Eres Lo Que Me Hacía Falta |...

By AmorEvelyn

189K 27.8K 8.9K

"No solía pensar mucho en mi futuro, no me importaba realmente lo que terminará siendo de mí. Si servía para... More

ʰóDz.
Capítulo 1: Presa indefensa.
Capítulo 2: No estás a salvo.
Capítulo 3: ¿Odiar?
Capítulo 4: Remedios para el corazón.
Capítulo 5: Celos inofensivos.
Capítulo 6: Decisiones apresuradas.
Capítulo 7: Mi prometida.
Capítulo 8: La hermosa luna.
Capítulo 9: Las buenas nuevas.
Capítulo 10: Preparativos.
Capítulo 11: Familiares carroñeros.
Capítulo 12: Pésima primera impresión.
Capítulo 13: Campanadas nupciales.
Capítulo 14: Compartiendo un apellido.
Capítulo 15: Nuestra pequeña familia.
Capítulo 16: Una buena esposa.
Capítulo 17: Desayuno en familia.
Capítulo 18: Un hogar feliz.
Capítulo 19: Los pilares del chisme.
Capítulo 20: Las cenizas del pasado.
Capítulo 21: Besos nocturnos.
Capítulo 22: La caída de un grande.
Capítulo 23: La escena (de celos).
Capítulo 24: Dejando la pena con alcohol.
Capítulo 25: No más despedidas.
Capítulo 26: Visita desafortunada.
Capítulo 27: El hombre que siempre fue.
Capítulo 28: Volver a una mesa compartida.
Capítulo 29: El calor de una pareja.
Capítulo 30: El error de la creación.
Capítulo 31: El equilibrio del alma.
Capítulo 32: Un regalo que no se puede envolver.
Capítulo 33: La calma antes de la tormenta.
Capítulo 34: Entrenamiento de defensa.
Capítulo 36: El vínculo en un anillo.
Capítulo 37: Poniéndole cara a la muerte.
Capítulo 38: Si tengo corazón.
Capítulo 39: Donde el destino falló.
Capítulo 40: Hasta el amanecer.
Capítulo 41: Vivo, a pesar de todo.
Capítulo 42: Un futuro juntos.
Capítulo 43: Brindando por lo que fue.

Capítulo 35: Cazadora.

2K 435 193
By AmorEvelyn

Capítulo dedicado a rosshl02, muchísimas gracias por tu hermoso comentario y apoyo ♡

Narrador.

Nunca pensó que escucharía esas palabras salir de sus labios, Aya sonrió, asintiendo. Sanemi no sabía exactamente en lo que se estaba metiendo, hasta que fue demasiado tarde.

—Por supuesto, lo haré con gusto... si usted empieza a ser más amable con mi esposo —exclamó dulcemente, acariciando todavía el plumaje de Kanata bajo su mano.

Esa respuesta bastó para que le diera la espalda, empezando a alejarse, pero ella lo siguió con inocencia. Lo último que deseaba era llevarse bien con Giyū, y sin duda no sería un sacrificio no hablar con su esposa.

—Señor Shinazugawa —dijo Aya mientras lo seguía con inocencia.

—No me digas señor, no estoy casado —respondió con seriedad.

—¿Por qué me da la espalda? Señor Shinazugawa, ¿No le gustan los tratos? Vamos a entrenar —repitió dulcemente, buscando su mirada. Se puso de pie delante de él una vez más.

Sanemi lo pensó un momento, bajando la mirada para examinar a esa mujer delante de él. Aya movió sus brazos, dejando que Kanata abriera vuelo lejos de ellos. Aun así, le dedicó una fea mirada a Sanemi.

—Solo tiene que pedirle permiso a mi esposo, vaya, hable con él —dijo Aya, invitándolo a hacer lo que quería.

Giyū no era ese tipo de esposo, pero Aya siempre podría usar esa carta para su conveniencia; este era uno de esos casos. Aunque no le parecía muy convincente a Sanemi.

—Tienes dos piernas, eres autónoma y con criterio. No tengo que pedirle permiso a nadie —declaró con firmeza, aun así, la mirada de inocencia de Aya se mantenía sobre él.

"¿En qué me metí?". Pensó frustrado.

—Deberías huir —sugirió Giyū con inocencia, hablando con Tanjiro. El niño negó, no le tenía miedo a Shinazugawa, pero sabía que tenía que tomar sus distancias.

—El señor Shinazukawa no puede ser tan cruel, además, creo que ya se fue... ¡Ahí viene! —murmuró lo último preocupado, mirando hacia las espaldas de Giyū.

Tomioka dio media vuelta con curiosidad, observando a Sanemi caminando a un lado de su esposa. No le gustó para nada lo que vio, pensándolo bien, los postres de arroz podrían esperar.

—¿Me prestas a tu esposa? —preguntó directamente, poniéndose de pie delante de él. Ahí cambiaba la situación.

El ceño de Giyū se frunció ligeramente producto de la confusión, mostrando una expresión por primera vez para Sanemi. Se suponía que él era el que tenía problemas para comunicarse, pero si Sanemi no empezaba a formular bien su pregunta sí resultaría el enfrentamiento a puño limpio.

—¿Perdón? —susurró mirándolo a los ojos.

No estaba muy seguro de esto, quería ser amigo de Sanemi, pero en su vasto conocimiento sobre amistades nunca había entrado la idea de "prestar a una esposa".

—Ayudaré a entrenar al señor Shinazukawa —explicó Aya con inocencia.

"Y dale con lo de señor". Pensó Sanemi, cansado.

"¿Cómo va a ayudarlo? ¿Le va a disparar?". Pensó mirándola atentamente, antes de girar hacia Shinazukawa.

—¿Puedes traerla aquí antes del atardecer? —preguntó Giyū, volviendo a darle su atención a Sanemi.

—Señorita Aya, ¿Qué está planeando? —preguntó Tanjiro, acercándose con curiosidad.

—Quiero que Giyū y Sanemi se lleven bien —respondió dulcemente, cerrando sus ojos. Tanjiro sonrió emocionado.

—¡Qué buena idea! Creo que están logrando hablar —agregó con la misma dulzura.

Sanemi parecía más tranquilo, ver expresiones en el rostro de Giyū lo hacía lucir menos... muerto. El problema en este caso era que la peor forma de acercarte emocionalmente a Tomioka era ponerlo celoso.

"¿Por qué tan de repente?". Pensó. Era completamente ignorante del plan de su esposa, él solo estaba escuchando que ella quería pasar tiempo a solas con otro hombre. Daba igual que fuera Shinazukawa, habría tenido la misma reacción de ser otra persona.

—Sí, eso haré —respondió tranquilo, le explotaría una vena si seguía conteniéndose. Giyū asintió, Aya se acercó a él, dejando que su esposo depositara un beso en el dorso de su mano antes de verla irse.

—¿Cómo se siente? —preguntó Tanjiro hacia el Pilar, Giyū solo veía a ambos irse.

—Molesto —respondió directamente. Tanjiro se asustó, percibiendo el olor de los celos desprendiéndose de Giyū.

—¿Qué tal si entrenamos? Ya escuché al resto de cazadores venir hacia acá —sugirió nervioso. Giyū asintió, le serviría distraerse un poco.

Aya se cambió de ropa, Sanemi la esperó con calma hasta que regresó, sosteniendo su rifle en sus manos. Solo mantenía una mirada seria, era realmente amable cuando se lo permitía, simplemente no soportaba a Tomioka. Al menos, la idea que tenía de él.

—Shinazukawa, no me molesta ayudarlo, pero no seré de mucha ayuda, no sé usar una... ¿Les dicen "respiraciones"? —preguntó caminando a su lado. Sanemi siguió caminando.

—Eres una cazadora, ¿No? —respondió con otra pregunta. Aya negó con inocencia.

—No...
—No de demonios, sabes cazar —agregó sin verla, manteniendo un semblante tranquilo.

Llegaron a la finca de Sanemi, se dirigieron hacia el patio trasero, ahí encontraron las puertas hacia un sendero que los introducía al bosque.

—Imagina que yo soy un ciervo, trata de dispararme —exclamó por fin deteniéndose, girando para verla.

—Eso no suena muy seguro —susurró preocupada.

Había practicado mejor su puntería últimamente, y salir de casa con su familia funcionó también, pero no sabía si podría dormir tranquila sabiendo que le disparó a un hombre.

—¿Me estás subestimando? —preguntó ligeramente el ceño, inclinando su cabeza hacia un costado.

—Sí —confesó preocupada. Una vena se remarcó en la frente de Sanemi por su sinceridad.

—No va a pasarme nada, es un bosque bastante denso. Si te pierdes tu cuervo te buscará —añadió, restándole importancia.

—No me preocupa perderme, pero si es lo que usted quiere —respondió inocentemente.

—Trata de dispararme, esquivaré las balas. Si una me golpea tú ganas, pero si yo te atrapo, yo gano —declaró con seriedad. Aya se quedó callada por momentos sintiendo su intensa mirada sobre ella.

—Suena más a que yo soy el ciervo —añadió antes de verlo dar media vuelta, alejándose poco a poco.

—Es una buena analogía —respondió perdiéndose entre la espesura del bosque.

Sanemi era uno de los Pilares más veloces, la respiración del viento se distinguía por ello, le quedaba como anillo al dedo. Tenía sus instintos bien agudizados, y podría distinguir el sonido de la dirección de la bala antes de que lo golpeara.

Últimamente todo tipo de entrenamientos le quedaban pequeños, sus días por las mañanas eran aburridos entrenando a los jóvenes, pero por las noches podría tomarse el tiempo libre de entrenar en serio.

Más tomando en cuenta que ahora había sido suspendido de sus labores y no podía seguir entrenando a novatos. Tenía mucho tiempo libre para entrenar, y sus compañeros también tenían sus propias ocupaciones.

—Aya está lista —declaró Kanata, poniéndose de pie en un árbol cerca de Sanemi. Él la miró de reojo, poniéndose de pie.

—Sanemi está listo —exclamó el cuervo de Sanemi, poniéndose de pie sobre un tronco.

"Terminemos con esto". Pensó poniéndose de pie, empezando a caminar en silencio entre las hojas.

Aya caminó con cuidado entre las ramas, deteniéndose un momento para admirar un par de mariposas. Estas se posaron en pareja sobre unas flores.

Recordó inicialmente la razón por la que había ido a visitar a su esposo, había sido para verlo porque lo extrañaba mucho. Se arrepintió por un segundo de haber aceptado ayudar a entrenar a Sanemi.

"Extraño a mi esposo". Pensó un segundo, antes de seguir caminando. Terminaría rápido con este entrenamiento, entre más pronto acabara más pronto regresaría con su esposo.

En este caso ambos eran los ciervos, aunque pudieran sacarse mutuamente. Aya sentía una constante tensión detrás de su nuca, como si el enemigo pudiera saltar en cualquier momento a atraparla. No sabía si el hecho de que Sanemi fuera el "enemigo" en cuestión lo hacía menos o más aterrador.

El chiflido del viento llamó la atención de Sanemi, quien rápidamente se movió hacia la izquierda, esquivando la dirección del proyectil. Aya recargó, volviendo a esconderse.

"¿Qué demonios?". Pensó Sanemi viendo el hueco que la bala hizo en el tronco a su lado. Lo había encontrado con demasiada rapidez, pero eso no importaba, había revelado su posición.

No hacía mucho ruido, pero el rastro de sus pisadas era rápidamente visto por Aya, quien lo rastreaba fácilmente. Las pequeñas pisadas de sus propios pies no eran vistas fácilmente por Sanemi, pero sí lograba escuchar cuando pisaba las ramas y el crujido de las mismas lo hacía reaccionar.

Se detuvo un momento, moviéndose en el momento justo para sentir cómo una bala casi acariciaba su mejilla. Una sonrisa de orgullo se posó en sus labios, corriendo en dirección de donde había sido disparado ese proyectil, pero cuando llegó, Aya no estaba más.

"Maldita sea". Pensó frustrado.

—Señor Shinazukawa... Tengo la mira en su corazón —susurró llamando su atención. Sanemi miró de reojo a sus espaldas, notando a ella escondida entre los arbustos. —¿Quiere que dispare?

En un ágil movimiento, Sanemi apareció detrás de ella, asustándola. Él simplemente apoyó sus manos sobre sus hombros, mirándola con seriedad.

—Te atrapé —dijo con simpleza, antes de recomponerse.

—Pero...
—Te dije que tenías que golpearme con una bala, no lo hiciste —respondió antes de que ella empezara a discutir.

—Yo sé que no nos llevamos bien, pero no pensé que en serio querría que lo matara —respondió con inocencia, recargando su rifle.

—La habría esquivado —agregó con simpleza.

—No, no es cierto.

Tuvieron que volver a "entrenar" un par de veces, y Sanemi no aceptó que Aya había ganado hasta que le rozó la mano con una bala.

—¿Está bien? —preguntó preocupada saliendo de su escondite. Sanemi la miró incrédulo, más cuando se acercó mostrando más de su preocupación.

—Es solo un corte, no pasa nada —exclamó tranquilizándola—. Ganaste.

La expresión de Aya cambió a una más feliz, sonriendo emocionada. Había aceptado ese entrenamiento porque su sonrisa le recordaba la de su hermano; mencionar a Genya fue su salvación, más porque sabía que Aya no lo hacía con malicia.

—Podemos irnos, ya está por atardecer —declaró con calma, empezando a caminar hacia el sendero.

Mientras caminaba a su lado, ella veía de reojo a Sanemi varias veces, algo tímida. Él seguía serio, con su expresión en el camino.

—¿Dónde está su hermano?
—No lo sé.
—¿No se llevan bien?
—No, ya no.

Su cuerpo se tenso un poco, pero aún así no volteo a verla. Aya solo pensaba en cómo podría ser el hermano de Shinazukawa, ¿Será igual de enojon que él?

—Cuando Giyū me salvó en las montañas, había un primo mío que estuvo preguntando por mi, y hasta que no estuve al borde de la muerte me arrepentí de no haber querido verlo, ¿No le preocupa que algo malo vaya a pasarle a usted? —preguntó con curiosidad. Sanemi se detuvo y giró su rostro hacia ella, negando con la cabeza.

—No es lo mismo.

—No, pero el cariño si lo es —respondió.

"¿De dónde saco Tomioka a esta mocosa?". Pensó girando su cuerpo hacia ella, mirándola desde arriba.

Hoy no tenía muchas ganas de ser cuestionado, pero ya se imaginaba que pasaría algo así desde que la trajo para entrenar.

—No va a pasarme nada, Aya. Aún tengo tiempo —culminó antes de seguir caminando. Aya solo lo siguió con inocencia.

"No siento lo mismo". Pensó apenada.

Giyū esperó a que su esposa regresara, y cuando lo hizo, pudo ver la sonrisa de emoción en sus labios. Aya quiso obligar a Sanemi a despedirse, pero no lo logró.

—¿Estás bien? —preguntó con curiosidad, acercándose a su esposa.

—Le disparé al señor Shinazukawa —exclamó con la sonrisa en sus labios todavía.

"No sé cómo tomarme esa respuesta". Pensó confundido, sosteniendo su cintura bajo sus manos.

—Hace tiempo que no salimos juntos, ¿Quieres ir al pueblo a comer algo? —preguntó cariñoso, sonriendo levemente. Aya lo miró emocionada, abrazándolo.

Giyū supuso que eso era un "sí". Esperó pacientemente a que su esposa se preparara, viéndola con atención. Ella le preguntaba por colores, peinados y listones, pero él solo asentía.

—Mi hermana Tsutako...

Aya dejó de arreglarse, reconociendo al instante el nombre que había salido de sus labios. Era muy difícil que su esposo se abriera por sí mismo, así que rápidamente le prestó toda su atención, sentándose a su lado.

—Ella usaba siempre un moño rojo en su cabello —mencionó sosteniendo el moño en su mano, su dedo acarició la tela con firmeza—. Me gusta pensar que está orgullosa de mí.

—¿Cómo no estar orgullosa del hombre maravilloso en el que te has convertido? —susurró amorosa.

Giyū sonrió enamorado. Cuando salieron de su hogar, Aya se abrazó a su brazo, obviamente él no mostró resistencia. Mirándola de reojo. Realmente ella tenía intenciones escondidas, había notado ciertas miradas nada discretas sobre su esposo.

—¿Por qué te miran tanto? —susurró con un pequeño puchero en sus labios.

—No lo sé —respondió incrédulo, suponiendo que se trataba de celos en esta ocasión.

—¿Por qué no entienden que estás casado? Es impropio desear a un hombre casado.

—Eres una niña —mencionó sonriendo dulcemente, notando cómo realmente estaba muy celosa.

—No lo soy... —susurró sonrojada, sintiéndose apenada por sus palabras. Su esposo acarició con suavidad su mejilla, aun sin dejar de sonreír.

—No... Ahora eres mi mujer —susurró dándole la razón. Ella lo miró enamorada. Eso solo hizo que el sonrojo en sus mejillas se mantuviera—. No tienes nada de qué preocuparte, ¿de acuerdo? Puede que ellas me vean, pero yo solo te veo a ti. Nada me importa más que tú...

—¿De verdad...? —respondió enamorada. Giyū asintió.

—Hablo en serio, eres todo para mí, todo... —insistió.

Estaba tan feliz de haber recuperado a su esposo, cuando regresaron a su hogar él se quedó a su lado hasta que se quedó dormida. Había una pequeña sonrisa en sus labios mientras él dejaba que esos dedos acariciaran suavemente el cabello de su esposa.

Aya Tomioka.

Mi cumpleaños se acerca, pronto tendré 19 años, pronto habrán pasado dos años desde que mis padres dejaron este mundo. Nunca entendí por qué los dioses me lo quitaron todo, no lograba comprender cómo había fallado o cuál fue el error que cometí para merecer tal castigo.

Fue el peor año de toda mi vida, me hizo cuestionarme si realmente vale la pena vivir, tuve que entender a las malas que mi vida valía la pena simplemente por ser yo misma.

Tuve que ser muy fuerte durante todo un año, para prepararme para la vida que realmente me estaba esperando. En ocasiones veo a mi esposo, y siento que debí llegar mucho antes.

Aun así, no importa cuántas veces lo vea, siento un pequeño vacío en mi corazón. La ausencia de los seres queridos que no volverán es un vacío con el que simplemente aprendes a vivir. No puede ser llenado por nada más.

Me gusta simplemente cerrar mis ojos, y volver a tiempos mucho mejores, porque aunque amo a la familia que estamos construyendo, no puedo olvidar a la que dejé atrás. O quizás... Ellos me dejaron a mí atrás.

Desperté en una pradera, la misma pradera que usualmente aparecía en mis sueños, en los mejores sueños que tengo la verdad.

—Hola... —susurré caminando hacia nuestra vieja casa, mi padre estaba sentado en el exterior, limpiando su rifle.

Mi madre abrió la puerta, saliendo con un vaso de agua en sus manos. Tenía esa sonrisa de dulzura en sus labios, la misma sonrisa que mi padre decía que había heredado.

—¿Encontraste algo? Me preocupé, tardaste mucho... —susurró su madre con dulzura.

Me acerqué por inercia y ella abrió sus brazos hacia mí, dejando que me acurrucara en su pecho. Mi padre nos miró con serenidad.

—Sí, sí encontré algo...

—¿Qué cosa, tesoro? —susurró mi madre, dejando que alzara la mirada hacia ella. Sus delicados dedos acariciaron mi piel, con una calidez que olvidaría al despertar.

—Encontré a alguien —susurré mirándola a los ojos. Cada vez que tenía este hermoso sueño mis palabras se tropezaban.

—Sí... Es un buen muchacho —mencionó mi padre. Se puso de pie mientras me abrazaba también a mí junto a mi madre.

—¿Puedo quedarme así un poco más? —pregunté con un nudo en mi garganta. Mi padre besó mi cabeza, abrazándome con fuerza.

—Todo el tiempo que quieras —susurró.

Los mejores sueños eran los que los tenían a ellos de protagonistas, donde regresaba mi tranquila vida. Cuando no sabía que existían los demonios y simplemente salía a cazar con mi padre. Ellos hacían mejores mis sueños.

2700 palabras.
250 Votos = Continuación.

Aya cuando se encontró con Sanemi:


Aya cuando le dijo que no gano:


Tanjiro viendo todo el pedo:

Ustedes apenas llega a la meta:

Yo cuando me tardo en actualizar:

Aya y Sanemi;


Giyū viendo cómo se va su esposa con el sin cejas:

Yo cuando me cuestionan algo y ahí voy a explicarlo:

Continue Reading

You'll Also Like

22.5K 2.4K 31
Chihiro, una valiente cazadora de demonios, y Tomioka Giyuu, un pilar reservado pero fuerte, luchan juntos contra la oscuridad que amenaza al mundo...
320K 27K 47
______ Kocho, última portadora de su apellido y del aliento de la Flor. Por fuera parece alguien fría y madura, pero por dentro, es solo una chica de...
112K 13.6K 60
Eva es una niña fuera de lo común, en un pueblo fuera de lo común. Con las desapariciones haciéndose cada vez más frecuentes, Eva tiene que lidiar c...
27.8K 2.9K 20
Matar a un demonio no debería doler. Pero cuando fue su propia familia... dolió más de lo que nadie imagina. Airi sobrevivió a una elección imposible...
App - Unlock exclusive features