??? ┊? How I prayed that you'd love no one else ?
Nada parecía importarle cuando estaba drogado, ni siquiera sus amigos, su novia o su futuro. Experimentar con diversas sustancias lo contentaba y parecía no querer detenerse. ? ? ? ? ??? ?
your...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bobby & Evie.
Al llegar a la habitación de la castaña, se da cuenta que la puerta de esta está abierta y las luces apagadas, por lo que Evie no estaba allí. Sus cosas estaban regadas y unas cuentas rotas por todos lados. El mayor recordó hacer lo mismo, lo utilizaba como método de relajación de todo el producto del estrés y ansiedad que padecía en uno de sus tantos conciertos.
Al final del pasillo no había más que un gran balcón con vista al patio. Pudo ver una figura mirando la noche estrellada, reconociendo ese cabello ondulado y el saco de cuero que él le obsequió y el mismo que él numerosas veces utilizó. Cuidosamente y procurando ser silencioso, se acercó hacia ella. Su mirada vagó por sus manos que aferraba una carta un poco arrugada, como si pudiera protegerla.
La luz de la luna brillaba bajo ella y Bobby tomó un instante para admirar a la chica.
—¿Estás bien?
Evie aferró más la carta contra su pecho, pero no lo mira.
—Regresa con los demás —dijo con la voz entrecortada.
El pelinegro se acercó, lo suficiente para notar que estaba temblando.
—¿Segura que estás bien?
Evie negó lentamente. El ascenso y caída de su pecho eran veloces, pero superficiales. Bobby por supuesto sabía que él era la causa de su dolor y de muchos otros problemas que derrumbaban a la chica. Había estado demasiado concentrado en una relación que siendo sincero, fue de consuelo para ocultar lo miserable que se sentía por haberla dejado ir y quedarse sin la mujer que amaba más que a nadie.
Bobby se acercó más, quedando a lado de ella. La castaña seguía sin mirarlo y el mayor resiste el impulso de abrazarla.
—Vamos, Vee. Háblame... —se preguntó si debía marcharse, después de todo su presencia no era deseada—. Terminé con ella.
Evie se volteó sin apartar la mirada del frio piso.
—Perdóname por destruirte...
—Fuiste un error —dijo, su voz casi inaudible.
Bobby sintió como la respiración comenzaba a fallare.
—No somos compatibles, Robert... Nunca lo fuimos y nunca lo seremos —finalmente Evie miró a Bobby, su bello rostro bañado en lagrimas, en completa agonía.
El pelinegro prefirió arriesgarse y se acercó, alejando una mano de la carta para sostenerla. Evie no lo alejó, se veía cansada para tan siquiera intentarlo. Cerró los ojos por unos segundos. Tomó la carta y lo guardó en los bolsillos del saco que en un tiempo le perteneció al hombre que tenía enfrente.
—¿No deberíamos hablar de eso?
—Hablar no hará que cambie de opinión.
—Pero podría hacerte sentir mejor. Creo que no estás en condiciones para hacerlo...