Sasuke.
Lo que hice, lo que nos hicimos, no fue un error. Al menos, no lo fue para mí. Y, sin embargo, me sentí más vulnerable que nunca.
Al separarme de Naruto, vi su rostro de sorpresa, como si se estuviera cuestionando todo lo que había sucedido, como si no entendiera por qué yo había hecho eso. Pero lo sabía. Yo también me sentía perdido, como si hubiera dado un paso hacia un abismo del que no podía regresar. Y, en el fondo, era eso lo que me aterraba más.
Naruto abrió la boca, probablemente buscando una explicación, pero antes de que pudiera decir algo, sentí una presión en mi pecho. Me sentía como si el mundo estuviera observando, como si todo se hubiera detenido en ese instante. El sonido de la gente murmurando se convirtió en un zumbido en mis oídos.
No podía ver más allá de él. Solo a Naruto. Solo lo veía a él.
—¿Por qué... por qué lo hiciste? —su voz era baja, cargada de confusión, pero también había algo más... algo que no pude identificar.
Mi mente estaba nublada, como siempre lo estaba cuando se trataba de él. ¿Qué podía decir? ¿Qué podía hacer? Aquel beso… No lo había planeado. No podía planearlo. No cuando mi corazón latía con tanta fuerza, y no cuando veía a Naruto alejándose, sonriendo a Gaara. El sentimiento de celos, de desesperación, me hizo actuar sin pensar.
No me gustaba estar así. No me gustaba perder el control. Y mucho menos me gustaba que Naruto fuera la causa de todo eso.
Vi cómo Naruto se apartó ligeramente, mirando hacia el lado. Sus ojos brillaban con una mezcla de emociones, emociones que no comprendía completamente.
—Sasuke... —susurró, su voz temblorosa.
Yo no podía hacer nada más. Ya había cometido el error. Y tal vez, solo tal vez, ya era demasiado tarde para arreglarlo.
Al ver que Naruto comenzaba a dar un paso atrás, el instinto en mí se despertó. Di un paso hacia él, mis manos alzándose hacia su rostro sin pensarlo, guiadas por algo mucho más fuerte que mi lógica. No quería que se fuera. No quería que se apartara de mí.
Y, por un segundo, vi cómo Naruto se quedó quieto, sus ojos capturados por los míos, como si estuviera esperando que dijera algo, como si esperara una disculpa. Pero yo no tenía una. No tenía las palabras adecuadas para lo que sentía. Sólo sabía que lo necesitaba.
Sin darme cuenta, la distancia entre nosotros se redujo de nuevo. Y lo besé, esta vez con más fuerza, con más necesidad. Sentí cómo sus labios reaccionaban, cómo su cuerpo se tensaba, pero luego se relajaba, como si todo hubiera dejado de importar, como si solo quedáramos nosotros.
Cuando nos separamos, la respiración de ambos era rápida, entrecortada. Pero ya no estaba seguro de qué estábamos haciendo, o qué estaba pasando.
Lo miré a los ojos, y vi el destello de emoción que se reflejaba en su mirada. No me sentía más seguro, pero sí, de alguna manera, menos perdido.
—No sé qué estamos haciendo, Sasuke —dijo Naruto con una sonrisa forzada, pero la suavidad en su tono me hizo pensar que, tal vez, él también sentía lo mismo.
Me senté en el suelo, dejando que la tensión se disipara un poco, pero no podía escapar de la verdad que ahora se cernía sobre nosotros. Todo era un caos. Y todo porque, al final, el amor, el maldito amor, nos estaba llevando a lugares que no sabíamos cómo manejar.
¿Y yo? Yo solo quería quedarme allí, abrazar lo que acababa de suceder, sin saber si era una condena o una bendición.
El amor es una mierda. Y yo soy un idiota por no poder evitarlo.
Pero, tal vez… tal vez este desastre era justo lo que necesitaba.