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¿Hasta dónde puedes fingir ser alguien más... antes de perderte por completo?

Desde el día en que nació, Hinata fue obligada a vivir como un chico. Su verdadero yo fue enterrado por mandato familiar, oculto entre voces profundas, uniformes de hombre y silencios que duelen. Solo en la cancha puede respirar... porque allí es veloz, fuerte, imparable. Allí es libre. El vóley fue el único sueño que se atrevió a elegir, incluso si eso significaba desafiar una familia que solo cree en futuros vestidos de bata blanca o trajes formales.

Pero el secreto que alguna vez la protegió, ahora la consume.
Y lo peor es que no solo la pone en riesgo a ella... también a quienes empiezan a amarla de verdad.

Cuando Tsukishima descubre la verdad, lo fácil sería alejarse. Fingir que no lo sabe. Pero no lo hace. Contra todo pronóstico, el chico que parecía el menos interesado, se convierte en su refugio más seguro. En el primero que la mira sin miedo ni juicio. Y aunque su relación no es romántica, lo que construyen es igual de profundo: una lealtad feroz, un amor distinto, un lazo inquebrantable.

Y mientras todo eso ocurre en silencio, su relación con Kageyama se vuelve cada vez más intensa. Con él, cada mirada, cada roce, cada palabra no dicha quema más que la anterior. Pero amar así -con una identidad falsa, con un secreto en la garganta- es doloroso. Hinata quiere amarlo como es... pero ¿cómo hacerlo si nunca se ha permitido ser vista?
El miedo de ser descubierta la asfixia. La tensión de cada partido, de cada día en la escuela, de cada paso que da... es insoportable.

Y en medio de verdades que se desmoronan, personas que jamás pensó que alzarían la voz por ella, miradas de coraje, amistades que se transforman y decisiones que pueden romperles el alma...
todos están a punto de aprender que:

A veces, mentirle al mundo es inevitable.
Pero mentirse a uno mismo... es lo que realmente destruye.
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