estampó mi mano hasta que solté el celular y este se destrozó en el suelo por el golpe.
―¿Qué hará? ¿Va a matarme para que él no se entere? ―Inquirí, tratando de zafarme de su agarre―. ¿Tanto le temes a que tu secreto sea revelado después de casi veinte años? ¿Temes que él sepa quién eres en realidad?
Apretó los dientes.
―¿Realmente cree que le temo al hombre que me destrozó la vida entera? ―Masculló lleno de rabia―. ¿Cree que quedó miedo en mí después de que su familia me quitó todo lo que tenía? El odio evapora cualquier rastro de temor, Lucifer.
Apretó con más fuerza.
―¿Lo ve? ―Susurré―. Su cuento de hace unos...minutos no fue más que eso; un cuento. Yo sé su verdad, capitán, sé quién es, señor Lane...
―Por eso prefiero asesinarla antes que vaya y despotrique su mierda con su padre ―Gruñó, pegándome más a la pared. Esta vez, su mano rodeando mi garganta comenzó a calarme más; me está dejando sin respirar―. ¿Cree que es la primera que lo sabe? ¿Cree que alguien más no ha muerto antes por ello? No he pasado los últimos dieciocho años protegiendo mi identidad sin haber manchado mis manos.
Logré zafarme con un golpe y sin perder tiempo, logré aturdirlo al golpearlo con un adorno que pude alcanzar. No le tomó tanto recomponerse a la jodida muralla frente a mí, porque tan pronto lo hizo, buscó atacarme y yo busqué defenderme.
Para su mala suerte, no le tengo miedo.
Y para mi buena suerte, sé luchar desde hace años y he perfeccionado mis movimientos con el paso del tiempo.
Lo pateé con fuerza en el costado cuando buscó tomarme del brazo.
Lo escuché gruñir.
―Cabrón loco ―Lo acusé, apretando los dientes.
―¿Y me lo dice usted?
De un momento a otro, volvió a irse sobre mí. Ambos caímos sobre la mesa de centro, causando que esta se rompiera con nuestro peso y que me lastimara la espalda. Escuché los ladridos de mi perro en el patio mientras Causer se encontraba aplastándome con su peso.
Ahora maldigo que sea puro músculo.
Enrollé mis piernas en torno a su cintura y mis brazos alrededor de su cuello para apretarlo con fuerza y obligarlo a soltarme. Masculló algo que no entendí antes de levantarme con facilidad para tirarme con fuerza hacia un lado, de nuevo golpeando mi cuerpo contra el suelo.
Me quejé y apreté los dientes.
Bastardo.
Lo vi sacar un arma de la cinturilla de su pantalón y apuntarme con ella, pero logré patear su mano, causando que un disparo se le escapara y la bala hiciera un hueco en la pared casi al mismo tiempo que el arma cayó de sus manos y terminara debajo del sillón.
Estampé mi pie contra su polla, causando que él se doblara en su lugar.
―Hija de...
Giré para levantarme y huir del lugar para bajar hasta el garaje. No perdí tiempo y abrí la puerta de mi coche para tomar el arma que escondo en la guantera.
Apenas estaba saliendo de él cuando una bala reventó una de las ventanas traseras.
―¡Hijo de perra! ¡Tendrás que pagarme un cristal nuevo!
Escuché sus pasos alrededor del auto, así que disparé en dirección a donde escuché el último.
Él alcanzó a resguardarse y yo lo único que conseguí, fue disparar a los controles de electricidad de toda la casa y que la luz se fuera por completo.
Ahora estamos a oscuras.
Tuve que moverme cuando él finalmente dio la vuelta al coche. La bala casi me alcanza, destrozó el retrovisor.
Rodé hasta el cuartito del garaje y me resguardé en él antes de que otra rafaga de disparos viniera en mi dirección y las balas destrozaran la puerta de madera.
Me asomé un poco y a él lo encontré resguardándose detrás de mi coche.
Disparé varias veces, pero el jodido hijo de puta sabe cómo esconderse, cómo evitar las balas al moverse con habilidad por toda la habitación.
Mi coche cada vez está más destrozado por las balas. Es un desastre de cristales por todas partes.
Escuché el sonido de su arma cuando quiso dispararme y esta no cedió.
―¿¡Te quedaste sin balas, amor!?
Gruñó.
De nuevo disparé.
Si alguien va a morir esta noche, no seré yo.
Otro disparo que por poco roza su hombro.
O tal vez si lo rozó. No estoy muy segura.
Cuando quise disparar, fue mi arma la que no cedió.
Revisé el cargador y maldije alto cuando no vi ni una sola bala más.
Miré los estantes de la habitación hasta que di con una caja de herramientas.
Un martillo.
Salí de la habitación y al verlo dirigirse hacia acá porque el cabrón jodidamente se ha dado cuenta de que el arma ya no tiene balas, entonces lancé el martillo en su dirección.
Pudo esquivarlo para después tomarme de los hombros y lanzarme hacia el auto. Rodé por encima del capó y terminé en el suelo.
Que cabrón.
Apoyé mis palmas contra el suelo y busqué levantarme. Me presioné el costado y anduve hasta la puerta para subir de nuevo a la casa. Caí de cara sobre las escaleras cuando él jaló mi pie para atraerme.
Solté un quejido.
Me giré y con mi pie libre, alcancé a darle un golpe en el rostro. Me soltó al instante y él también soltó un quejido que hizo que mi cuerpo entero vibrara.
Le di otra patada fuerte para que tropezara con los escalones y cayera hacia atrás. Afortunadamente para mí, así fue y yo tuve oportunidad de huir escaleras arriba.
Entré a la cocina, tomé uno de los cuchillos y cuando iba a girarme, él me tacleó con fuerza, haciendo que golpee mi espalda contra la encimera.
Pero que rápido es este cabrón.
Creí que seguía tirado.
―¡Stronzo!
Me frunció el ceño.
Y el gesto se borró cuando lo ataqué con el cuchillo, consiguiendo cortar un poco su brazo.
Tomó mi muñeca antes de que pudiera atacarlo de nuevo y la azotó contra los muebles detrás de mí.
Tomé la sartén y golpeé su cabeza. No conforme con eso, le di otros dos y lo tiré al suelo para que cayera sobre su espalda. Me acomodé a horcajadas y comencé a tirar puñetazos a su rostro de forma ruda, con todas mis fuerzas.
El cabello se me pegó al rostro, la sangre me hirvió por completo y ya ni siquiera sé si es por el enojo o...la emoción que corre por mis venas a causa de este hombre.
―¡Arpía loca!
Me tomó de los hombros y me tiró a un lado, haciendo que mi costado se golpee contra la encimera. Cada golpe que le doy o que recibo, es una sarta de gruñidos y jadeos.
Lo vi tomar la sartén para golpearme con él de la misma forma que yo lo hice.
Ah, hijo de puta.
―¡¿Qué tan cabrón se tiene que ser para golpear a una mujer indefensa?!
―¡¿Una mujer indefensa?! ¡Usted no es una mujer indefensa, es el puto diablo!
Alcé la mano para tirar del cajón encima de mi cabeza, consiguiendo que saliera disparado directo a su rostro. Él parpadeó varias veces, luciendo demasiado aturdido.
Lo tiré hacia un lado y me zafé de él.
Cuando corrí, él tomó el mismo cuchillo que yo y lo lanzó hacia acá.
Este terminó clavado en la pared.
―Creí que la puntería de todos los militares siempre era buena.
Tomé una de las sillas del comedor y cuando lo sentí detrás de mí, me giré para estamparla contra él. Se hizo añicos enseguida y él volvió a gruñir.
Casi me tropiezo al correr escaleras arriba para llegar a mi habitación. Aún escucho los ladridos de Sultán por el ruido, pero ese jodido perro traicionero es capaz de atacarme a mí antes que a Causer.
Después de todo, lo ha dejado pasearse por la casa sin hacerle nada. Ni siquiera le hizo algo cuando se metió a escondidas.
Escuché los pasos de Dean siguiéndome hasta acá. Cuando ambos llegamos a la habitación, él me tomó de la mano para lanzarme a la pared. La golpeó con su puño con la intención de darme el golpe a mí, pero alcancé a esquivarlo y él solo consiguió hacerle un hueco a la pared.
Me agaché y llevé mis manos a su torso con la intención de empujarlo y derribarlo. Grité de exasperación cuando él llevó las suyas a mis muslos para levantarme, girarse y correr conmigo en brazos hasta mi tocador mientras yo lanzaba golpes a todo él.
El choque de nuestros cuerpos rompió el espejo detrás de mi espalda. Me quejé de dolor y respiré agitadamente.
De acuerdo, estoy exhausta.
Él tomó uno de los trozos de cristal y rápidamente lo presionó contra mi yugular.
Esta vez, no me quedó nada más que quedarme quieta.
Él me miró a la cara.
Tiene un corte en su rostro, sangre manchando su camiseta blanca, justo en la parte de su hombro y su bíceps.
Ah, la bala sí lo rozó.
Está completamente despeinado, hay más golpes que seguro con la adrenalina que tiene, no le duelen nada.
Yo no estoy mucho mejor.
Soy un desastre; mi cabello es un desastre, el cuerpo me duele, mi vestido esmeralda está roto de los tirantes, el pecho y también está rasgado de la falda.
Mi corazón bombea frenéticamente.
Y mi respiración está demasiado agitada.
Nuestras respiraciones lo están.
Mis piernas rodean sus caderas.
Nuestros cuerpos encajan de la manera perfecta y estamos tan cerca.
Apreté los dientes cuando él presionó el cristal contra mi piel.
―Hazlo ―Mascullé, aún sin dejar de ver sus ojos―. Matame. Si eso te dará paz, si matar a la hija del hombre que destrozó tu vida, te dará el alivio que necesites, entonces hazlo.
No servirá de nada.
El gobernador no lloraría por mí.
Su cuerpo entero se tensó.
―Callese.
Tragué saliva por su jodida cercanía y su tono de voz.
Joder, el hombre está por asesinarme y yo me estoy poniendo caliente.
―Usted no quiere asesinarme, capitán Causer ―Susurré y me relamí los labios―, sabe muy bien que lo que quiere, es follarme.
Su delicioso aliento chocó contra mis labios y el mío chocó contra el suyo.
Escuché el ruido del cristal haciéndose añicos cuando él lo soltó.
Y entonces sucedió.
El tercer beso llegó.
Me tomó de la nuca y estampó sus labios contra los míos. Sus movimientos fueron exigentes y furiosos, cada movimiento tan duro que resulta completamente delicioso y embriagador. No pude evitar gemir contra su boca.
El dolor se evaporó por completo y solo pensé en el deseo arrasador que este tipo me provocó con un simple beso.
Y joder, de simple no tiene nada.
Es fascinante.
Siseó cuando llevé mis manos a sus hombros y el sonido me hizo sonreír sobre su boca.
Lo olvidé.
Desabotoné su camisa sin detener el beso y por primera vez, él no me lo negó. No se alejó y al contrario, llevó sus manos a mi vestido para terminar de romperlo.
Jadeé.
Se alejó un poco solo para que yo pudiera sacarle la camiseta y tan pronto la lancé, volvió a atacar mis labios hábil y hambriento por más. Llevó sus manos a mi culo y me alzó entre sus brazos para alejarnos del tocador. No logramos avanzar mucho, terminó estampándome contra el ventanal de la habitación.
―Dean...―Gemí cuando alejó sus labios de los míos para comenzar a besar mi piel.
Sus besos fueron posesivos, su tacto codicioso.
Me bajó de sus brazos y antes de que pudiera protestar por ello o quejarme por detenerse de nuevo, él me giró y me pegó al ventanal.
Si su esposa estuviera en casa, me vería las tetas mientras su marido se prepara para follarme.
Gemí de gusto cuando mordisqueó mi hombro, cuando se deslizó a mi cuello y besó ávidamente.
Su mano se deslizó por mi abdomen, bajó por mi vientre y se metió entre mis bragas. Cerré los ojos con fuerza y jadeé en el momento que sus dedos se movieron alrededor de mi entrada. Se deslizó con facilidad al humedecerme cada vez más con sus besos y sus roces.
―Por Dios ―Suspiré de gusto cuando dejó de torturarme con simples roces y decidió introducir dos dedos mientras que su pulgar frotaba mi clítoris.
Eché la cabeza hacia atrás, gimiendo una y otra vez mientras ambos disfrutamos la manera en la que me toca.
―No se detuvo hasta volverme loco por completo ―Gruñó en mi oído.
Sacó sus dedos de mí y al igual que la última vez, me obligó a abrir la boca para probarme desde sus dedos.
Delicioso.
―Si le sirve de algo; tomo la píldora.
Rió bajo por mis palabras.
Lo sentí desabotonar su pantalón y bajar el cierre. Después, tiró de mis caderas hacia atrás. Apoyé las manos contra el cristal cuando lo sentí entrar en mí con lentitud.
Joder.
Definitivamente nada en él es pequeño.
Absolutamente nada y puedo confirmarlo ahora.
Tragué saliva y gemí con fuerza cuando se adentró un poco más. Mis paredes lo apretaron, consiguiendo que él siseara de placer. Recargué mi frente contra el cristal cuando comenzó a penetrarme una y otra vez de una manera tan placentera que ni siquiera pude hacer nada más que gemir, jadear y dejarme llevar por completo como...como si él fuera una ola dispuesta a arrasar conmigo.
Sí, eso es, mierda.
Un tsunami que me está arrastrando.
Este hombre me arrastra y me condena con el placer que me hace experimentar.
Me nubla todos los sentidos.
Solo el infierno sabe cuánto me hizo esperar por esto.
Maldito.
―¡Joder! ―Chillé alto cuando se enterró en mí de nuevo.
Enredó su mano en mi cabello y tiró de mí para hacerme arquear la espalda. Su mano libre se deslizó hacia mi clítoris para comenzar a frotarlo, a estimularme más de por sí. Sus simples jadeos y gruñidos guturales y deliciosos, son más que suficientes, pero parece que él lo que busca es enloquecerme tanto.
―Lucille...―Masculló cerca de mi oído.
¿Esta es la primera vez que dice mi nombre?
Se escucha tan bien.
Quiero que lo diga de nuevo.
Quiero que lo diga mil veces.
Mi cuerpo sigue por inercia cada uno de sus movimientos, cada vez que empuja dentro de mí y descarga todo el deseo que siente por mí, todo lo que ha acumulado por semanas en las que ambos hemos tenido que guardarnos esta sed que en cualquier momento pudo acabar con nosotros.
Sé lo que le hago, perfectamente sé lo que he hecho con él todo este tiempo. Sé que lo conseguí y sé que finalmente, se rindió ante mí.
¿Eso me enciende más? Joder, sí.
Mi cuerpo se sacudió cuando el orgasmo me alcanzó. Gemidos altos y desesperados me rasparon la garganta en el momento en el que me corrí con fuerza. Tan solo unos movimientos más, él me alcanzó y se liberó en mi interior.
Jadeé al sentirlo palpitar aún dentro de mí.
Cuando me soltó, sentí que simplemente me caería de lo temblorosa que estoy.
Me giré para verlo y me recargué contra el ventanal esta vez de espaldas.
Mi corazón está tan agitado.
Dean y yo intentamos regular nuestra respiración.
Lo contemplé fascinada.
No lleva camiseta, así que puedo ver de cerca las placas militares que lleva colgadas en el pecho gracias a una cadena y esos tatuajes en su piel.
Son muchos.
Debajo de su ombligo, hay una viuda negra. Es grande e impresionante. A cada lado de ella, tiene un tatuaje diferente: piezas de ajedrez. Irónicamente uno es un peón y el otro es la reina.
En uno de sus costados hay un tatuaje de unas placas militares con las iniciales M.L y una fecha.
Matthias Lane.
Su padre.
Casi por encima de la araña, hay un águila con las alas extendidas. Unos centímetros arriba del águila de su abdomen, se encuentra el ojo de la providencia, ese está en medio de sus pectorales.
Tiene una serpiente negra en su clavícula derecha, como si estuviera enrollada en ella. En el lado izquierdo hay un cohete con muchísimos detalles que lo hacen ver magnífico. No es un tatuaje simple.
Tiene algunas frases por el pecho y algunos símbolos raros.
En su brazo izquierdo hay una calavera seguramente del tamaño de mi mano. Debajo hay una rosa y el tallo y las espinas rodean su brazo por enfrente y detrás hasta terminar en su muñeca.
En el brazo derecho, tiene más tatuajes, pero los que más me llaman la atención, son uno de una bailarina de ballet: como ese tipo de bailarinas que están dentro de una cajita musical y dan vueltas cada vez que le das cuerda. Ese está por su hombro.
Y el otro por debajo de su codo. Ese tatuaje es un alacrán casi del mismo tamaño que la calavera.
Otros tatuajes más pequeños llenan ciertas zonas de sus brazos y su torso; dagas, cuchillos, flores pequeñas, la cabeza de un toro en tamaño pequeño, fechas, dos escopetas cruzas y más.
Tiene demasiados.
Incluso tiene en los oblicuos.
Y fijarme en eso, hizo que bajara mi vista a su polla. Tengo total visión de ella porque su pantalón está desacomodado.
Su esposa tiene tanta suerte.
Excelente follando y muy bien dotado. Demasiado bien.
Él tuvo razón ese día; nunca había estado con un hombre como él, sobre todo con uno que llevara el control cuando siempre he sido yo la que lo hace.
Él me dejó la mente en blanco y lo dejé hacer de mí lo que quiso.
Una vez más enfoqué sus ojos.
―¿El Dios frente al que juraste fidelidad, aprobaría esto? ―Susurré, consiguiendo ganarme de nuevo esa mirada intensa que tiene―. ¿Aprobaría el que...finalmente hayas comido del fruto prohibido y hayas pecado?
Se relamió los labios.
―No diga tonterías.
De nuevo atacó mi boca con la misma voracidad que antes o más.
Llevé mis manos a su pantalón y busqué bajarlo, él pronto entendió el mensaje y después de tirar sus zapatos a quién sabe dónde, se quitó todo lo que aún llevaba.
Finalmente me alzó entre sus brazos y nos tiró en la cama, a él sobre mí y ahora sin nada estorbando más que mis bragas.
Se separó de mi boca y comenzó a descender por mi cuerpo, dejando un leve rastro de humedad con su boca. Llevé mis manos a su cabello y me arqueé debajo de él en el segundo que su boca atrapó una de mis tetas.
Mis ojos se cerraron y un jadeo suave escapó de mi interior apenas él rodeó mi pezón erecto con la punta de su lengua. Mientras lo hacía, no perdió tiempo para masajear el otro, incluso, para pellizcarlo suavemente con sus dedos. Mierda.
Chupó y lamió antes de cambiar de seno para hacer lo mismo, para repetir el mismo procedimiento que me derritió por completo.
―Capitán Causer, esto...esto se llama tortura.
Alejó su boca de mis senos para seguir bajando con besos por mi abdomen, mi vientre y hasta llegar a mis bragas.
Se alzó un poco para no estorbar cuando me las quitó y las lanzó lejos.
Luego separó mis piernas y sus ojos recayeron en mi coño empapado.
Me relamí los labios en cuanto noté su mirada salvaje y deseosa.
Sus ojos oscuros.
―He pensado en el sabor de su coño desde la primera vez que la vi, señorita Feramore...―Arrastró mi apellido―, y desde entonces me he preguntado si, ¿puede ser lo único dulce que hay en usted?
―¿Planea saciar su curiosidad esta noche? ―Susurré con el tono ahogado, débil.
Esbozó una sonrisa que me cortó la respiración de inmediato.
―¿Esta es la respuesta que necesita?
Un gemido largo y sonoro se me escapó cuando él acomodó su rostro a la altura de mi coño solo para deslizar sus labios alrededor. Después, su lengua se abrió paso por mis pliegues y solo eso bastó para que mi cuerpo vibrara y temblara como loco.
Su boca me cubrió, sus movimientos expertos nublaron mi juicio y solo atiné a apretar su cabello entre mis manos para mantenerlo justo ahí; probándome.
Su lengua volvió a deslizarse alrededor de cada centímetro húmedo y...mierda, mierda, en el momento en el que se enfocó en mi clitorís y succionó suavemente con su boca, simplemente fallecí.
Me arqueé sobre el colchón y me aferré más a él mientras continuaba con ese trabajo que tiene y que es volverme loca.
No puedo más.
No aguanto más.
―Lo quiero dentro de mí de nuevo, capitán. Lo quiero ya...
Tiré de su cabello para obligarlo a subir.
Sus labios acariciaron los míos.
―Su sabor puede ser letal para cualquier hombre, Lucifer. Es deliciosa.
Su boca cubrió la mía y en ese instante no desaproveché la oportunidad de llevar mi mano a su miembro para sostenerlo y masturbarlo.
Lo apreté y dejé que mi mano bajara y subiera.
―Mmh ―Masculló contra mi boca, antes de morder mi labio con fuerza.
Que hombre.
Lo guié a mi entrada y de un momento a otro, con un movimiento hábil y duro, me invadió una vez más.
Fue mi turno de morderlo cuando volvió a marcar un ritmo de entrada por salida que me resultó incluso mejor que la primera vez.
Su cuerpo se amolda perfectamente al mío y nuestros movimientos sincronizados y ansiosos, no dejan de ser tan jodidamente placenteros.
Me está llevando a mi límite.
Mi cuerpo está desgastado, pero no quiero detenerme, no quiero parar. Solo quiero tomarlo todo de él y que él tome todo de mí.
Pasé mis manos sobre su espalda y presioné mis dedos en su piel. Él tocó mi cuerpo, acarició cada zona de mí al mismo tiempo que me enardecía con su simple roce.
Las placas en su pecho se rozaron contra mis senos cada vez que él entraba y salía de mí, la frialdad del metal causaba que escalofríos suaves me recorrieran cada vez que se rozaban contra mi piel.
―Capitán...―Mi tono fue ahogado―. Dios...
Me aferré más a él, lo besé con más exigencia y anhelo después de que sus movimientos se hicieran más toscos, más rudos y más profundos. Arremetió contra mi cuerpo una y otra vez, robándonos a ambos gemidos de placer que abarcaron cada espacio de la habitación.
Se separó de mi boca solo para llevar sus labios a mi cuello y...
Marcarme.
―¡Que cabrón!
Llevó sus manos a las mías para pasarlas por encima de mi cabeza. Apretó mis muñecas contra el colchón y se alzó un poco para verme a los ojos.
Los suyos están tan oscurecidos por el placer y el deseo.
―Mañana cuando se mire al espejo, quiero que recuerde que el hombre que destrozará a su familia y a su apellido, acaba de follarsela esta noche.
Mi siguiente protesta se vio interrumpida cuando otra embestida me azotó. Esta se llevó todas mis palabras.
Por segunda vez en la noche, me corrí con fuerza. Me retorcí, temblé y grité bajo su cuerpo, siendo su prisionera. Intenté respirar, intenté tomar aire pero simplemente me es imposible y no puedo hacer nada más que jadear mientras siento que esa presión en mi vientre es liberada con violencia.
Gruñó y apretó mis manos con más fuerza cuando él mismo obtuvo su placer solo segundos después que yo. Cayó derrotado encima de mí, tanto que pude sentir su respiración agitada y su corazón alocado retumbando contra el mío.
Otro escalofrío me recorrió cuando salió de mí cuidadosamente para tumbarse a mi lado solo para intentar recuperarse.
Ahora entiendo por qué su esposa me hizo una escena de celos.
Nadie es tan estúpida como para dejar ir a un hombre que te complace de una forma maravillosa en la cama.
Me giré para mirarlo y le dediqué mi mejor sonrisa.
―Parece que hoy no recordó que está casado.
Me miró mal.
―Y parece que usted no recuerda lo que es la moral.
Fruncí los labios.
―Al menos no he sido infiel.
Puso los ojos en blanco.
―Pero en fin, eso no importa ahora ―Hice un gesto desinteresado con la mano―. Yo lo que quiero saber, es otra cosa.
―¿El qué?
―¿Qué le hizo al Dean Causer original? ―Sentí que se tensó al instante al escucharme.
―No haga preguntas estúpidas ―Masculló.
―De acuerdo, pero al menos dígame qué mellizo me cogió esta noche. ¿Nolan o Matty?
Su gesto se endureció.
Se levantó y comenzó a buscar su ropa. Sus movimientos fueron tensos, llenos de rabia.
Cuando comenzó a ponerse los pantalones, me dio la espalda y solo así pude ver más tatuajes en ella.
Acabo de desarrollar una debilidad por los hombres tatuados.
Me incorporé solo para sentarme en la cama y poder pasar mis dedos por sus tatuajes.
Se alejó de golpe.
―Ouch. ¿Ya comenzamos con los rechazos, mi capitán? ―Me llevé una mano al pecho―. Creí que nuestra relación se volvió cercana. Después de todo, los amantes se comparten los secretos.
―Usted no es mi amante.
―Según algún diccionario, amante es la mujer que se folla a los hombres casados. ¿Acaso no recuerda que tiene esposa? ―Ladeé la cabeza―. Una muy afortunada déjeme decir. Su hombre es excelente en la cama.
―¿Eso es lo que hará? ¿Bromear con toda esta situación?
Alcé las cejas.
―¿Lo que quiere es que me arrepienta entonces? ―Inquirí―. Si no sentía culpa por desearlo antes de follarlo, ¿qué le hace pensar que la sentiré ahora que tuve lo que quería? No, creo que me esforcé mucho por hacerlo mío y de algo así no voy a arrepentirme.
Su mirada gélida se posó en la mía.
―Usted es...
―¿Mala? ―Lo interrumpí―. ¿Una arpía cruel y sin moral? Usted sabía exactamente como soy antes de meterse entre mis piernas, capitán. De hecho, eso es lo que le fascinó tanto como para desear hacerme suya y no poder contenerse más ―Mi tono fue amargo―. Una follada no me volverá una mujer dulce y arrepentida que irá a arrodillarse a la iglesia para que sus pecados le sean perdonados. Que no se le olvide que soy una Feramore y que después de lo que mi apellido le hizo al suyo, no puede esperar que yo sea diferente a todos ellos. Lo llevo en la sangre, señor Lane.
Lo noté apretar los dientes, pero no dijo nada.
Simplemente terminó de buscar sus cosas y se encaminó a las escaleras.
―Ah, le enviaré la factura de la reparación de mi auto.
Soltó una risa amarga y entredientes.
―Descuide que pagaré lo que sea con tal de no volver a lidiar con usted.
Y finalmente lo noté bajar las escaleras.
Me dejé caer en la cama y me estiré sobre ella de manera perezosa y satisfecha.
***
La música alta me taladra los oídos.
―Ese bombón me está mirando ―Canturreó Carla mientras miraba detrás de mí―. ¿Debería ir a bailar con él?
Miré por encima de mi hombro para localizar al desconocido que se come a Carla con la mirada.
―¿No acabamos de llegar?
―¡Ay, lo sé, pero no es mi culpa que quiera divertirme ya! Tú te marcharás temprano.
―No es mi culpa, mañana debo reunirme con el nuevo editor que me asignó Elaine Vaughn ―Me encogí de hombros―. Creo que se llama Aarón o algo así me dijo ella.
Sacudió las manos.
―No hables de trabajo, estamos aquí para divertirnos.
De hecho, estoy aquí por trabajo.
Suspiré.
Da igual.
―Los hoteles serán inaugurados en un mes ―Le informé a la rubia―. Escuché a Fabrizio y al gobernador festejando por ello.
Ella gruñó.
―Entonces el bastardo de tu padre lo consiguió.
―Eso parece.
Mi padre desvió fondos del Estado para la construcción de dos hoteles. Dos complejos enormes de cincuenta pisos y cientos de habitaciones. Uno está al lado del otro y cuenta con un total de cuatro piscinas y jacuzzis en el área de descanso.
Eso no sería importante si...no fuera por lo que escuché.
Al parecer los últimos dos pisos de cada uno serán utilizados como centro de reunión para todos esos políticos y hombres de poder que elegirán a que pobre mujer utilizar como su esclava sexual por una noche.
Es una jodida secta de esclavitud a las mujeres para dar placer.
Por supuesto es un lugar exclusivo y nadie sería capaz de entrar ahí, ni siquiera la policía que está comprada por mi padre.
Me enteré de lo de los últimos pisos gracias a la memoria que le quité al consigliere.
Claro que mi padre no figura como accionista, siendo que por su cargo en el gobierno, no se vería nada bien, pero es la cabeza de ese negocio.
Si la gente se entera de esto o si alguien más poderoso que él lo hace, comenzarían a investigar el hotel y si tienen suerte, tal vez podrían encontrar su nombre ahí.
Tenemos los recursos, pero...¿usarlos para esos dos hoteles que cuestan una fortuna?
No, él ha usado dinero del pueblo para hacer crecer su imperio.
Y el cabrón es tan inteligente, que nadie se ha percatado de ello. Sabe cómo hacer sus jugadas, perfectamente lo sabe.
Aunque siempre puede fallar en algo.
El fallo puedo ser yo.
Voy a quitarle sus torres.
Y para eso, esta información me es muy útil.
Todo a su tiempo.
Ahora mi objetivo está sentada en el área VIP con un par de hombres y otra chica.
Fabiana bebe, ríe como una estúpida colegiala y se le insinúa a uno de los hombres que no para de manosearla.
Disimulé una sonrisa detrás de mi copa cuando el actor de confianza que personalmente contraté, le mostró la bolsita a Fabiana. Esa misma que yo compré y esa misma que yo le di.
Ella pareció insegura cuando él señaló que fueran a otro lugar.
Besó su cuello y la acarició hasta que logró convencerla.
Los vi levantarse.
―Carla, cielo.
Alzó una ceja.
―¿Qué pasó?
―Ve a bailar ―Señalé la pista―. Regreso en un segundo.
Se levantó de un salto, se llevó las manos a las caderas y posó para mí, casi mostrándome su culo gracias al vestido corto y pegado que lleva.
―Mami irá a cazar a un hombre.
Se alborotó el cabello y caminó hacia fuera del área privada para ir a la pista. Contoneó las caderas con cada paso, levantando las miradas lujuriosas y hambrientas de muchos hombres alrededor.
Me levanté de mi lugar y seguí a la pareja feliz hasta las habitaciones privadas del club nocturno.
El más exclusivo de todo Chicago.
El hombre por supuesto que dejó la puerta medio abierta, porque es eso lo que le indiqué.
Me recargue contra la pared y miré hacia adentro.
Ella está sentada en sus piernas y lo besa.
―¿Es muy buena?
―Joder, sí ―Le respondió el hombre―. La mejor. He visto al hijo del fiscal consumirla y alardear de que es lo mejor que ha probado. Yo mismo la he consumido y es irreal lo que te hace sentir.
―¿Es muy fuerte? Mi madre me mataría si se entera de que me han convencido para meterme esta mierda después de tratar de rehabilitarme.
―Eso de la rehabilitación es una mierda. Eres joven y caliente, nena ―Por poco río a causa de las palabras del actor―, ¿por qué no mejor pasarla bien? Follar después de consumir esto, es una experiencia única.
Ella lo miró.
―Dámelo.
Él lo preparó para ella, exactamente como le indiqué.
Esperé atentamente...
Y pasó.
Esbocé una sonrisa enorme que reflejaba la maldad pura que se apoderó de mí hace años. Esa satisfacción corriendo por mis venas al ver el inicio de su destrucción.
Y ni siquiera tuve que esforzarme.
Solo tuve que mover los hilos.
Pero...eso siempre es sencillo.
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N/A.
Buenaaaaas
YO SÉ, YO SÉ QUE ESPERAMOS MUCHO POR ESTO
Espero que lo hayan disfrutado y que la espera haya valido la pena.👀💘
Capítulo dedicado a KozlovLacrontte y a amfbooks_
Espero que les haya gustadooo, bellas.💘💘💘
Nos leemos pronto.
Besooos.💋