- Están aquí. - La doctora en medicina forense del departamento les hizo una señal hacia la puerta cerrada- Debo advertirles que no hablan. Hemos hecho preguntas, les han hablado con lenguaje de señas e incluso con código morse pero no reaccionan. No se han resistido a las pruebas de ADN que les hemos hecho pero... simplemente no hacen nada.
Holmes asintió y entró de inmediato seguido por la doctora Watson.
Lo que veían parecía casi irreal.
14 hombres estaban sentados en fila.
Todos con facciones idénticas.
Rostro angular y delgado, ojos pequeños color verde, cabello lacio hasta los hombros, labios levemente voluptuosos, todos vestidos de negro.
Miraban fijamente hacia el vacío sin decir una palabra, sin mostrar ninguna emoción.
Ambos detectives comenzaron a acercarse cautelosamente, observando con detenimiento en busca de alguna reacción por parte de los individuos. Pero simplemente no mostraban nada.
Joan se atrevió a revisar sus signos vitales solo para darse cuenta de que no estaban del todo bien. Era probable que padecieran de un problema alimenticio. Después de darse cuenta de que no se inmutaban ante el contacto físico se dio a si misma permiso de revisar la ropa que traían en busca de alguna marca o rastro.
Se sorprendió al encontrar una "r" en la manga derecha de la camisa negra que llevaba el individuo.
Inevitablemente sus ojos se posaron en las manos del hombre y luego algo en sus dedos la dejó helada.
- Sherlock... -él se acercó de inmediato- Las llemas de sus dedos... están quemadas.
En lugar de huellas dactilares lo que había eran grandes cicatrices de quemaduras.
- Son diferentes hombres. -susurró el detective con el ceño fruncido.
- Alguien los hizo parecer idénticos. Tienen cicatrices en el rostro. Los operaron para que tuvieran rasgos similares. -Joan estaba asqueada del monstruo responsable de aquella inhumana acción.- Y encontré esto. -le mostró a Sherlock la pequeña "r" bordada con hilo amarillo en la parte interior de la manga, a lo que él asintió.
- Todos tienen una letra. Hay que unirlas.
La doctora tomó su bloc de notas y Holmes empezó a revisar qué letra tenía cada uno.
Al final el resultado fué el siguiente:
obnIcrpsurtlie
Ambos analizaron con detenimiento el grupo de letras.
- Es una palabra. -murmuró Joan.
- La I es la inicial por ser la única mayúscula.
- A simple vista parece formar la palabra Incorruptible* pero hay una "s" que queda sobrando.
- No sobra. La palabra está en español. -Sherlock levantó la mirada hacia los hombres y lo dijo casi sin pensar y con perfecto acento español- Incorruptibles.
Con un impulso inesperado todos los clones se levantaron de su asiento.
Ambos detectives retrocedieron.
Holmes movió a su compañera hacia atrás de él con delicadeza.
Los jóvenes hombres se quedaron quietos de nuevo. Parecían un perfecto grupo de robots. Pero sus movimientos eran humanos.
No eran experimentos con partes mecánicas o robotizadas.
Eran humanos cuyas facultades mentales habían sido atrofiadas.
A la doctora Watson aquello la enfermaba más y más.
- Son como máquinas. Obedecen a quién pronuncie esa palabra. -ella susurraba a su compañero, como si temiera que el grupo de personas de pie frente a ella los atacaran de un momento a otro- Por eso obedecían a Yamato. Esto es obra del doctor al que conoció online. Tenemos que encontrarlo Sherlock. Es un monstruo.
- Lo haremos.
La doctora que previamente les había hablado entró con el rostro pálido. Y palideció más al ver a los hombres de pie.
- Tranquila. No harán nada que lastime a nadie. -él alzó la voz para que llegara a los clones. Sherlock sabía que ahora le obedecían a él. Se acercó a la mujer y continuó en voz baja.- No les quiten la ropa y no mantengan contacto con ellos más de lo necesario. Llévenlos a una celda aislada y que nadie hable con ellos. -la aludida asentía con nerviosismo-. ¿Cuál fué el resultado de las pruebas de ADN?
- Son... diferentes personas... y... no están en nuestra base de datos. No están... en ninguna base de datos en todo Inglaterra.
- Por supuesto. Porque no son de Inglaterra. -miró hacia Joan- Vamos.
Ambos salieron en busca de Lestrade para contarle todo lo sucedido.
En el camino y mientras sus pasos presurosos hacían eco en las baldosas del suelo Joan Watson dijo:
- No le dijiste sobre la palabra.
- No quiero arriesgarme a que otros sepan cómo controlarlos.
Ella asintió.
Todavía se sentía en shock por lo que sucedía.
Cuando llegaron a la oficina de Lestrade cerraron la puerta tras de ellos y el detective consultor relató todo.
Lestrade a penas y cabía en sí mismo de la impresión.
- No dejes que se acerquen a ellos. Dí que están traumados y que no pueden estar bajo contacto humano por mucho tiempo. -Lestrade escuchaba a su amigo con plena atención- Y no digas a nadie la palabra.
- Ellos aún son humanos. -intervino la doctora quedamente- Necesitan alimentarse. Y probablemente no van a comer hasta que tú se los digas. Tampoco podemos comprobarlo sin aue alguien se dé cuenta. -él reconoció la verdad en las palabras de ella- Tendrán que ser alimentados por sondas. Tienen que ir a un hospital. Además, necesitan exámenes médicos y psiquiátricos. Tal vez... quede algo que salvar en ellos.
- Nadie puede saber cómo hacer que obedezcan. Y no podemos arriesgarnos a que tengan contacto con ellos. Por ahora no podrán hacerles los exámenes que necesitan. -se acercó un poco más a ella- Tendrás que ir tú y encargarte de las sondas. Puedes decir que sólo aceptan el contacto de una persona y que tú ya has interactuado con ellos anteriormente.
Joan asintió con desición.
- Daré la orden para que preparen todo. -afrimó Lestrade saliendo de la oficina a toda prisa.
- ¿Y qué harás tú? -murmuró ella dirigiéndose a su compañero.
- Investigaré por mi cuenta para indagar en la posible identidad del doctor que hizo esto.
- No hagas nada estúpido sin avisarme primero.
- Lo prometo. -instintivamente y después de unos segundos de silencio Sherlock tomó la mano de Joan.- Sé que esto te afecta. Saber que alguien de tu misma profesión fué capaz de hacer algo así e incluso imaginarte cómo lo hizo debe ser chocante. Tienes que ser fuerte y concentrarte y no dudo de que lo harás. -la miró a los ojos con detenimiento- Pero si te sientes mal debes llamarme. Y si sientes que estás en peligro, aléjate y llámame. Sé que este tipo de cosas es mejor soportarlas con el apoyo de alguien.
- Creo que eso es algo que tú no has hecho.
- Exactamente porque sé como se siente es que no quiero que estés sola.
Ella asintió ganando fuerzas.
Sherlock continuaba viéndola.
Se alejó un paso sin soltarla para luego presionar un poco más la mano de ella entre la suya tratando de transmitirle su apoyo en un gesto.
Él lo sabía.
Sabía que Joan no estaba bien. Se le veía cansada, agotada, y se notaba cómo lo dramático de la situación estaba afectando su salud emocional.
Estaba sucumbiendo ante el estrés.
Odiaba dejarla sola. Sabía que en cualquier momento podría estallar toda esa tensión que la invadía.
Y en esos momentos se es frágil.
Él mismo había llegado a ese punto y había optado por métodos que atentaban contra su salud para aliviar su ser.
No quería que lo mismo le pasara a ella.
Y era un poco absurdo el pensar que Joan se lanzaría a las drogas igual a él. Pero la idea se le había encajado en la mente como un objeto que se alcanza a percibir con la vista periférica y que de alguna manera se siente como un estorbo.
Simplemente sabía que esos momentos se sentían fatales y lo último que quería era que ella los atravesara sola.
- Llegaré al hospital a informarte de todo.
Dicho esto la soltó y salió de la oficina en su decidido andar de siempre.
Ella es fuerte. Lo será ahora.
Es inteligente. Lo será ahora también.-pensó el detective consultor.
No tenía opción. Debía moverse y conseguir información sobre el autor de tan repugnantes experimentos.
La presencia del francotirador asesino declaraba el peligro que corrían.
Tenía que resolverlo todo.
Nadie más debía morir.
Joan quería abrazarlo.
Antes de que se fuera, quería rodearlo con sus brazos.
No porque él lo necesitara sino más bien porque quería expresarle lo mucho que agradecía su preocupación.
Y en el fondo... porque ella lo necesitaba.
Se sentía mal.
Aquello la había tomado por sorpresa.
Después de tantos casos dramáticos ese que ahora resolvía le había doblegado la determinación. Finalmente su salud emocional se veía afectada por lo grotesco que venía viendo desde que había empezado con los casos.
Pero debía continuar.
Tenían que atrapar al monstruo que había acabado con la vida de 14 hombres inocentes de forma tan escalofriante.
* Joan habla de la palabra "Incorruptible" en inglés. Al agregar la "s" se traduce al español (en plural).