ถถา๕ษ็ว๘

Addictive delusions - Proxy's

By AngelPoison-207

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Sinopsis
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By AngelPoison-207

¹⁵ ᵈᵉ ᵒᶜᵗᵘᵇʳᵉ

N𝐎𝐓𝐈𝐂𝐈𝐀 𝐃𝐄 Ú𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐌𝐈𝐍𝐔𝐓𝐎


El día de hoy Miércoles 15 de Octubre
se nos dio la tragica noticia de que el grupo de jovenes que desaparecieron hace ya varios meses fueron hallados sin vida y en un estado lamentable.

Según la información que él sheriff Viktor Gaming nos compartió está mañana, un forastero que vagaba por el Norte al bosque de la estación de policia dijo haber encontrado un inmueble abandonado y que tenía planes de pasar la noche ahí pero para su sorpresa el lugar no era lo que parecía.

Aquí la entrevista con el testigo Angel Miyers: 

— Por favor Señor Miyers, sea tan amable de explicar nuevamente que fue lo que vió.

— B-bueno... Yo, yo estaba caminando por el bosque buscando un lugar donde poder pasar la noche ya que al llegar a Elora me robaron mis pertenencias y mi dinero por lo que no tenia posibilidad de pagar un lugar donde hospedarme, soy viajero y la verdad no es ninguna novedad para mi el tener que dormir a la intemperie.

»Por eso fui al bosque con la intención de tener un poco de suerte y encontrar un lugar donde poder dormir. Luego de mucho tiempo caminando encontré un camino de terracería y en uno de los árboles habia clavado un viejo letrero de esos que dicen "zona restringida" yo lo ignoré y seguí caminando fue entonces que llegue a la parte trasera de una pequeña cabaña, la zona apestaba a animal muerto pero ignorando ese detalle rodeé la casa y llegue a la parte delantera donde vi que había una zona chamuscada con varias cosas que en ese momento creí eran ramas pero al entrar a la vivienda me encuentro con que el olor era más intenso que en el exterior y que todo era un desastre. 

»Habían muebles destruidos por toda la vivienda y también las paredes pintadas de sangre y otras cosas que preferiría no mencionar... Ver esa escena asquerosa me revolvió el estómago y tuve que salir corriendo de ahí pero me tropecé con algo y caí de cara en ese lugar donde según yo hicieron una fogata, mi cara se mancho de las cenizas y el tisne y en ese momento fue que vomité, ya no podía más y estuve un rato ahí vomitando.

» Cuando me calme y mire aquello con lo que me tropecé casi me desmayo del susto... Era una mandíbula y no era la única ya que en el mismo lugar donde vomité había varios huesos deformados, rotos o quemados. Yo ni siquiera me quedé a ver más, salí corriendo y vine a la comisaría a contarles todo lo que vi, la verdad es que fue algo fuerte, quien hizo eso no era una persona normal, era un loco, un enfermo que no merece el perdón de Dios... 

En cuanto los uniformados obtuvieron la información, ubicación y la orden del jefe fueron de inmediato a la zona para empezar a trabajar. Según lo dicho él señor Miyers tenía toda la razón, el lugar era una verdadera masacre, las paredes de la Cabaña estaban teñidas de la sangre seca de las víctimas y todo el lugar estaba patas arriba con ventanas, muebles y objetos destruidos por doquier, un equipo forense que llegó al área se encargó de recoger los restos óseos de las personas y analizarlos para determinar la causa de muerte y a quien pertenecían. 

Fue así como se logró descubrir que eran los restos de los Universitarios que desaparecieron hace ya varios meses cuando se fueron de campamento.

La causa de muerte fue diferente para cada uno, pero lo que tuvieron en común muy aparte de fallecer fue que ellos fueron terriblemente torturados, se cree que posiblemente las chicas fueron violadas pero aún no hay pruebas para ellos. Tristemente también faltan otros tres cuerpos más ya que eran un total de ocho personas y hasta el momento sólo se han encontrado los restos de cinco. 

Según la lista faltan tres chicas, dos de ellas familiares, también universitarias. La policía tiene la creencia de que los culpables de cometer tal acto inhumano son aquellas desaparecidas pero también existe la posibilidad de que estas hubieran sido secuestradas y posiblemente asesinadas en otra área del bosque. 

Mientras tanto sigue la exhaustiva búsqueda por hallar a las que faltan, la gente todavía tiene la esperanza de que alguna de ellas tres sea encontrada con vida y pueda contar la historia de tal crimen. Los familiares de los restos reconocidos están devastados al igual que los que aún no aparecen. 

El día de mañana se hará un voto de silencio en memoria a los jóvenes estudiantes que perdieron la vida de una forma trágica y que lamentablemente 
no... 

Inmediatamente la mujer apagó el televisor molesta, no quería seguir escuchando las estupideces que la bonita reportera decía, esa mujerzuela sólo fingia preocupación para llamar más televidentes con su cara bonita y así tener un mejor sueldo. El delicioso aroma a café negro recién preparando danzaba por la casa con la tranquilidad de un habitante, con dificultad por su dolor de espalda se puso de pie de su cómodo sillón con un hermoso estampado de flores y fue a sentarse a la mecedora de su porche. 

Miraba ensimismada como diversas hojas de formas, tamaños y colores caían en la alfombra otoñal que creaban en el asfalto de las calles y en los tejados de las casas. 

Parecía un simple día cualquiera, hacia frío y aún no había amanecido por completo - El sol no salía hasta pasada las ocho- pero el ambiente era agradable. La incesante lluvia y lo temprano de la hora le otorgaban a Elora un aspecto fantasmal, toda plateada y cubierta de bruma. 

Por la calle que flanqueaba al río, los tranvías y los automóviles circulaban con el estruendo típico del siglo XXI; sin embargo, en las calles más tranquilas, la paz invernal evocaba otra época. El paisaje otoñal, los adoquines, la luz espectral, los propios latidos del corazón de la Señora Evans, estaba sola y abstraída en pensamientos mundanos: Su vida, sus nietas desaparecidas, las cuentas de la casa. Y cuando algún sentimiento doloroso se inmiscuía en sus pensamientos, desechaba la amargura con resolución, dispuesta a superarlo. 

Hacia mucho que no veía a su familia, sabía que ninguno de ellos la quería realmente pero eso no le importaba, lo que realmente era importante para ella era saber que sus nietos estuvieran bien. Ya era una anciana y no tenía nada más que recuerdos de su juventud y del tiempo en que sus hijos la amaban, ahora sólo era una persona solitaria y abandonada que se sentía culpable de que la mayor de sus nietas tuviera que dejar su vida de lado por tener que cuidar de ella. 

Agarro una fotografía enmarcada con palitos de paleta de diversos colores, se notaba que era un trabajo manual hecho por las pequeñas manos de un infante. 

Sus viejos y arrugados dedos acariciaron con nostalgia, ternura y tristeza la foto mirando un rostro en especial. La sonrisa con frenos, el cabello similar al fuego en dos trenzas, las pecas en su rostro y esos ojos bicolor que tanto amaba. Era  su pequeña, su nieta, la favorita.

Sólo rezaba porque sus pequeñas fuera encontradas pronto y estuvieran a salvo, daría lo que fuera por volver a tenerlas a su lado otra vez y poder cantarles esas canciones que tanto amaban. Una lágrimas descendieron por las mejillas de la mujer hasta caer en el rostro de la niña que jugaba con un gato negro en el patio de su casa junto a sus demás primos. 

— Por favor Dios, permite que mis pequeñas regresen a casa sanas y salvas.— Susurró suplicante. Poco a poco iba perdiendo la fe, desde pequeña se le enseñó a adorar a su creador, a rezarle como si el estuviera ahí, pero desde el accidente sentía que de nada servían sus oraciones, él parecía no escucharla o simplemente la ignoraba. Sus palabras carecían de la misma fe que tuvo tiempo atrás, ahora sólo lo hacía para no apagar esa llama de esperanza que parecía 
querer apagarse. 

Estando tan perdida en sus pensamientos que ni siquiera escucho cuando la puerta de malla fue abierta con aquel irritante chirrido que emitía por lo oxidado de las bisagras, ni tampoco noto cuando una delgada figura se detuvo a su lado llamándola.

— ¡Abuela! — Parpadeó repetidas veces al oír esa vocecita y miro a su izquierda donde la menor de sus nietas estaba parada, sostenía una taza azul con aquel líquido negro y humeante y en su rostro se reflejaba la preocupación. — Llevo cinco minutos aquí parada abuelita. 

— Oh, nena perdoname... Sólo pensaba un poco. — Dijo sin muchas ganas.

— Se que estas preocupada por ellas... — Su voz sonó tan suave que podía disfrazar hasta la verdad más cruel en una dulce mentira. — Ten, te he preparado una taza de café, ten cuidado que está caliente. 

En cuanto sus viejas manos entraron en contacto con la alta temperatura de la taza sintió como sus manos empezaron a entrar en calor, la acercó a su rostro para que el humo acariciara su cara y le quitara aquel entumecimiento. 

— Hace mucho frío aquí fuera, deberías entrar o podrías enfermarte de pulmonía abuela. — Le aconsejo la rubia, pero la mayor guardo silencio mirando algún punto muerto del paisaje frente a ellas.—  Me preocupas...

— No tienes porque hacerlo linda, estaré bien. 

Ella fruncio el ceño y apretó las manos en puños y luego volvía a abrirlas y cerrarlas, poco le importaba el dolor que le causaban sus propias uñas al clavarse en su piel, no era nada a comparación del dolor que sentía en su pecho. 

— No se como puedes decírmelo con tanta calma, desde que ellas no están tu pareces otra, no duermes, apenas comes y bebés, te la pasas bordando o viendo las paredes, ni siquiera hablas con nosotras a menos que te dirijamos la palabra constantemente... — Soltó con todo el control que pudo recaudar.—  Pareces estar muerta, un fantasma... Se que te duele mucho, se que estas preocupada porque yo también lo estoy pero, se supone que esto deberíamos afrontarlo juntas como una familia y no que cada quien está en su burbuja. Parece que no te importamos... Que no te importó... 

La chica de ojos ámbar no espero respuesta y salió corriendo, iría al único lugar a donde siempre iba. 

Por otra parte Runa se puso de pie con intención de seguirla, le rompía el corazón que ella pensaba aquello, oyó su tierna voz rota y como rehuía de su mirada, así era ella siempre fue una chiquilla muy sensible. La taza descansaba sobre la mesita y acomodo su chal para ir tras ella. 

— Ni se te ocurra querer perseguirla. —
Le ordenó con voz firme Raquel que 
observo todo desde la puerta. Estaba apoyaba de costado y con los brazos cruzados y el ceño fruncido. 

— Pero- 

— Pero nada, ya no es una niña para que vayas detrás de ella cada vez que rompe a llorar.—  Salió del resguardo de la casa y se acercó a su abuela para obligarla a volver a sentarse. — Y tu ya eres muy grande como para estar jugando a las carreras. 

— ¡Pero Raquel, podría perderse ¿y si ellos también la agarran?! 

— No le va a pasar nada abuela, ya es lo suficiente mayorsita como para poder cuidarse sola. 

Raquel se dejó caer en un banco lleno de cojines con adornos navideños y un suspiro demostró lo exhausta que se encontraba, su cabello caoba estaba 
alborotado y parecía la melena de un león, y ni siquiera se había dignado en cambiarse de ropa, seguía con la pijama de día anterior. Su taza de café con forma de cabeza de gato soltaba el humo de la bebida caliente. 

Runa observo con detenimiento a su nieta que miraba como una araña envolvía a una mosca en su telaraña. Su aspecto demostraba el duro trabajo que tenía y que gracias al cielo le permitieron descansar, desde que encontraron hace unas semanas a esos chicos la castaña no había tenido ni un solo día de descanso, ella no sólo era su enfermera personal sino que también trabajaba como forense y se había encargado junto con otros dos compañeros de examinar los restos de los jóvenes, tanto fue el trabajo que no se les permitió salir durante días hasta que finalmente un día volvió a casa pero no dijo nada sobre el tema.

Las bolsas bajo sus ojos almendrados eran muy notorias, sus labios carcomidos y resecos, su cabello enmarañado, su pérdida de peso, no podía pasar por alto eso. No era la única que sufría, sus pequeñas que aún tenía en casa también lo hacían. 

— Ella tiene razón, las he descuidado tanto. — La joven la miro de reojo y luego miro la calle donde un perro callejero caminaba buscando alimento.

— Tienes muchas cosas en la mente, además te repito que no somos unas niñas como para tener que depender de ti en todo momento.— Habló. — Ciertamente nos has ignorado y te has sumido en tu dolor sin pensar en cómo estaríamos nosotras pero tampoco es como si nosotras hubiéramos hecho algo por ti. 

— ...

— Ella sólo está preocupada por tu salud, no has comido bien y cada vez te vez más demacrada. 

—Más respeto para tus mayores niña. —  Habló la anciana, ambas se miraron y rieron dejando que esa bruma de tensión se esparciera. — Además no soy la única que tiene mal aspecto, tu cabello parece un nido de pájaros. 

— Jajajaja. 

— Hoy hace más frío que ayer.

— Sí...  — Dudo sobre decirlo o no pero al ver los ojos desteñidos de su abuela que ya parecían perder todo su brillo optó por decirlo. — Por cierto... 

— ¿Hum?¿Qué pasa querida? 

— Mis tíos vendrán. 

La mujer abrió los ojos sin poder creerlo, llevaba más de ocho años sin ver a sus hijas y ahora se volverían a ver por una desgracia. 

— ¿Qué? — Preguntó aún sin poder creer lo que escucho. 

— También mis padres, dicen que vendrán a ver si pueden ayudar en algo, además mis tías quieren verte y los chicos también, ellos igual sufren su 
ausencia. 

Raquel formó una pequeña y apenas perceptible sonrisa al ver esa chispa en esos ojos apagados, de inmediato supo que fue buena idea llamarlos y pedirles que fueran a Ontario a acompañar a la abuela fingiendo que en su mal estado podría morir pronto. 

— ¿Cuando vendrán? 

— Dentro de unas horas. 

— i¿Y porque no me avisaste antes tonta?! — La regaño y se puso de pie. 

— ¡Porque no creí que te gustaría la idea! — Exclamó. — ¡Ay! — Chilló cuando Runa le lanzó un cojín. 

— No he preparado nada para comer, y no creo que me dé el tiempo para preparar algo. 

— No hace falta abue, puedo ir al súper a comprar algo para comer y ya. 

— Tienes razón, entonces ve y compra lasaña. — Callo de golpe al ver a la enfermera arrugar la nariz en un gesto de asco y sacar la lengua. — ¿Y ahora qué?

— ¿Pretendes que vaya a comprar cartón? — Preguntó.

— Oh vamos tampoco sabe tan mal.—
Aseguro poniendo los brazos en jarras.
 
— Tal Vez tu no has probado la lasaña de los supermercados de aquí, pero te puedo asegurar que saben completamente al vil cartón mojado, no tienen sabor y además están muy caros los paquetes de lasaña congelada! — Replicó.— Mejor la preparó yo.

— ¿Y permitir que envenenes a toda la familia? No gracias. 

— i¿Eh?! 

Al otro lado de la calle, justo en aquel oscuro y abandonado callejón sin salida un par de ojos azules las observaba, deleitándose con la información que le haría saber a esa chica especial para ver si ahora si se comportaba como debía. El humo de su cigarrillo barato se retorcía en el aire y se mezclaba con el repugnante olor a basura, observo como ella hablaban entre risas y segundos después volvían al interior de su acogedor hogar. 

Una sonrisa de arrogancia se marcó en su rostro y dejó caer la colilla en un pequeño charco estancado que la apago instantáneamente al entrar en contacto con ella. Se dio la vuelta pero se detuvo al ver en la pared una hoja pegada, era un cartel que tenía una fotografia donde tres chicas posaban con grandes sonrisas y debajo de la foto tenía "Se buscan, por favor ayudarnos a 
encontrarlas" arranco la hoja y la doblo en varias ocasiones hasta que obtuvo el tamaño deseado, lo guardo en su pantalón y siguió su camino dejando las marcas de sus botas en la alfombrilla colorida de la temporada.

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