Una drag a Medianoche #ONC2022

Capítulo 5

Pero, si es verdad que hay un asesino, ¿dónde está el resto? ¿Les habrá matado?

Justo entonces regresa la. Giramos nuestras caras al ver frente los interruptores a una persona baja de estatura con un antifaz. Finn se acerca a ella para asestarle un puñetazo mientras yo grito de la impresión. Sin embargo, logra esquivarle con mucha elegancia para después dar una voltereta y rodar a la izquierda. Ya a una distancia de nosotros se retira el antifaz y me quedo boquiabierta cuando descubro que la persona misteriosa es Hala. ¿Nos va a matar? No tiene ningún arma, a la vista al menos.

—Cleo, te dije que la máscara ya era demasiado. —La chica se acicala el cabello negro y deja la máscara en una mesa cercana.

—¿Cuándo comenzasteis esto? —pregunto algo enfadada.

—Desde que vi la película —nos explica Sebas entre risas.

—Espero que en mi cumpleaños no hagáis algo parecido

—Tranquila, haremos un exorcismo —suelta Jaffet jocosa.

—Chicas, ya está bien. —Hala la veo cansada del asunto y yo también.

No es agradable esta broma con la que casi golpean a une de nuestres amigues. Por suerte, restando el incidente están los regalos de Finn envueltos con varios colores chillones; alrededor de la pista de baile.

—Hoy os daré el día libre. Los clientes serán las personas que nos conocen gracias al local o porque son los amigos, amigas y amigues de Twyla. —Fabiana camina hacia el equipo de música y enciende el reproductor.

La música da inicio y algunes gritan al escuchar S&M de Rihanna.

Supongo que sería la música, la bola de discoteca o el aire especial que tiene esta noche el local, porque en menos de dos horas se hizo conocido por todos que hoy es el cumpleaños de nuestro amigo. Tal vez, por eso, parece que ella es Kylie Jenner, porque no consigue librarse de los pesados que le piden fotografías. Al menos, antes de que haya sucedido este desmadre; él  pudo soplar sus velas y abrir sus regalos.

—A ver, apartad. —Hago un espacio entre el chico, la chica y mi amigo que me mira agradecida.

—¿Pero quién te crees? —suelta la chica como si hubiese cometido un crimen.

—Pues soy su manager y ella está cansada de vosotros. ¿Entendéis que es su cumpleaños y lo que quiere es disfrutar de la fiesta? —Me encorvo hacia ellos como si fueran niños pequeños y luego agarro la mano de Twyla.

—Gracias, no sabía que decir para que se fuesen. —Me sorprende su sinceridad, pero para eso estamos.

Para defendernos de unos imbéciles que se creen mucho solo por ser personajes públicos.

—No te preocupes —Le doy un ligero abrazo y después comenzamos a movernos al son de la canción que suena en este momento.

Al terminar, suena una nueva y me sorprendo cuando escucho la canción de En el coche de Aitana. Nos reímos ambas al escucharla. Pues, en el pasado era una de nuestras canciones favoritas; llegó hasta el punto que el grupo entero y la jefa la aborrecieron. Pero, no es culpa nuestra que esa chica cante tan bien.

—¿Tú crees que se habrán enfadado con Fabiana por poner esa canción? —suelta Finn jocoso a la vez que se arregla el flequillo.

—Si es así, que se aguanten. Es tu cumpleaños. Encima nos han dado antes un susto de muerte.

—Es verdad. —Continuamos bailando mientras se rie, pero luego se queda estático.

—¿Qué pasa? ¿Ámbar está discutiendo porque alguien lleva un vestido de la temporada pasada?

—Que va... —Creo escuchar algo más, pero me es imposible saberlo con el ruido de la música.

—¡Qué has dicho! —exclamo a través de alaridos.

—Que está Ariel en la fiesta.

—¿Cómo? —Ella señala hacia el frente a un chico con el pelo castaño lleno de gomina.

Tiene demasiada para mi gusto, pero es su cuerpo, así que puede hacer lo que desee. En esta ocasión  lleva una camiseta con corbata y unos pantalones negros, tal vez son de otro color y las luces del local lo oscurecen. Lo importante de esta situación es que está guapo con lo que sea y que podré hablar con él.

Pero tengo una duda. ¿Qué hace aquí?

—¿Le conoces Twyla? Por favor, se sincera.

—Que va, seguro que habrá visto que se celebra una fiesta y habrá venido. Anda, habla con él. —De nuevo me empuja hacia él.

No sé si esta se volverá una tradición como la de apostar por cuanto me retraso. Ahora lo que me importa es hablar con él y pedirle ese condenado teléfono.