Tequila & Tulipanes [Chestapp...

By iHoHo_sq

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Sergio no estaba buscando a nadie. Divorciado, padre a tiempo completo y fiel a las creencias con las que fue... More

¡DZ!
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II

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Las vacaciones de verano no demoraron mucho en llegar. 

Sergio se encontraba en el aeropuerto esperando a Carlos. Él y su hijo estaban en la sala de espera y en cuanto se dieron cuenta que la gente comenzaba a salir, estuvieron atentos, buscando a su invitado. 

Pasaron unos minutos hasta que la figura del español se hizo presente. Jr. corrió hasta él y este contento lo recibió alzándole en sus brazos. 

—¿Cómo estás, pequeño? —preguntó animado.

—Bien —respondió con simpleza y con una sonrisa en los labios.  

Sergio se acercó a ellos con el ánimo un poco en alto, ya no sintiéndose tan de bajón como días antes.

—¿Qué tal el viaje?

—Me duele el culo, macho.

El mexicano le dio un golpe en el hombro: —No digas esas cosas frente a Jr. —reclamó con cierta suavidad, pero sin perder el toque amenazante.

—Ah, perdona —rio divertido mientras dejaba al menor en el piso—. ¿Tú cómo estás, qué tal la llevas? 

—Ciertamente, mejor que antes.

—Me alegro mucho, hombre —le palmeó un par de veces el hombro. 

Sergio tomó la mano de su hijo y junto a Carlos caminaron hasta el estacionamiento para irse a casa en donde le ofreció quedarse; con el fin de que se ahorrara el gasto del hotel. 

De camino, estuvieron hablando sobre cualquier tema, excepto sobre el divorcio, era uno que no quería tratar frente al menor, precisamente para que no lo viera tan vulnerable, porque sí, era un tema que claramente seguía afectándole. Por suerte, Carlos lo entendía. 


...
Antes de hacer el viaje de vacaciones, Carlos y Sergio necesitaban ponerse al día, de todo en general, ya habían pasado muchos meses desde la última vez que se vieron. Seguramente tenían tanto que contar.

Una de las novedades del español, era que en poco tiempo se mudaría a vivir con su pareja, Charles, finalmente terminarían con la distancia y establecerían su vivienda en Barcelona. Ante dicha noticia, Sergio se alegró, y por supuesto lo felicitó. 

—¿Piensan en formar familia? —preguntó antes de beber de su cerveza.

—No lo sé, tío —suspiró—. Por ahora ninguno de los dos lo tenemos planeado, o siquiera hemos hablado del tema.

—¿Te gustaría?, ¿es algo que ves a futuro? 

—Tal vez —sonrió—. Sé que tener un hijo es una responsabilidad muy grande, tú mejor que nadie lo sabe.

—Lo es, y créeme que es una excelente compañía, te lo digo ahora que me divorcié, su inocencia me conforta demasiado. 

Podían hablar libremente del tema, Jr. estaba en su habitación y ellos estaban en el patio trasero de la casa, debajo de una sombrilla en el pasto, descansando en un par de sillas y en medio de ellas una mesa donde reposaban sus bebidas. 

—Debo imaginarlo —continuó el español—, como quien dice, fue tu salvación.

—Efectivamente —asintió mientras sonreía—, de no ser por Checo hubiera terminado en la calle, siendo un borracho. 

—Un pordiosero, básicamente —bromeó Carlos—. Aunque borracho ya eres. 

Ante el comentario ambos se soltaron a reír. La verdad era que la imagen de Sergio viviendo en la calle, sucio, sin ninguna clase de higiene y además ebrio, era bastante graciosa como para no burlarse. 


...
Los tres se encontraban en el aeropuerto, listos para partir hacia el destino de su viaje y tener sus merecidas vacaciones, dispuestos en no pensar en nada más que relajarse y pasarla bien. Por suerte, Jr. disfrutaba mucho de viajar en avión, siempre solía elegir el asiento a lado de la ventana, gozaba de ver las nubes, la amplitud del cielo y antes de separarse demasiado del suelo, ver lo pequeño que se veía todo. 

Tras tres horas, de vuelo, habían llegado al nuevo clima cálido y bochornoso, poco incómodo, pero sumamente agradable. Salieron del aeropuerto para tomar un taxi e irse al hotel que reservaron. Menos mal que no quedaba tan lejos y valía la pena por tener unas vistas increíblemente preciosas al mar. 

El Crown Paradise Club Cancún fue el sitio perfecto para pasar las vacaciones, tenía atracciones tanto para niños como para adultos. Era perfecto. 

Al finalizar el registro, subieron al piso donde se encontraba su habitación doble, justo como la querían, con una preciosa vista. Podía parecer algo en plan romántico, pero un par de amigos también podían disfrutar de eso.

El primero en gozar de ella fue Jr., quien corrió hasta el balcón donde quedó sorprendido por lo que tenía frente suyo y por la altura en la que estaban. 

—Ten cuidado, Checo, no te acerques demasiado —advirtió Sergio al dejar las maletas en el suelo. 

—Se ve muy bonito, papá —dijo animado el infante.

Carlos caminó hasta donde el niño y le acompañó a contemplar la vista. Se sentía igual de impresionado. 

—Hombre, pues sí que es bello ver todo desde aquí —comentó para enseguida recargar sus codos en el barandal. 

Más tarde se les unió el mexicano para admirar un momento el horizonte frente suyo, sintiendo en sus caras el aire caliente y húmedo. Era un clima poco sofocante, pero era algo de lo mejor que ofrecía ese tipo de lugares.  

Luego de haberse acomodado, bajaron al restaurante. El menor de los tres quería ir de inmediato a los toboganes, pero su padre le dijo que primero tenían que comer, recordándole que tendrían más días para poder disfrutar de todo lo que había a su alrededor. 

Por haber llegado a buena hora, luego de comer fueron a conocer un poco las instalaciones del hotel. Realmente ofrecían demasiado, tenían incluso una clase de antro, lugar donde Carlos sugirió a Sergio asistir, ofreciéndose él a cuidar al pequeño. El mexicano no estaba tan seguro, era claro que el viaje era para poder disfrutar de todo lo que tenía a su alrededor, poder relajarse, pero no tenía ganas o intensiones de ponerse social para conocer gente nueva. De momento así se sentía bien, solo le apetecía pasarla bien con su hijo y su mejor amigo. El amor, por ahora se podía ir a la mierda. 

Esa misma noche, por el viaje terminaron agotados, no salieron a ningún sitio luego de haber comido, se quedaron en la habitación para descansar, ya el día de mañana aprovecharían cada una de las horas. 

Al día siguiente, por la mañana el primero en despertar fue Checo, estaba tan ansioso de poder jugar, divertirse. Era el único con una energía infinita. 

Gracias al menor, los adultos se vieron obligados a levantarse y seguir su ritmo, ya tenía tantas ganas de ir a la playa y poder mojarse, construir castillos de arena junto a su papá y su tío Carlos, pero antes de ello, pasaron a desayunar. 

Sergio le puso bloqueador a su hijo en todo el cuerpo, le colocó un sombrero de playa para que le cubriera la cara, el sol estaba demasiado fuerte y no se iba a permitir que el infante terminara casi rostizado. Él junto a su amigo se encontraban debajo de una sombrilla, recostados en un par de camastros mientras bebían unos cócteles, lo suficientemente cerca de Jr. para poder vigilarlo y dejarlo que jugara con un par de niños que llegaron a acompañarlo. 

—Hubiera sido bueno que le dijeras a tu novio que te acompañara —dijo Sergio aún en la comodidad de su lugar. 

—Hombre, no, es un viaje de amigos, estoy aquí para ti, mi atención quiero dártela, escucharte si quieres hablar de lo que sea —giró a verlo—. Mis amigos también son importantes para mí. 

El mexicano volteó, regalándole una sincera sonrisa: —De corazón te lo agradezco, me cayó muy bien tu visita, así como la compañía de mi hijo, es bastante confortante. 

Carlos dejó su copa en la mesita de plástico que estaba entre los camastros y se giró para quedar sentado, dejando que sus pies desnudos tocaran la arena.

—No nos pongamos ñoños y vamos a nadar un rato —se puso de pie para en seguida quitarse los lentes y dejarlos donde la copa—. Venga, flojo.

Sergio dejó salir un quejido de inconformidad, estaba realmente cómodo y no quería mojarse, al menos no en ese momento. El español al ver que no cooperaba, lo jaló de la mano para levantarlo, consiguiendo con ello que el otro finalmente cediera y fuera con él. 

Corrieron hasta la orilla y poco a poco fueron mojándose mientras más se adentraban. Entre los dos comenzaron a salpicarse de agua, jugueteando como si fueran niños. Se divertían, pero sin perder la atención en Jr. quien aún seguía con los otros infantes haciendo sus castillos de arena. 

El mexicano al notar que su hijo se había quedado solo, salió del agua para ir con él. Arrastraba sus pies por encima de los diminutos granos mientras de su cuerpo escurría agua desde la cabeza hasta el suelo, mojando el camino a su paso. 

Antes de que llegara con Checo, un peso se cargó en su espalda, provocando con ello que se encorvara un poco y dejara salir un quejido. 

—¿Qué chingados haces, Carlos? —dijo mientras reía y a la vez mantenía el equilibrio. 

—Quería darme cuenta de que tan fuerte te has puesto, pero ya aguantas, cabronazo —respondió divertido aún en la espalda del otro.

Sergio fue doblando de a poco sus rodillas hasta quedar hincado y así poder coger el cuerpo del español y tirarlo a la arena. 

—Tratas de luchar con un fiel seguidor de la lucha libre mexicana, cabrón —comentaba entre risas al intentar hacerle una llave. 

El otro no dejaba de reír y de vez en cuando quejarse ante la presión en su cuerpo. En un momento le pidió ayuda a Jr., dos contra uno siempre funcionaba. El menor se acercó de inmediato para a ayudar a su tío en contra de su propio padre. 

—Eh, eso es trampa —se quejó Sergio.

No le dieron oportunidad y comenzaron a atacarle con cosquillas. Mala suerte del pecoso por ser tan vulnerable a ello. 

Luego del pequeño combate, regresaron al espacio de juego que tenía el infante, se enfocaron en hacer uno de los mejores castillos, tratando de no demorarse demasiado, ya casi era hora de comer. 


...
El resto de las vacaciones fueron sumamente agradables, Carlos, Sergio y Jr. se la pasaron muy bien, no solamente se habían quedado en el hotel todos los días, se permitieron visitar algunos museos y zonas arqueológicas que estaban a su alcance. El español tenía mucha hambre de cultura mexicana, y su amigo se la estaba dando con todo el gusto del mundo. 

Este viaje les había servido, se volvieron más unidos y ahora en vacaciones decembrinas, el mexicano le prometió visitarlo para pasar unos días en Barcelona. Carlos quedó encantado con la idea, así ya podrían visitarle en la nueva casa que tendría junto con su pareja, y claro, podría finalmente presentársela.








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