No todos los amores nacen en los lugares esperados, ni en los momentos más propicios. No todos los corazones se cruzan entre páginas de libros ni entre pupitres de universidades. En la vida, el amor tiene su propio rumbo, su propio misterio, y la forma en que se encuentra puede ser tan impredecible como una chispa en la oscuridad. A veces, el destino parece jugar a ocultarlo, hacer que lo busquemos en los lugares equivocados, para luego entregarlo en el momento en que menos lo esperamos.
Nala nunca pensó que encontraría el amor allí donde lo halló. Después de todo lo que había vivido, p n un un ensaba que el amor era un lujo del que no merecía disfrutar, una idea ajena a su realidad. Había recorrido un largo camino, repleto de desafíos, decepciones y sueños rotos. Había aprendido a vivir por su cuenta, a ser independiente, a esconder su dolor detrás de una fachada que nunca dejaba ver las grietas de su alma. Y, sin embargo, lo inesperado ocurrió. Elian apareció en su vida, en un lugar tan común, en un bar lleno de luces tenues y risas lejanas.
Él no era un príncipe ni un superhéroe. No era el tipo que entraba en la vida de alguien como una tormenta, arrasando todo a su paso. Era solo un camarero, alguien que parecía estar allí solo para cumplir con su trabajo, sin saber que, en un giro del destino, su vida cambiaría para siempre. Para Nala, él era solo una presencia en ese bar, un chico guapo que la miraba de una manera especial. Y aunque la chispa no se encendió de inmediato, algo empezó a crecer en el fondo de su corazón, algo que no se podía ignorar.
Valentina nunca ha tenido suerte en el amor. Coqueta en silencio, admiradora de lejos y con un historial de enamoramientos fugaces, ha aprendido a mantener sus sentimientos bien guardados. Después de varias citas fallidas, llegó a la conclusión de que el amor no era para ella... o al menos eso creía.
A mitad de su carrera universitaria, se da un cruce de miradas con Alejandro Chardiego, el cual pone a prueba su mundo perfectamente controlado. No hablan, ni siquiera se saludan, pero cada encuentro visual es suficiente para hacerla perder el equilibrio.
El problema es que Valentina nunca ha sido de las que dan el primer paso. Y Alejandro tampoco parece dispuesto a hacerlo.
Pero nada es lo que parece. A veces la vida nos da la oportunidad, a veces nos la arrebata. A veces el destino abre caminos, otras los cierra sin previo aviso. Entre casualidades imposibles, emociones reprimidas y momentos que los pondrán al límite, descubrirán que no siempre se trata de atreverse a hablar, sino de no poder evitar sentir.
¿Se arriesgarán a romper el silencio o seguirán atrapados en miradas que lo dicen todo y, al mismo tiempo, nada? Porque en esta etapa universitaria, todo puede suceder... o nada en absoluto.