El desayuno había terminado ya y Sherlock ponía al tanto a su compañera.
- Ian Samuels era su vecino. Conocieron su aficción mutua al encontrarse en la convención de Guerras Espaciales. Es un hacker no de profesión sino más bien de pasatiempo pero ambos hablaron en varias ocaciones. Mark Nelson el actual esposo de la ex novia de la víctima presentó un par de espectáculos debido a los celos. Al parecer la señora Sarah y Midlestone aún matenían una inocente amistad pero en una ocasión el esposo los vió salir de un pub a altas horas de la noche y se artó de Brian. Les prohibió volver a verse desde ese entonces. Luego de varias melodramáticas discuciones todos hicieron las pases. Nelson es un hacker retirado por así decirlo. A penas y tiene tiempo para trabajar, ir a terapia de pareja y pasar tiempo con su hijo. Reflexiona eso mientras me alisto, luego nos vamos a Scotland Yard. Les dije a ambos que fueran solo para hacer un par de preguntas mas.
Y así Watson quedó sola en la oscura habitación, rumiando sus pensamientos con concentración.
Enlazaba los datos como entrelazando una madeja, los deshacía y los volvía a enmarañar calculando todos los posibles escenarios.
Soltó un suspiro al entrar Sherlock de nuevo.
- Es demasiado. -dijo poniéndose de pie y encarando a Holmes.
- ¿El qué?
- Son demasiadas posibilidades. Infinitas. ¿Cómo lo haces?
- Apégate a los hechos. Y no trates de pensar como yo lo hago. Hazlo a tú manera. Has tenido mucha experiencia con las personas, empieza a usar esos conocimientos en esto.
Ella asintió y de inmediato se fundió en sus pensamientos.
- Pero hazlo en el taxi. Vámonos. -alegó él dirigiéndose a la puerta.
A Joan se le hizo demasiado corto el trayecto y casi inconcientemente llegó a la puerta de la oficina de Greg.
Sherlock le señaló a lo lejos en dos oficinas difetentes a dos hombres.
Uno de cabello corto y casi blanco, cuyo rostro se veía más joven que su aspecto en general. Ataviado en un abrigo negro y austero, y con pose de pensador esperaba pacientemente a que lo atendieran.
El otro, un hombre más jóven y de mirada perdida parecía estar muy lejos de aquel lugar. A veces hacía movimientos imperceptibles que se convertían en débiles intentos de cambiar de postura. Pero al final no hacía mucho más que esperar.
- Adelante. -dijo Sherlock viendo fijamente a Joan.
- ¿De qué hablas?
- Ve y descubre quién es el asesino.
La doctora se quedó en shock por unos segundos y luego de eso dijo:
- Claro. Y si me equivoco terminaré acusando a un inocente en medio de una estación de policía.
- Ya tienes los datos que necesitabas y ya lo has pensado por un buen tiempo.
- Para ti es fácil decirlo, ¡tú ya sabes quien es el culpable! -la doctora susurraba para no llamar la atención.
- Eso no es cierto. -la mirada acusadora de ella se posó sobre él- Bien, sí, lo sé. Pero esta es tú oportunidad de poner a prueba tus habilidades.
- ¿Simplemente me vas a lanzar a esto asi como asi?
La voz de Joan denotaba temor y algo de cansancio y al notar esto algo se removió muy dentro del detective.
Así que suavizando su expresión seria y determinada dijo:
- Si te equivocas, lo cual dudo mucho, yo estaré aquí. No te estoy dejando sola Joan.
La aprendiz de detective sintió como esa actitud calmada de él le contagiaba. Tenía esa habilidad.
Respiró hondo, asintió y caminó con paso seguro hacia la oficina en la que estaba Ian Samuels.
Varias horas más tarde ambos compañeros de apartamento salían de Scotland Yard.
- ¿Y bien? ¿Cómo lo hice? -preguntó Joan tratando de seguir el ritmo de caminar de Sherlock.
- Regular.
- Pero lo resolví. Fué Ian. Se mudó hace poco, fingió ser fanático de Guerras Espaciales para acercarse a Brian Midlestone. Tenía los conocimientos básicos que todo fan debería tener pero no todos los necesarios para creerle. No hackeó la alarma, Brian lo dejó pasar, ya dentro Ian Samuels lo amenazó para que le diera el comic antiguo de gran valor que tenía en aquella habitación, este se opuso, Samuels le disparó y además colocó la imagen de Game Over para inculpar a Players. Su misión sólo era obtener el comic. Es como un ladrón-asesino por contrato.
- Si, eso estuvo... bien, muy bien. Fué una buena idea el hacerle preguntas de Guerras Espaciales tomándolo así desprevenido...
- ¿Pero?
- Hablaste demasiado tiempo con ellos.
- ¿Acaso tienes otro compromiso? ¿Por qué no me lo dijiste? Tal vez podríamos haber...
Holmes se paró en seco y Joan lo hizo también, bastante sorprendida.
- Es riesgoso. -advirtió él mirándola con una seriedad de muerte- Te involucras demasiado en la vida de las personas. Es tu debilidad.
- Es la habilidad que tú no tienes, no mi debilidad. Que el no aplicarla haya funcionado para ti hasta ahora, es otro asunto.
La doctora Watson hablaba con igual seriedad. Sin ceder ni un poco. Siempre firme. Sherlock notaba la seguridad y contundencia en ella.
- No vamos a discutir esto. -dijo al fin reanudando su marcha- Tengo un estudio de apicultura que hacer y tu mucho libros por leer.
Con los ánimos más calmados ambos se dirigieron a realizar sus respectivas tareas.
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Era de noche y como siempre le ocurría después de un caso estaba durmiendo plácidamente.
Su agudo oido captó un ruido y se despertó de inmediato. Esperó un momento y escuchó otro sonido. A pesar de que acababa de despertar, cinco ideas acudieron a su mente.
Se colocó de pie sigilosamente y caminó hacia la puerta de su habitación.
Otro ruido.
Tres ideas.
¿Golpes? ¿En la pared? No. Libros.
Otro ruido.
Dos ideas.
Abrió la puerta en la oscuridad.
Ah. Un olor.
Una idea.
Caminó descalzo hacia la sala de estar y cuando pasó por la cocina sintió un olor diferente.
Sangre.
Vió un cuchillo en el suelo. Caminó con más rapidez hasta la sala y encendió una lámpara.
Vió a Joan, como había deducido, pero había algo mal. Estaba en pijama, descalza, un pie le sangraba y con la mano derecha extendida parecía una ciega tocando con insistencia sus libros en el estante, incluso varios caían al suelo.
- ¿Joan?
Su aprendiz (como le gustaba llamarle desde que ella había aceptado ser instruida por él en la cienca detectivesca) se detuvo al escuchar su voz. Sherlock se acercó y pudo ver que ella tenia la mirada puesta en suelo.
¿Sonambulismo?
Todo pareció suceder en cámara lenta. En cuanto Joan cerró los ojos y su cabeza se inclinó Sherlock pudo ver como sus músculos se relajaban y como empezaba a caer. Él se precipitó hasta ella y la tomó antes de que cayera. Sin mucho esfuerzo la depositó en su sofá y la examinó.
Estaba inconciente, no dormida. Pero sorprendentemente rápido Joan abrió los ojos y frunció el ceño en una expresión de dolor.
Holmes tenía una rodilla apoyada en el suelo y examinaba la herida en la superficie del pie de ella. Joan se sobresaltó.
- Traquila. -dijo él levantando los ojos hacia ella.
Solo le bastaron unos segundos para verlo.
Pálida, respiración agitada, ligero temblor, pupilas dilatadas.
Miedo.
- ¿Joan?
Se levantó y colocó su rostro a la altura del de ella.
Empezó a temblar con más intensidad. Sus ojos se movían con inquietud y miraban hacia todos lados. Él colocó una mano en su hombro y tocó una de sus mano con lentitud, para no asustarla.
Estaba fría como un cubo de hielo. Sherlock corrió hacia su habitación, tomó sus sábanas, volvió y las colocó alrededor de Joan. Tomó una silla y se sentó al lado de ella.
- ¿Joan? Mírame. Respira.
Ella lo miró a los ojos y trató de calmarse.
Cerraba los ojos con fuerza y los volvia a abrir. Hubo un momento en el cual ella cerró los ojos y los mantuvo así por varios segundos. Sherlock no le quitaba la mirada tratando de identificar qué le sucedia.
No pudo evitar recordar uno de sus casos.
Era una de las muchas posibilidades.
De pronto Joan abrió los ojos y se exaltó. Tomó la mano de Sherlock instintivamente. Este se sintió un poco incómodo pero apartó esa sensasión de sí mismo y cerró su mano alrededor de la de ella. Aquel no era el momento de pensar en sí mismo.
Poco a poco Joan se calmó.
- ¿Te sientes mejor? -preguntó Sherlock.
- Si.
- ¿Té?
Ella asintió y él se levantó a poner un poco de agua al fuego. Fué a su cuarto de baño, tomó el botiquín y regresó a la sala.
Se dispuso a curar la herida de su aprendiz pero ella dijo:
- Lo haré yo.
- ¿Segura?
- Sí, gracias.
Él no perdió tiempo y se dirigió a su computadora.
- ¿Qué diablos me pasó Sherlock?
- Tengo un par de ideas. -dejó de teclear un momento y miró a Joan- ¿Disfrutas del uso de alucinógenos?
Ella dejó de curar su herida, enderezó su espalda y lo volteó a ver.
- ¿Estás insinuando lo que creo que estás insinuando?
- No estoy insinuando nada. Pensé que estaba siendo directo. Te lo preguntaré de otra manera, ¿utilizas drogas?
- ¡No!
- Ok. -continuó con su investigación.
- ¡Soy una compañera de sobriedad!
- Si, lo sé. Pero hay doctores que asesinan, policías que roban, científicos que creen en fantasmas, prostitutas que...
- Si, ya te entendí.
Voz agotada. Somñolienta.
Holmes la miró y lo comprobó. Estaba empezando a sentir sueño. Otro efecto de la droga.
- Me voy a dormir.
- No vayas a tu habitación, debe ser allí donde está la droga.
- Pero tengo sueño.
- Duerme en mi cama.
- ¿Y dónde dormirás tú?
- No voy a dormir.
- Pero debes dormir.
- Tú sabes que no podré. Vé Joan.
Al fin se levantó un poco tambaleante y empezó a caminar lentamente hacia la habitación de él.
Sherlock continuó con su investigación pero luego de unos segundos escuchó un golpe contundente.
- ¿Joan? -se levantó y la encontró luchando por levantarse del suelo casi a mitad del pasillo.
- Tus sábanas son muy grandes... me caí.
- Ya lo veo.
La ayudó a ponerse de pie y de repente ella pareció pensativa.
- Sherlock... creo que aún estoy drogada.
- Eres la drogada más conciente que he conocido.
Al ver que ella se mantenía de pie con bastante dificultad decidió cargarla.
Joan lo miró con una extraña expresión. Expresión que él sin duda atribuyó al efecto que la droga estaba haciendo en ella.
- ¿Tus ojos siempre han sido así? -preguntó de repente.
- ¿Cómo? -dijo él distraidamente mientras la llevaba a su dormitorio.
- No sé. -pareció olvidarse por completo de los ojos del detective.- Necesito dormir.
Holmes la depositó en su cama con cuidado y se disponía a salir cuando ella dijo:
- Sherlock... si no despierto...
Se quedó viéndolo fijamente por varios segundos.
Él se desesperó y preguntó:
- ¿Qué?
- ¿Qué? ¿Qué haces aquí? Te dije que ya no entraras a mi habitación.
Él alzó las cejas comprendiendo que era inútil conversar con ella en ese estado y salió cerrando la puerta de la habitación tras de sí.
Buscó información con su computadora por un poco más de tiempo y luego, de repente, se puso de pie y tomó su celular.
- Necesito información.
- Sherlock... son las 2:15 de la madrugada.
- Si quisiera saber la hora simplemente hubiera visto mi reloj, Mycroft.
- Me siento tentado a colgarte pero al parecer es importante.
- Alguien ha estado estudiando el proyecto H.O.U.N.D. y ha venido al 221 B. Joan fué drogada.
- ¿Y qué necesitas?
- Ya lo sabes. Acceso.
- ¿Y cuál es la palabra mágica?
Sherlock resopló burlonamente:
- ¿De verdad estás haciendo esto? La edad está empezando a golpearte fuerte querido hermano.
- He salvado tu vida y la de tus amigos múltiples veces, ¿no puedes ser un poco más educado?
- Si no me das acceso a la información Joan podría ser atacada de nuevo y sería tú culpa.
Mycroft rió.
- Tú no dejarás que lleguen a ella de nuevo.
Sherlock borró la sonrisa cínica de su rostro y frunció el ceño.
- ¿Por qué lo dices de esa manera?
- Deberías saber por qué, hermanito.
- Pues no lo sé. -y estaba siendo sincero- ¿Hay algún problema con querer que mi aprendiz esté a salvo?
- Escúchate. "Tu aprendiz". Te acostumbraste a ella ¿no, Sherlock?
Guardó silencio un momento y dijo:
- Bueno, al parecer me equivoqué. La edad ya acabó contigo.
Una breve risa de suficiencia se escuchó al otro lado de la línea.
- A pesar de que no seas más inteligente que yo, eres inteligente. Tarde o temprano te darás cuenta. -hizo una pausa- Bien, ya tienes acceso. ¿Sería muy ambicioso de mi parte esperar un "gracias"?
Sherlock pareció luchar contra todo su ser hasta que por fin y después de algunos segundos, habló, casi escupiendo la palabra:
- Gracias.
Cortó de inmediato y regresó a su computadora.
Leyó varios archivos con toda la información relacionada con el proyecto H.O.U.N.D., buscó un traje especial e ingresó a la habitación de Joan, recolectando pruebas de todo objeto que pudiera contener la droga.