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Desde el momento en que Elizabeth Black y Harry Potter cruzan miradas en el tren a Hogwarts, algo dentro de ellos se enciende. No se conocen, pero sienten que deberían hacerlo. Es una sensación cálida, como un recuerdo olvidado de otra vida. Sin embargo, su destino está lleno de sombras.  

Elizabeth es hija de Sirius Black y Morgana Grindelwald, una sangre pura atrapada entre su linaje oscuro y su propia voluntad. Criada por su tío, Regulus A. Black II, ha aprendido a ser leal a su familia y a sus amigos de la infancia: Draco Malfoy, Damiano Rosier y Cornelia Crouch. Su conexión con Harry es innegable, pero la enemistad entre él y su primo la obliga a mantenerse distante.  

Mientras Hogwarts se convierte en su hogar, Elizabeth descubre que su destino no solo está ligado a Harry, sino también a los secretos de su propia sangre. Su madre murió en circunstancias misteriosas, su padre la rechaza por haber sido seleccionada en Slytherin, y su mejor amigo, Damiano, guarda un oscuro secreto. 

A medida que los años pasan, la conexión entre Elizabeth y Harry evoluciona. Lo que al principio era un simple presentimiento se transforma en algo más profundo. Pequeñas señales comienzan a aparecer: sueños compartidos, ecos de emociones ajenas, susurros en la mente. Sin embargo, el miedo a aceptar lo inevitable la lleva a alejarse, incluso a refugiarse en Cedric Diggory en un intento de huir de lo que su corazón ya sabe.

Pero el destino no puede evitarse. La guerra se acerca y con ella, una decisión imposible. Cuando Voldemort regresa, Elizabeth deberá elegir entre la lealtad a su familia y su amor por Harry. La sombra de la promesa hecha siglos atrás se hace presente.

Porque en todas sus vidas, Harry Potter ha sido su único amor. Y en esta, como en todas las anteriores, su vínculo eterno deberá enfrentar la prueba definitiva.  

¿Seguirá Elizabeth el legado de su familia o romperá las cadenas del destino por amor?
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