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Todo por ti

By Iwaskitty

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Él es capaz de entregarle su propio corazón con tal de pertenecerle. Desde que la conoció en aquel bosque, ca... More

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1. La vida de Tara
2. El nuevo estudiante
3. Una ayuda no viene de más
4. Eres hermosa
5. Segunda nota
6. Cena grupal
7. La otra cara de la moneda
8. El cumpleaños de Henry
9. Nerviosismo
10. Primer desaparecido
11. Misterios a la luz
12. Otro a la bolsa
13. Gustos oscuros
14. La liebre y el lobo
15. Saturada
16. Filo en punta
17. Cita única
18. El mejor cazador
19. ¿Gesto tierno o bizarro?
20. Su primer contacto
21. No hay peor idea
22. El colmo
23. Igual de rápido que ingenuo
24. Finalmente... mía
25. Lo que las apariencias ocultan
26. Todo se debe a las hormonas
27. Que Diosito se apiade
28. Sinfín de problemas
29. La única que sale herida
30. Un pequeño lado oscuro
31. Sorpresa, bella Tara
32. Detalles lindos, trasfondos turbios
33. ¿Ya pasó lo difícil?
34. La fiesta de caridad
35. El cuarto del Museo
36. Bunny, un nuevo amigo
37. Entrando en la intimidad
38. Un momento inolvidable
39. Algo sucede con Johan
40. Tragedia fúnebre
41. Quebrado
42. Poca estabilidad
43. La gota que rebalsó el vaso
44. Su verdadera cara
45. Espera eterna
46. Hora de tomar medidas
47. No tan malo como parece
48. Cuestión de costumbre
49. Mejoras
50. Visita sorpresa
52. ¿Otra vez?
53. Un Johan distinto
54. ¿Sí o no?
55. Hierba mala nunca muere
56. Conexión única
57. Necesitado
58. Ahora sí, la pareja perfecta
59. El favor
60. Conociendo al cuñado
61. Horas antes
62. Pésimas circunstancias
63. Mi héroe
64. Cada día más locura
65. Buen chico
66. El pasado Pt.1
67. El pasado Pt.2
68. El pasado Pt.3
69. El pasado Pt.4
70. Para despejarse
71. El cobertizo
72. La peor cara
73. No te dejes engañar
74. No me dejes
75. Libertad
76. Asesino
77. Cachorrito
78. ¡Cathy's party!
79. LSD
80. Blackout
81. Nuestro secreto
82. Leonard Cooper
83. Mío
84. Escena de celos
85. Sus tesoros
86. De mi propiedad
87. Desenredo
88. Calumnia
89. Pérdida y perdida
90. Una prueba más
91. Colapso nervioso
92. Oh... Lizbeth
93. Pasión sangrienta
94. Media naranja
95. ¿Cuántos problemas más?
96. El día de Tara
97. Padre e hija
98. Emily y Víctor
99. Todo por ti
100. Felices hasta la muerte

51. Se acabó

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By Iwaskitty

⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Luego de despedirnos volví a la planta donde el señor Scott me esperaba en uno de los tantos asientos de espera, donde se encontraban otras pocas personas leyendo revistas o utilizando el teléfono. La mujer me agradeció por la visita y preguntó si pronto iba a volver, a lo que terminé arreglando una cita para mañana a la misma hora.

— Gracias por traerme —le dije al señor Scott que estacionaba su auto frente mi casa.

— Por nada, Tara —sonrió amablemente en lo que yo me quitaba el cinturón de seguridad a punto de bajarme del vehículo, pero antes se me ocurrió preguntarle algo.

— ¿Usted... cree que yo podría volver con Johan? —lo miré y él a mí— Cuando él estaba lejos yo lo extrañé, e incluso... creo que lo quise, pero ahora que estuvo frente a mí volví a sentir el odio de antes.

— Es cuestión de tiempo que tus sentimientos se organicen, y ese tiempo de seguro será el mismo en el que Johan estará mejorando acerca de su obsesión.

— ¿Debo estar todos estos días sufriendo? —pregunté preocupada.

— No es sencillo sanar un corazón roto, pero antes de tomar cualquier decisión necesitas pensarlo. ¿A ti te gustaría seguir con Johan?

— Sí, pero me duele verlo. No me siento capaz de salir con un asesino.

— Tara, ¿acaso olvidas a quiénes asesinó? —fruncí las cejas sin saber cómo sentirme ante la pregunta— ¿Johan en algún momento le hizo daño a alguien importante para ti?

— No, sólo lastimó a quiénes me lastimaron a mí... pero hoy me dijo que mataría a un amigo mío, todo por celos.

— ¿Aiden? —me sorprendí.

«¿Cuánto sabe este hombre?»

— Sí —evité mostrarme muy asombrada—, pero le dije que no lo haga.

— Tú pones los límites en la relación. Si tú le dices a Johan que pare, él lo hará, sobre todo si está por cometer algo que podría herirte —me miró atento al esperar una respuesta, pero yo seguía repasando aquellas palabras en mi mente— Ese es el lado bueno de su obsesión.

— Un amigo me dijo hace mucho que podía ser peligroso llevarse con mi acosador, porque llegaría el punto donde yo no querría estar con él, y ante la impotencia de no poder estar juntos me terminaría asesinando —dije con una cara de preocupada que lo hizo reír.

— Entiendo, pero Johan es completamente distinto. ¿Por qué mataría a su razón de vivir? Johan está enfermo de la cabeza, eso está claro, pero es una enfermedad que, aunque no lo creas, te protege y beneficia. Él le haría daño a cualquiera, excepto a ti.

— Pero... ahora que está mejorando aquella obsesión puede que cambie de opinión.

— No se le irá el amor por ti, Tara. Johan seguirá teniéndote arriba de todo, sólo que sin rebajarse tanto, y también intentando no ser tan dependiente de ti. Es un esfuerzo que necesita de muchas personas, pero... él va a mejorar, y sólo sacaremos cosas buenas de eso.

— Es molesta la espera —suspiré comenzando a quitarme las uñas por quinta vez en el día.

— Más molesto es cómo sigues arruinando tus manos tan lindas —abrió la guantera del auto para tomar una lima de uñas, así dármela— Ten, debes arreglar el desastre que te hiciste.

— Gracias —dije un poco avergonzada— Se la devolveré mañana.

— No es necesario, tengo de sobra —sonreí de lado.

— Claro... Gracias, señor —abrí la puerta del auto para bajarme, así mirarlo—, y gracias por traerme, llevarme, y aconsejarme tanto. Prometo que se lo compensaré —él rio.

— Por nada.

Me despedí del señor Scott y con pocos pasos ya llegué a la entrada de mi casa. Abrí la puerta y Min me recibió como siempre, revisando mis cosas, en este caso los bolsillos de mi falda. Fue en eso cuando el doctor salió del sótano para saludarme.

— ¿Cómo te fue en lo de Chris, linda?

— Bien... Nada nuevo, realmente —fui hacia él una vez que Min acabó de revisarme— ¿Podemos cenar? Estoy hambrienta.

— Por supuesto, ahora le aviso a Yoo —notó la falta de mi mochila por lo que frunció sus cejas— ¿Y tu mochila?

— La olvidé en lo de Chris —sonreí algo nerviosa— Mañana me la dará cuando pase a buscarme, y... me gustaría volver a su casa al salir de clases.

— ¿Otra vez?

— ¿Por favor? —sonreí con más confianza.

— No tengo problema en que vayas, pero... ¿está todo bien? No hablamos hace mucho, y no te veo de buenos ánimos —dijo un tanto preocupado, haciéndome disminuir la sonrisa— ¿Cuándo me dirás que sucedió con Johan?

— No sé si decirle porque... usted podría hacer que termine con él.

— ¿Qué? —preguntó confundido, y algo ofendido— ¿Por qué yo haría eso? Creí que dejé claro que no quiero verte mal. No tengo derecho a hacerte terminar con tu novio.

— ¿Incluso... si está un poco mal?

— ¿"Poco mal"? —repitió mis palabras para que especifique.

— De la cabeza. Él... está... mal de la cabeza.

— ¿Qué tanto? ¿Por qué lo dices? ¿Te hizo algo? —me atacó con unas preguntas que me pusieron algo nerviosa.

— No me hizo nada, simplemente... estamos pasando por algo difícil, y... Johan está en un lugar especial —entrecerré mis ojos no muy segura de cómo decirlo. Sabía que apenas dijera "manicomio" el doctor se pondría loco.

— Linda, no des vueltas, sabes cuánto detesto que no vayas al grano.

— Lo diré si promete no enojarse.

— No puedo prometerlo.

— ¿Es decir que me separará de él?

— No tengo ese derecho.

— Pero puede que odie que yo sea su novia, y no me gustaría vivir sabiendo eso.

— Sólo dime qué pasa —suspiró impaciente.

— Johan está en un manicomio —agaché la mirada para no ver su reacción, pero el silencio tan opresivo y tenso ya dijo suficiente— No es un loco violento ni nada de eso —mentí para despreocuparlo—, y no me hizo daño. Está allí por otras razones.

— Sé cuál es la realidad de los manicomios, Tara —lo miré, y notar su expresión tan suave me alivió— Mientras no te haya puesto un dedo encima, yo estaré tranquilo.

— ¿No... va a juzgarlo ni nada?

— No tengo por qué hacerlo. De seguro terminó allí por problemas personales, y no me incumbe saberlos, pero ahora dime, ¿lo fuiste a visitar sin avisarme?

— Eso... fue sólo hoy. Hoy me enteré que está en un manicomio, y fui a visitarlo sin pensarlo mucho, pero mañana quiero volver.

— ¿Recién hoy te enteraste? —preguntó extrañado— ¿Qué hay de los otros días? Si llevas casi un mes sintiéndote mal.

— Tuve una pelea con Johan y no supe más de él hasta el día de hoy. Fue una semana luego de la discusión que fue metido a un manicomio —él asintió al entender— Mañana... puedo ir a visitarlo, ¿verdad?

— Por supuesto, le diré a Min que te lleve.

— ¿Min? —pregunté un tanto desconcertada— Ya tengo a alguien que me lleve.

— ¿Chris?

— Eh... No... —aclaré mi garganta— Es... Eh... Es complicado, pero el jefe de Johan.

— ¿Disculpa? —alzó sus cejas sorprendido— ¿Quién?

— Es el jefe de Johan en el taller mecánico, pero también es como una figura paterna para él, y es súper buena onda, se lo prometo, doctor —sonreí optimista, pero su rostro tan serio me quitó las ganas— Es un gran hombre. Mire, me regaló una lima de uñas —la saqué de mi bolsillo para enseñársela.

— No me agrada la idea de un hombre desconocido llevándote a un manicomio.

— Pero es desconocido para usted, yo sí lo conozco y me cae muy bien.

— ¿Dijiste que era la figura paterna de Johan? —asentí.

— Fue una gran persona que cuidó de él por muchos años, y siempre ayudó a Johan para que me pueda conquistar.

— ¿Y también es su jefe?

— Sip, en el taller mecánico.

— ¿Johan es mecánico? —preguntó algo incrédulo.

— Uno excelente —volví a sonreír, y él suspiró un poco.

— Lo hablaremos en la cena, ¿sí? Ahora ve a lavarte las manos, le avisaré a Yoo que prepare la comida.

— Está bien —guardé nuevamente la lima.

Durante la cena tuve que contarle al doctor acerca del señor Scott. Claramente no conozco mucho a ese hombre, pero imagino que puedo confiar en él si es una persona tan importante para Johan. Por suerte convencí al doctor y me dio permiso de ir al manicomio luego de clases.

El siguiente día Chris me vino a buscar en su auto y no se aguantó las ganas para preguntarme qué había hecho ayer, y no me quedó más opción que contarle lo mismo que le dije al doctor. Obviamente me ahorré los comentarios acerca de Johan siendo un asesino, o Johan estando loco por mí, o cualquier cosa demasiado personal que no le agradaría a Chris.

Las clases pasaron en un santiamén y ya me encontraba en el taller mecánico esperando a que el señor Scott termine de hablar con un cliente que venía a buscar su motocicleta.

— Que tenga un buen día —se despidió el señor Scott y el hombre le sonrió como despedida para retirarse, permitiendo que yo pueda acercarme.

— Hola, señor —le sonreí con ambas manos detrás de la espalda.

— Hola, Tara. ¿Ya estás lista para ir?

— Así es, pero antes quiero regalarle esto como agradecimiento por lo de ayer —enseñé la caja de galletas que había escondido detrás mío, notando como sus ojos brillaron instantáneamente— Me ayudó mucho, y hoy me siento de mejor humor.

— Vaya... No imaginé que... Bueno, gracias, Tara —tomó la caja rosada, que tenía una pequeña ventana de plástico donde se veían las galletas— Se ve delicioso.

— Las hizo mi chef, y es un excelente cocinero. Siempre pone la cantidad perfecta de chispas de chocolate.

— Voy a disfrutar de esto con un buen té... Espera las guardo, ¿sí? —asentí y él se dirigió a su oficina.

[...]

— ¿De qué hablarás con Johan cuando lo veas?

— De muchas cosas... El problema es que esas cosas de seguro generarán discusiones —descansé mi cabeza en el respaldo del asiento para observar por la ventana los tantos edificios.

— ¿Por qué lo dices, exactamente?

— Porque... Johan responderá cosas que no me gustarán, y yo volveré a sentir todo lo que sentí aquella noche en el bosque.

— No hay manera de cambiar eso —suspiré decepcionada.

— Lo sé.

El silencio cesó una vez más en el vehículo, haciéndome creer que tal como ayer tendríamos un viaje callado, pero al parecer eso no era del agradado del señor Scott.

— ¿Te parece si pongo la radio? —me miró.

— Está bien —respondí un tanto indiferente.

Acercó su mano a la radio del auto y la encendió para ir cambiando canales hasta encontrar algo que parecía ser interesante. Llegó a uno donde un par de personas indicaban las noticias del día, como el clima, cosas acerca de la economía, etcétera.

No fue hasta cinco minutos después cuando los locutores mencionaron una noticia que no hizo más que arruinar el ambiente tan sereno que había en el auto.

Mientras tanto, la policía sigue buscando desesperadamente cualquier pista que ayude a localizar a las víctimas o al culpable de esta serie de desapariciones —un hombre de voz gruesa fue informando, y yo me sentía tensa de tan solo oírlo— Hasta ahora, todas las investigaciones parecen ser infructuosas y no llevar a nada.

Así es, cada vez parecen estar más lejos de resolver el misterio —continuó una mujer— La población sigue siendo instada a mantenerse vigilante y tomar precauciones para evitar las áreas peligrosas de la ciudad, así como evitar salir por la noche.

Las autoridades siguen trabajando incansablemente para resolv- —no se escuchó más que el señor Scott cambió la radio para poner algo de música.

— ¿Te gusta el estilo pop? —intentó alivianar la tensión que esa noticia había dejado, pero mucho no funcionaba— A mí me encanta Dua Lipa, no te voy a mentir. Debe haber algo de ella por aquí... —continuó cambiando canales.

— ¿Qué pasará si atrapan a Johan?

El señor Scott suspiró al saber que su distracción no serviría, por lo que simplemente apagó la radio y volvió su vista a la calle.

— Es imposible que lo atrapen. Le enseñé todo lo que sé, y eso incluye esconderse a la perfección.

— ¿"Todo lo que sé"? —recalqué esas palabras algo extrañada— ¿Qué significa eso?

— Nada importante, es una manera de decir. Lo que sí importa es que Johan es un chico muy inteligente que ocultó cualquier rastro posible, y no tiene cómo ser descubierto.

«Eso espero»

— Mejor ponga algo de Dua Lipa —dije ahora siendo yo quien intentaba relajar el ambiente.

— Perfecto —sonrió entusiasmado y encendió nuevamente la radio.

Una vez que llegamos al manicomio hicimos el mismo recorrido que ayer. El señor Scott se quedó esperando en la planta baja y yo fui acompañada de una enfermera al sitio de visitas. Me dijo que esperara y salió a buscar a Johan, mientras yo tomaba asiento en la mesa, mirando la puerta con atención.

Esta vez no me encontraba nerviosa, un poco, pero mi cuerpo no reaccionaba exageradamente a ello. Pocos minutos pasaron y Johan apareció con una sonrisa de oreja a oreja, demostrando cuán emocionado estaba de tenerme aquí, y aquello me generó bastante ternura.

Su sonrisa era una de las cosas más lindas que había visto, sobre todo con esos dos piercings que nunca dejaban de sentarle bien, lástima que mis recuerdos oscuros acerca de nuestra relación arruinan esa ilusión.

— Sí viniste —tomó asiento frente a mí— ¿Cómo estás hoy? ¿Te sientes bien? ¿Sigues molesta por lo de ayer?

— Estoy bien —respondí algo extrañada por su comportamiento ciertamente infantil, pero tampoco me molestaba, era lindo— ¿Tú? ¿Cómo te fue hoy?

— Bien, ya hice mi terapia individual, la grupal, desayuné, almorcé, hice manualidades... —se perdió un segundo en sus pensamientos— Demasiadas cosas —me miró—, pero hay algo más importante que te quiero mostrar.

— Claro, muéstrame.

Sin quitar la sonrisa de su rostro, Johan dejó unas cuantas hojas en la mesa que tenían nada más que mi nombre en pintura negra casi ocupando todo el papel, y cientos de corazones rosados y rojos alrededor. Las siete hojas eran idénticas, tal vez intercambiando colores y poniendo corazones rosas dentro de los rojos, pero realmente eran todas las pinturas lo mismo.

— Tengo más, espera —lo miré y dejó cinco hojas más, éstas eran distintas. Eran dos atardeceres, una habitación, una noche estrellada, y un bosque. Todos con una pequeña dedicación a mí en la esquina inferior derecha.

Decían "Para mi bella Tara", y eso me revolvía el estómago. No sólo por el gesto tan tierno, si no, por los recuerdos. Bunny me había dicho lo mismo la primera vez que me mandó una carta para que lo vea en un callejón, donde pronto me llevaría a ver el cuerpo de Jacob.

Di la vuelta y noté un sobre rosado en el suelo. Sin pensamientos que se me crucen por ver un sobre completamente misterioso en mi habitación, lo recogí y di vuelta, donde se encontraba una pequeña escritura a mano.

"Para mi bella Tara"

Dejé salir una pequeña sonrisa imaginando de quién se trataba y volví a voltear el sobre, esta vez para abrirlo. Estaba cerrado con un sello en forma de corazón, era muy romántico, pero al abrir el sobre y sacar la carta de adentro mi sonrisa disminuyó ante las manchas de sangre fresca.

Los recuerdos no eran muy lindos, mucho menos ahora que sé quién realmente envió aquella carta, pero evité hacerme mala sangre y observé las pinturas de Johan con admiración. Decía no ser un gran artista, pero veo bastante talento.

— Son hermosos —acerqué la pintura del bosque, notando un cobertizo entre los árboles.

«Ese... estúpido cobertizo... ¿En serio lo pintó?»

— Ese es el bosque donde trabajo. Oliver me dijo que es muy buena idea pintar tus sueños, y la noche anterior había soñado con el bosque, así que lo pinté —acercó su mano para apuntar hacia el cobertizo— ¿Lo ves? Incluso hice como si la luz dentro estuviera encendida —dijo con un entusiasmo que me imposibilitó no sonreír.

— Sí, es un gran detalle.

— Y este... —acercó la pintura de la habitación casi vacía— es donde duermo ahora. Mi cuarto actual.

— ¿En serio? —pregunté sorprendida— ¿No es muy... vacío y blanco?

— No necesito más. Luego, estos dibujos son simples fotos que los enfermeros me dieron para que pueda copiar.

— Todo es muy lindo, Johan —lo miré— Saldrás de aquí siendo un artista profesional —reí para levantar un poco el humor, y sus mejillas se tornaron rojas en un instante.

— Gracias —sonrió algo nervioso y continuó mirando las pinturas sin atreverse a mirarme a los ojos— Los hice para ti, así que puedes quedártelos... —rascó su nuca haciendo más obvio sus nervios.

— ¿Son todos para mí? —pregunté complicada para reaccionar apropiadamente a eso, y él asintió— Pues... Gracias, son hermosos.

— Tengo algo más —lo miré y él dejó una pulsera rosada en la mesa— La hice para ti.

Hice a un lado las pinturas para tomar el brazalete y verlo de cerca, sonriendo inconscientemente ante los detalles por la organización de las bolitas. Eran intercaladas, cada tres bolitas rosadas había un pequeño diamante del mismo color, y luego tenía cada letra de mi nombre en diminutos cubos blancos, junto con un dije de una flor.

— Tiene tu nombre —se acercó para señalar aquellos cubitos—, y le puse una flor porque sé cuánto te gustan. Me hubiera gustado poner un moño, pero no había dije de eso.

Miré la pulsera un rato más que no pude evitar sonreír completamente enternecida, y no tardé ni un segundo que me puse el brazalete para ver cómo quedaba.

— Es perfecto —lo miré y sus ojos brillaron de manera casi mágica al ver que me había gustado— Es un regalo hermoso.

— Te... Te haré muchos más. Puedo hacerte pulseras de todos los colores, y en cada visita te doy una —asentí.

— Me parece un buen trato.

Johan sonrió una vez más y mordió su labio inferior para contenerse, pero ya era demasiado obvio que algo lo ponía tímido. Está más que sonrojado, apenas puede mantener el contacto visual, y no para de mover las piernas por la inquietud que le generan los nervios. Es adorable.

«¿Cómo puede ser la misma persona psicópata que vi tantas veces?»

— Johan, creo que ya es momento de hablar —acabé con el momento lindo y su sonrisa se desvaneció.

No quería arruinar las cosas, me gustaba tener una conversación donde ambos sonreímos como tontos, pero no es eso a lo que vine. Vine a conseguir respuestas, y a intentar convencerme de que puede valer la pena esforzarme en que estemos juntos otra vez. Como amigos, aunque sea.

— ¿Hablar de qué?

— De las cosas que hiciste por mí. Tengo demasiadas preguntas, y me gustaría que respondas todo con sensatez, nada como lo de ayer que admitiste querer matar a Aiden por celos.

— No era sólo por celos —murmuró un tanto ofendido—, pero está bien —dijo ahora en voz alta— Voy a responder. Sólo... no te enojes, e intenta entenderme.

— ¿Entenderte?

— Sí, porque hice todo por amor.

— No era un amor sano, porque estás loco por mí.

— ¿Por qué es malo estarlo? Te amo, y haría lo que sea para que estemos juntos. Te protegería de mil maneras, incluso si debo arriesgar mi vida por ello.

— Y eso no está bien, porque te haces daño.

— No me lastima amarte.

— Tienes el cuerpo lleno de cicatrices, Johan —mi voz se quebró ligeramente al saber que todas sus heridas eran por mi culpa.

— Mejor vayamos a las preguntas —evadió el tema para no ponerme sensible, a lo que aclaré mi garganta intentando reincorporarme.

— Bien. ¿En qué momento te obsesionaste conmigo?

— Cuando nos conocimos por primera vez —fruncí las cejas intentando recordar.

— ¿En la secu-...? Espera —me corregí—, ¿en el bosque? ¿Hace años? —él asintió.

— Ya te lo había dicho antes, que me enamoré de ti desde ese día, y que fue una "casualidad" que termináramos en la misma escuela.

— Pero... ¿con una interacción tan pequeña te pusiste de este modo por mí?

— Tal vez para ti no fue nada, pero para mí lo fue todo. Fuiste la primera persona en mostrarme empatía, y no sólo eso, me habías sanado. Fue como magia para mí —su mirada se tornó tan afligida que el dolor se me contagió por unos instantes— Literalmente apareciste de la nada, en el medio del bosque, en una noche horrible donde mis deseos de morir eran inmensos y me curaste... ¿Cómo no iba a enamorarme?

— Lo entiendo, pero no fue sólo un enamoramiento. Te volviste loco.

— No iba a rendirme en encontrar a la única persona que me trató bien —respondió inmediatamente— Te busqué por años. También te investigué, te seguí, te espié, hice de todo para conocerte, hasta que te enamoraras de mí y pudiéramos estar juntos —me sorprendí.

— ¿Me estuviste espiando?

— Para saber de ti.

— ¿Por cuánto tiempo lo hiciste?

— No estoy seguro, porque me tardé demasiado en saber tu identidad. Sólo sabía tu nombre y cómo te veías, así que fue difícil saber más, pero... comencé a espiarte en el segundo que supe dónde vivías.

«No puede estar hablando en serio...»

— ¿Acaso invadiste mi privacidad en estos meses? —fruncí el ceño más que disgustada, y la manera en la que evadió mi mirada fue suficiente respuesta— ¿En qué momento? ¿Me viste mientras me vestía? ¿Me viste mientras me duchaba?

— ¡No no! —me miró alarmado— Jamás invadí tu privacidad de ese modo. Vi cosas que se me hicieron útiles para acercarme a ti.

— No lo puedo creer —cubrí mi rostro con mis manos sintiendo una decepción igual de deprimente que asquerosa. Debí imaginar que Johan sería capaz de algo tan horrible con todo lo que hizo— Eso explica por qué sabías lo del beso con Jacob —lo miré— ¿Verdad? Me estabas espiando en ese momento.

— Sí... —acomodó sus manos sobre sus piernas para jugar con sus brazaletes— pero estuvo bien hacerlo.

— ¿Cómo va a estar bien? Invadiste mi privacidad.

— No era por razones pervertidas.

— Incluso si no me viste al desnudarme sigue siendo asqueroso.

— Pero... era sólo para tener más datos acerca de ti, como tus gustos, o... para ver cuánto llorabas por las cosas que Selena y su grupo te hacían. Servía para entender cuánto daño te hacían.

— ¿Es decir que también me viste llorar cuando me enteré que eras mi acosador?

— Eso... —agachó la cabeza en un suspiro pesado— Sí.

— Y luego de tanto saber acerca de mí, ¿te metiste a mi secundaria intencionalmente? —él asintió.

— Tuve que repetir un año para que estemos iguales, pero me pusieron en un salón distinto al tuyo. Por eso le pagué a Jacob... Para que me lleven al tuyo.

— ¿Repetiste de año a propósito? —pregunté sin poder creerlo, y una vez más Johan asintió— Por Dios... —refregué mis ojos sintiendo que la jaqueca de estos días estaba regresando— ¿Qué otras cosas hiciste?

— Me hice amigo del grupo de Selena para seguirlos y facilitarme el trabajo. Para entonces ya sabía cuánto daño te hicieron, sólo necesitaba sus horarios.

— ¿Es decir que también mentiste cuando te pregunté por qué te hiciste amigo de ellos?

— Dije lo menos raro que se me ocurrió... —continuó con la cabeza gacha. Al parecer no planea mirarme por la vergüenza que le da admitir todas estas cosas.

— ¿Pensaste en matar a Jacob incluso antes del beso?

— Sí.

— ¿Sólo por celos? —él asintió— Hiciste lo mismo con aquel chico en la fiesta de caridad, ¿no? Lo mataste por celos.

— Él... también te había coqueteado, al igual que Jacob. Jacob incluso te tocaba, era asqueroso.

— No es lo mismo, porque el chico no me puso ninguna mano encima y fue muy educado cuando lo rechacé. No había ninguna razón para quitarle la vida de ese modo.

— ¿Y qué querías que haga? —me miró con los ojos llenos de lágrimas— ¿Que lo dejara en paz? ¿Sabiendo que intentó tener algo contigo?

— ¡Es exactamente lo que debiste haber hecho! —grité de la desesperación por su ignorancia— Le dije que tenía novio, le dije que no quería nada con él, y se fue como un completo caballero. Se notaba que el chico era alguien dulce, ¡y le quitaste la vida!

— ¡Hubieras salido con él si tanto te gustaba! —dio un golpe en la mesa que me hizo asustar— ¡No entiendes que no quiero perderte! Si lo maté fue por una razón, Tara, y esa razón era que no se te vuelva a acercar porque me perteneces —me sorprendí.

— ¿Disculpa? Yo no te pertenezco, no soy ningún objeto.

— No lo entiendes —suspiró frustrado— Sé que no eres ningún objeto, sólo... Quiero que... seas mía, y yo quiero ser tuyo. Es algo mutuo.

— No es nada mutuo porque no quiero ser tuya, y con esta conversación me dejas en claro que ni siquiera quiero ser tu novia —él se sorprendió.

— ¿Qué? ¿P-por qué?

— Porque estás diciendo una cantidad de mierdas increíbles. Estás más enfermo de lo que pensaba, y toda esa obsesión que tienes es imposible de controlar —me puse de pie— No puedo dudar sólo porque te veo ser lindo por tres minutos, Johan, esto no tiene ningún futuro —caminé hacia la puerta decidida a irme.

— E-espera, Tara, no digas eso —me agarró del brazo para hacerme girar sobre mis talones y quedar frente a mí, intimidándome un poco por su altura— Estoy haciendo un esfuerzo por mejorar.

— Me estás mostrando todo lo contrario, porque tus comentarios son un asco y no quiero estar frente a ti otro segundo más —me quise soltar de su agarre, pero él no lo permitió— Déjame ir —suspiré harta de todo esto.

— ¿Por qué odias tanto lo que siento por ti? —las lágrimas brotaron de sus ojos, por lo que me vi obligada a apartar la mirada o sentiría pena por él— ¿Qué p-puedo hacer para que me ames?

— Ya tuve suficiente, Johan —intenté una vez más soltarme de su agarre, pero él ejerció presión para no dejarme— Maldita sea, ¡suéltame! —tiré más fuerte y me alejé— ¿¡Cuál es tu problema!? ¿Por qué no puedes oír cuando te hablo?

— P-perdón —dijo un poco aturdido— Sólo quer-

— ¿Está todo en orden? —entró la enfermera de antes al cuarto.

— Debo irme —le dije, y ella me miró, pero antes yo miré a Johan— Que te quede claro. Ahora no hay ningún futuro entre nosotros, y no pienso volver.

— Tara... —murmuró en un sollozo.

— Sé que estás seguro en este lugar, así que no me preocuparé si intentas hacerte daño, porque los enfermeros te detendrán a tiempo. Ya no voy a volver, ¿entiendes eso?

— ¿Incluso si cambio?

«No creo que lo hagas»

No pude alcanzar a responder porque la enfermera nuevamente preguntó si estaba todo en orden al notar la clara discusión entre Johan y yo. Le dije que me saque de allí, y me acompañó hasta la planta baja donde el señor Scott me esperaba, pero preferí decirle que vuelva solo así yo me tomaba un taxi.

Quería estar alejada de cualquier cosa relacionada a Johan.



______________________________________

Oigan, les tengo una preguntica; ¿están disfrutando la historia? Porque va para largo, creo que incluso serán setenta capítulos.

Comenten lo que quieran en cada párrafo incluso si es una tontería en plan "jaja" JAJAJSDA. Adoro las interacciones y ver lo que ponen, me da ganas de seguir escribiendo.

Gracias por leer, los amo 💕

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