THEA
Estaba en la habitación de Erik.
Eran las tres de la mañana, un día de semana y estaba en la habitación de Erik.
Él abrió la puerta y me dejó entrar, pero en lugar de seguirme, me dijo "aguarda aquí" y bajó por las escaleras. Así que aquí estaba, sola, en su habitación, en la madrugada, sin una idea de qué clase de planes tenía él para que nosotros "matáramos el sueño".
Escrutiné todo su cuarto en lo que aguardaba por él. Las cortinas estaban echadas y la ventana cerrada, pero cuando pasé cerca de esta pude sentir la brisa fría del invierno. Aquí, al menos, el calor se mantenía. Su cama, de plaza y media, estaba deshecha pero solo apenas, como si se hubiera echado un rato y luego levantado. Tu teléfono se cargaba sobre su mesa de noche y en su escritorio había una taza con un té por la mitad que ya debía de estar frío, porque sabía que él solía prepararse uno justo después de las cenas.
Sobre el sillón de ruedas descansaba Baltasar, impávido.
-A lo mejor quiere jugar al parchís -sugerí-. ¿Tú qué crees? -El gato no respondió-. Sí, tienes razón. -Me acerqué para acariciarlo y él cerró los ojos y ronroneó en respuesta-. Ya parezco una loca, hablando contigo. Pasar tiempo con él me ha arruinado la cabeza.
Continué mirando a mi alrededor. La habitación de Erik, a diferencia de la mía, estaba plagada de objetos personales. Sus bibliotecas y mesas estaban llenas de chucherías de las cuales algunas ni siquiera sabía para qué servían. Libros, cajas, muñecos de acción, papeles enrollados. Había un cajón abierto repleto de DVD's con películas de las últimas décadas, como si él no tuviera internet y una portátil para ver lo que quisiera online. Reconocí algunos juguetes de Oliver sobre el escritorio y, abierto casi al final, el libro que yo le había dado hacía un tiempo. Como señalador, había una nota de papel que tomé.
Dorothea:
Me alegra saber que estoy presente en tu cabeza lo suficiente como para verme cada vez que lees sobre el villano de esta historia. Puedo entender el parecido, puesto que es el personaje más interesante de toda la historia. Los personajes principales eran insípidos, predecibles y sin un poco de carisma, así que empatizo con él. Yo también habría querido arruinarles la vida.
Mi conclusión para esta reseña: No tan bueno como la novela del conde Gorgorovich, pero interesante. Me dormí un par de veces, pero sé que tienes mejores recomendaciones.
-¿Acaso soy su asistente, para estar recomendándole libros? -le pregunté al gato.
Luego, recogí un bolígrafo de tinta naranja de la lata de bolígrafos que tenía en su escritorio y dejé una respuesta debajo de su nota.
Querido Erik:
Siento hostilidad en tus palabras. Creo que ya dejamos de ser desconocidos cuando decidimos dar el gran paso de formar un club de lectura, así que te pido que me escribas acorde a nuestro tipo de relación. Me gustaría que tus cartas comenzaran con un "querida Thea".
Para tu suerte, el libro del conde Gorgorovich, "Noches de amor eterno y melodías solitarias", tuvo tanto éxito que el autor decidió escribir una secuela donde hay viajes en el tiempo y todavía más agujeros de trama. A ese libro no le fue tan bien, pero sacó un tercero y un cuarto, porque ante todo, es un hombre comprometido con su arte.
P.D: ¿Por qué tardas tanto?
Cerré el libro para que no viera mi respuesta en cuanto entrara. Menos de un minuto después, él estaba cruzando la puerta con un tarro enorme de helado en su mano y dos cucharas incrustadas. Su camiseta negra ahora estaba arremangada y, no me había dado cuenta antes, pero bajo sus pantalones de pijama sus pies estaban descalzos. Estaba tan distraído señalándome los sabores que ni siquiera se dio cuenta de que me había quedado mirándolo de arriba a abajo.
-Ya sé que eres una chica de lo amargo, así que te traje helado de limón y chocolate amargo. Para mí hay vainilla y fresa, porque ante todo, soy un hombre de gustos humildes. -Levantó la cabeza y se encontró con el cajón de sus películas abierto-. Ya encontraste las películas. Bien. ¿Cuál has escogido? Nada de terror, o no podremos dormir después.
No supe qué decir por unos segundos, porque de todas las cosas que había esperado, una noche de helado y películas con Erik jamás se me habría ocurrido. Era tan simple y a la vez tan lindo, tan de película. Era la primera vez que un chico me invitaba a ver películas y comer helado.
Pero no tenía que confundirme. Este era un gesto de amistad y solidaridad. Nada más.
Así que escogí la película: una de un gato que resolvía el crimen de un escritor desaparecido. Él encendió su vieja portátil, la dejó en el escritorio y los dos nos sentamos en su cama, cubiertos con las mantas, a comer helado y ver la película con las luces apagadas. No me resultó difícil concentrarme en ella por completo. Al menos, hasta la mitad de la película, cuando él se levantó a guardar en el congelador lo que quedó de helado. Cuando regresó y se volvió a acomodar a mi lado, nuestras rodillas se tocaron, pero él no se apartó como normalmente lo hacía. Erik era alguien que solía mantener y respetar cierto espacio conmigo y con otras personas, pero no esta vez. Por un momento creí que no se habría dado cuenta. Era algo tan inocente como nuestras rodillas tocándose. Pero ya no pude concentrarme en la película por tener mi mente vagando en ese punto donde nuestros cuerpos se tocaban, el calor, las ganas de contraer los dedos de los pies de la emoción y los nervios. No era la primera vez que me tocaba, pero se sentía diferente. Como si el hecho de que no se quitara significara mucho más que cualquier otra cosa que hubiera hecho hasta el momento.
¿Le gusto?
Nah, no le gusto.
¿O sí?
Me dormí cerca de la resolución final. Me pareció llegar a la revelación de los villanos, pero no estaba segura. No pude prestar tanta atención al resto de la película después de ese incidente.
A la mañana siguiente, por primera vez desde que llegué a la casa, yo fui la primera en despertarme. Podía oír la melodía de la alarma de mi teléfono desde mi habitación, cada vez más fuerte, porque aun no la había apagado. Sentí algo suave bajo mi mano y abrí los ojos lentamente.
Lo primero que vi fue el rostro dormido de Erik muy cerca del mío. Tenía los ojos cerrados y el cabello le caía sobre la frente mientras su pecho subía y bajaba con sus respiraciones calmadas. Su brazo estaba debajo de mi cabeza y una de mis manos posaba sobre su bicep como si fuera una almohada. Algunas partes de nuestros cuerpos se tocaban inevitablemente, porque la cama era pequeña para dos personas en ella, y podía sentir el calor de su cuerpo (y el mío) bajo las mantas.
Sentí una revolución dentro de mi estómago. No eran mariposas haciendo cosquillas, sino una rebelión, con incendios y destrucción en el medio. Sólo podía comparar la emoción con la misma que sentía antes de hacer una presentación importante o subirme a una montaña rusa, de esa que sólo puedes liberar agitando las manos y tal vez gritando.
¿Quién diría que de cerca se le verían las pestañas tan largas, el rostro tan relajado o las pecas tan nítidas?
¿Siquiera tenía permiso a mirarlo en un estado tan vulnerable y desde tan cerca? Seguramente no.
Cerré los ojos con fuerza un momento.
-¿Estás despierta?
Abrí un solo ojo. Erik me miraba con sueño. Sus párpados no podían quedarse levantados por más de un par de segundos, así que los cerraba más tiempo del normal cada vez que debía parpadear.
Volví a cerrar el ojo.
-No.
Él suspiró y ocultó el rostro en la almohada.
-Ve y apaga tu alarma -me pidió.
No pude decirle que no una segunda vez y tuve que levantarme. En cuanto me senté y las mantas cayeron hasta mi cintura, sentí que me congelaba. Afuera ni siquiera había salido el sol y pese a tener la calefacción encendida, salir de la comodidad y el calor de las mantas se sentía horrible.
Me habría gustado faltar a clases hoy, que la alarma nunca hubiera sonado y abrir los ojos junto a Erik a las once de la mañana, después de estar media hora despierta pero con los ojos cerrados, disfrutando del momento.
Yo estaba entre la pared y el cuerpo de él, así que me tuve que poner de pie y pasar por encima de él para salir de la cama. Cuando me estaba colocando las pantuflas, él dejó una mano cálida sobre la mía y me volví a mirarlo. Aún seguía acostado, pero ahora un poco más espabilado.
-Trae tu ropa aquí -dijo.
Y luego señaló la estufa encendida. No entendí a qué se refería hasta que salí al pasillo y casi morí congelada. Mi habitación no estaba mucho mejor, así que busqué la ropa que pensaba usar ese día, mi mochila y regresé rápido a la habitación de él. Cuando volví, Erik ya estaba sentado en su cama. Su cabello, pese a ser lacio, cuando no estaba peinado era un desastre como ahora. En lugar de quitarse la camiseta del pijama, se colocó la camisa del uniforme encima e hizo lo mismo con el pantalón. Nos vestimos juntos frente a la calefacción, medio dormidos y en silencio. Me sentí como si tuviera ocho años de vuelta, en una de nuestras pijamadas, cuando nos despertábamos juntos antes que el resto de la casa y bajábamos a la cocina a robar galletas de la alacena.
Era casi gracioso lo tranquilos que podíamos estar en compañía del otro, como si no hubiéramos tenido la peor pelea que tuvimos jamás hace tan solo unos días.
Cuando subimos al auto rumbo al instituto, Erik aguardó hasta arrancar para decir algo al respecto.
-Por mucho que me guste dormir acompañado en invierno... -comenzó y mi corazón se agitó-. Creo que deberías hablar con tu padre. Ignorarlo te está quitando el sueño y no me gusta verte con insomnio.
Ah, sí. Mi padre.
Había estado evitándolo estas últimas semanas, desde que me enteré de su posible infidelidad. Le dije que la cámara del teléfono se había roto y pese a tener que contestar sus llamadas durante la mañana, intentaba que fueran lo más cortas posibles. Sabía que no podía seguir así para siempre, pero confiaba en que mi yo del futuro tuviera una solución para el problema.
-Aún no estoy lista para esa conversación.
Me crucé de brazos y miré por la ventana. Los cristales estaban empañados, así que tuve que deslizar las puntas de mis dedos para poder ver hacia afuera. Ya sé que sus intenciones eran buenas y que tenía razón, pero él no era quien tenía que enfrentarse a la idea de que su padre no era como creía. Esa era yo.
-Temes lo que te vaya a responder.
Me alcé de hombros, aunque no lo negué.
-¿Tú qué piensas sobre esto? Sobre tu madre y mi padre.
Giré el rostro para verlo. Creí que encontraría algún rastro de conflicto en su expresión, pero claro, Erik tuvo una década entera para asimilar lo que había visto y llegar a un acuerdo con sus pensamientos. Una parte de mí pensó que eso era injusto, y luego me sentí culpable por pensar eso. Era mejor haberlo descubierto a esta edad, que de niña.
-Intento no pensar en eso, porque fue hace diez años. De lo único que estoy seguro es de que fueron muy buenos amigos, y prefiero dejarlo así.
Le dio un golpecito a la guantera con la punta de su dedo y la abrí. Dentro había varias cosas: algunos recibos de compra del súper, una bolsa con cables que compré y olvidé llevarme, dulces de chocolate que le compré y una fotografía. Asumiendo que eso era lo que quería mostrarme, la saqué y la examiné.
-¿Son tus padres?
-Sí. La encontré en un álbum de fotos hace tiempo y la saqué ayer para mostrártela.
La foto era vieja, pero no tanto. Debía de tener unos treinta años. Fue una sorpresa ver al padre de Erik en ella, porque eran idénticos. Si los miraba con atención, podía notar las diferencias, como la nariz del señor Nolan, que era menos puntiaguda, o sus ojos claros o sus hombros sólo un poco más anchos. Pero esa sonrisa era la misma, muy difícil de replicar: extensa, con los dientes de arriba y parte de las encías al descubierto, tan grande que sus ojos inevitablemente se entrecerraban y su nariz se arrugaba. Uno de sus brazos pasaba por encima de los hombros de una joven señora Nolan que reía y el otro sobre los hombros de mi padre.
Papá se veía molesto, como si lo estuvieran obligando a salir en una foto familiar, pero se notaba que quería sonreír. Los tres miraban a la cámara con los ojos brillantes, vestidos como para un baile de graduación. Ellos con traje y ella con un largo vestido blanco de cuello recto. El padre de Erik se aferraba a ellos como si fueran las dos personas más importantes de su vida mientras detrás se desarrollaba la fiesta.
-¿Crees que si me hubiera quedado en la ciudad, nosotros habríamos sido así de cercanos? -se me escapó-. Como Félix y yo.
Él se aclaró la garganta.
-¿Así que Félix es mi reemplazo?
-No estés celoso -bromee.
Él resopló.
-¿Quién lo está?
ERIK
Por supuesto que estaba celoso. Fui hijo único hasta los trece.
No me gusta compartir.
THEA
Quise pedirle a Erik que me dejara quedarme con esa foto, pero no me animé a hacer la pregunta. No quería quitarle las fotos que tenía de su padre.
Erik no insistió en que hablara con papá después de decirle que lo haría cuando estuviera lista. El resto del camino hasta el instituto fue sorprendentemente ameno. Más de lo habitual. Por mi parte, el buen humor venía del hecho de que había despertado junto a él y el recuerdo aún hacía que me dieran cosquillas en el estómago. Quería pensar que el suyo también se debía a eso.
No era tonta. Me había quedado claro con nuestra última discusión que él sí me quería cerca suyo. Lo que no sabía era si lo hacía porque me consideraba una amiga, o si yo le provocaba las mismas cosas que él me provocaba a mí, pero temía descubrirlo.
De nuevo, mi miedo de estar con alguien. Comenzaba a preguntarme si la razón por la que jamás tuve un novio además de Félix era porque la oportunidad no se había presentado, o porque yo la había evitado. Porque podía añorar todo lo que quisiera al príncipe en su corcel, pero al final del día él no existía, así que no me afectaba en nada. Erik, en cambio, era real. Y me asustaba.
Me daba miedo estar con él, ser vulnerable otra vez y que me volviera a romper el corazón como lo hizo cuando éramos pequeños.
***
Para sorpresa de todos, Félix y yo nos mantuvimos en el club de historia. Ninguno fue jamás un apasionado de la materia y menos del tema que debíamos investigar: la momificación, pero eso no fue un obstáculo. Félix y yo éramos apasionados por naturaleza y cualquier cosa que hiciéramos, sería un éxito rotundo.
Ahora, con toda la información socavada y organizada, teníamos que discutir cómo presentarla. Un trabajo de diapositivas era la opción más obvia y segura, pero todos queríamos dar un poco más de nosotros para hacer algo diferente en nuestro último año.
-Tengo una idea. -Félix dejó de balancearse en su taburete y levantó su mano-. Podríamos hacer una obra de teatro.
Hoy estaba todo el club reunido en nuestro salón, por lo que el silencio de todos se sintió más fuerte. Bueno, en realidad, no estábamos todos. Cuando me anoté en el club, arriba de mi nombre figuraba el de otra chica que jamás conocí. Le pregunté a Sophie sobre ella y respondió que la tenían encerrada en el sótano. Luego se rió, por lo que lo tomé a chiste, pero no me animé a volver a preguntar.
Erik, quien estaba sentado frente a mí en la mesa más cercana al pizarrón, me miró de reojo. Con el paso del tiempo había ido aprendiendo a leer sus miradas y esta decía "tiene que estar bromeando". O también podía significar "hazte cargo de tu niño". Lo había visto hacérsela varias veces a su madre cuando Oliver comenzaba a hablar de Peppa Pig.
-Absolutamente no. -Macy, sentada junto a Erik, apoyó la punta de su bolígrafo en el papel-. No somos el club de teatro ni un circo. Hay que tratar estos temas con respeto.
Félix hizo un puchero y me buscó con la mirada. Él estaba sentado a mi lado, pero a cierta distancia. Habíamos tomado la decisión de no estar tan pegados el uno al otro desde que terminamos nuestra falsa relación, para no generar confusión. Era difícil. No por nada él se había ido de intercambio conmigo para que no estuviéramos lejos: le daba ansiedad la separación.
-Robinson es un musical sobre nuestros padres fundadores y jamás escuché a nadie quejarse de que fuera irrespetuoso -apoyé a mi mejor amigo.
-No vamos a hacer un musical -Sophie negó con la cabeza. Su cabello generalmente iba bien peinado, pero esta vez se veía desordenado. Como si se hubiera ido a dormir con las trenzas ya hechas para no tener que hacerlas en la mañana. Suponía que su meta de seguir en el cuadro de honor le estaba pasando factura-. Preferiría que me embalsamaran en vivo antes de hacer algo así.
-¡Eso es! ¡Embalsamemos a alguien!
Drake, quien estaba sentado en la punta opuesta a la de su novia, extendió los brazos con emoción. Normalmente no estaba presente en las reuniones del club, pero Macy lo había obligado a faltar a su entrenamiento para contribuir en la lluvia de ideas. Él no estaba mucho mejor que Sophie con las ojeras, pero al menos mantenía esa energía rebosante, algo que ninguno de nosotros poseía a esta hora de la tarde, después de clases.
Sophie levantó su mano.
-¿Quién vota por momificar a Erik en nuestra presentación?
Deake y Macy la secundaron tan rápido que ni siquiera le dieron tiempo a Erik de reaccionar. Yo los seguí y Félix me imitó. El damnificado estrechó los ojos.
-Me doy cuenta de que no soy tan querido en este grupo como pensaba.
Creí que la broma iba a quedar ahí, pero Macy bajó la mano para escribir "momificar a Erik" a su lluvia de ideas.
Me incliné sobre la mesa y le dí dos toquecitos con el dedo al papel de Macy.
-También deberíamos vestirlo como a un faraón egipcio.
Ella lo anotó y Erik me pateó por debajo de la mesa. Reí como alguien que acaba de hacer una travesura y lo pateé devuelta. Él atrapó mi pierna entre las suyas y no la soltó. No quería que pensara que me estaba molestando, así que apoyé el codo en la mesa, el rostro en la palma de mi mano y lo ignoré para hablar con Macy sobre más ideas. Un veinte porciento de mi atención estaba puesta en el proyecto, pero el otro ochenta sólo pensaba en ese punto de mi pierna que tocaba las suyas, en su agarre firme en el hecho de que pese a que pasaran los minutos, él se negaba a soltarme. Pronto comenzó a sugerir sus propias ideas, también, e intenté atrapar su mirada en varios momentos. Sólo una vez coincidimos. Fue una fracción de segundo donde sus ojos brillaron con diversión y complicidad mientras la comisura de su labio se tensaba antes de continuar respondiendo a las ideas de Drake.
Me pregunté si alguien más en todo el salón se había dado cuenta de cómo estábamos debajo de la mesa.
-Tal vez Dorothea sepa más de eso.
-¿Uhm? -Miré a Macy, a Erick y a Drake. Los tres estaban aguardando un comentario mío, pero no tenía idea de lo que habían estado hablando-. Lo siento. ¿Qué dijeron?
-¿Dónde tienes la cabeza? -preguntó Erik.
Lo dijo tan serio que si no fuera por el agarre de sus piernas que aún podía sentir, creería que me estaba regañando. Algo me decía que se estaba burlando.
Abrí la boca para responderle algo sobre estar imaginándomelo con su outfit de faraón cuando la puerta chirrió, anunciando la entrada de alguien. De pronto sentí cómo parte del calor de la sala comenzaba a fugarse para ser reemplazada por el frío de los pasillos y me estremecí.
Una de las profesoras se apoyó contra el marco de la puerta, cruzada de brazos. Tenía el cabello rubio, lacio y largo e iba vestida con una camiseta de cuello alto, pantalones de jean y una chaqueta de cuero larga. Era la profesora de Sociología, la hermana mayor de Drake.
El agarre de Erik me presionó un poco más.
-Los veo trabajando duro. Bien. -La mujer echó un vistazo al pizarrón, donde habíamos hecho una lista de los temas a tratar en la presentación y el mejor orden para hacerlo-. Pero no se quemen el cerebro antes de enviarme todas las autorizaciones para el viaje. Las vacaciones de primavera están más cerca de lo que piensan.
-¡Hola, profesora! -Félix, quien era el único que tenía su materia, sacudió su mano.
Ella le sonrió y le devolvió el saludo mientras entraba al salón. Revolvió el cabello de su hermano y espió la lista con ideas en la que Macy estaba trabajando.
-¿"Momificar a Erik"? Me gusta la idea. Es creativa, pero no sé si tengamos permiso para eso. Por si acaso, deberían preparar un plan B.
-Nuestro plan B es un musical -dijo Félix.
Macy enarcó una ceja, bastante segura de que jamás habíamos llegado a ese acuerdo con el musical. Sin embargo, yo asentí en señal de apoyo.
La profesora se veía un poco confundida, pero no preguntó al respecto.
-Bien, los voy a dejar puliendo sus ideas -dijo mientras regresaba a la puerta-. Recuerden: autorizaciones. Pueden dárselas a Macy o acercármelas a mí. Tienen hasta el viernes. ¡No se duerman!
Cerró la puerta detrás de sí y el cristal vibró. La corriente de aire frío cesó, pero el salón ya no estaba calentito como antes. Me froté los brazos, dispuesta a retomar el trabajo, cuando Erik soltó mi pierna, se inclinó sobre la mesa y le dio un puñetazo a Drake en el brazo. El rubio se echó hacia atrás y se tuvo que aferrar a la mesa y a mi brazo para no caerse.
-¡¿Por qué tu hermana nos está pidiendo autorizaciones?!
Drake pareció recordar algo entonces. Se cubrió la boca con la mano y se quedó unos segundos mirando a Erik, sin emitir sonido.
-¿Recuerdas esa mala noticia que tenía que darte en San Valentín, pero tú escogiste la buena noticia, así que olvidé darte la otra?
Por la cara que hizo Erik, debía de recordarlo. Yo no tenía idea de qué estaban hablando ni por qué Erik estaba enojado, pero me había acostumbrado un poco a no poder seguir el hilo entre ellos. Drake solía tener mucho cuidado de no hacerme sentir excluida, por lo que no hablaba con Erik sobre cosas que yo no sabía delante de mí, pero para dos personas que se conocían de toda la vida, era obvio que algo se les iba a escapar de vez en cuando.
-La profesora de historia no nos acompañará este año en el viaje, sino Lindsay.
Macy y Sophie ya debían de saberlo, porque ninguna reaccionó ante la noticia, pero Erik se pasó una mano por el rostro y miró al techo.
-Me olvidaba que odiabas a cualquier mujer cercana a Drake -dijo Sophie.
Erik se ofendió.
-No es eso.
Vi, por la sonrisa divertida y maliciosa de Macy, que ella estaba a punto de soltar algo que lo haría enfadar. Erik también lo vio y estiró el brazo para taparle la boca, pero antes de llegar, todos pudimos escucharla fuerte y claro:
-Cierto que te gustaba Lindsay.
-.-.-.-.-.-
¿Qué queee?
Bueno, al final a Erik sí le gustaba un Harrison. Sólo que nos equivocamos de hermano JAJAJ
No maten a Erik todavía. Les prometo que todo tiene explicación (y no, ya no le gusta Lindsay).
¿PENSAMIENTOS DEL CAP?
¿Cómo estamos después de leer a Thea y Erik durmiendo juntos?
Sólo quiero decirles que los extrañé un montón. Estas últimas semanas fueron pesadas en tema trabajo y vida (para los que no saben, me chocó un camión ☝🏻🤓), pero finalmente pude terminar el capítulo y salió más largo de lo que esperaba, así que tómenlo como compensación.
Gracias a los que vinieron a verme en la feria del libro, ya sea en las charlas, la firma o a comprar el libro. Los quiero mucho 💖🥺
Bai bai