—Humana idiota, wake up.
—¿Qué dices? Y no me insultes chucho rosado.
—Sh —me chista mientras coloca sus dedos de su pata derecha cerca de su boca.
Luego se queda levantado con las dos piernas traseras y al momento dice algo que me descoloca:
—Disculpa, te amo.
—¿Eh? Primero, no me mandes callar. Segundo, ¿qué dices? Estás loco.
Aunque la verdad, yo tampoco debo ser la más cuerda del lugar si estoy hablando con un perro que puede caminar y sostenerse con las dos patas traseras.
—Eres un sueño para mí, ámame.
¿Por qué sigue con esas tonterías? ¿Acaso no se da cuenta que yo no soy de su especie?
—Te estoy diciendo que me dejes en paz, ¿vale? —Hago una pausa y vomito toda la rabia que me ha ocasionado desde que ha entrado—. Yo tengo novio, entiéndelo.
—¿Este es el fin? —pregunta extrañado.
—Sí —grito colérica por vivir esta situación sin ningún sentido.
—Wake up —Luego de decirme aquello en inglés la habitación se llenó por completo de oscuridad.
Cierro mis ojos algo asustada, quizá sí deba dejar de ver. Vuelvo a abrirlos y me encuentro de nuevo en el mismo lugar, pero ahora todo tiene un aspecto más normal todo. La luz ha vuelto y la canción que escuchaba antes se trataba de la alarma que suena en el móvil.
Observo que la canción se trata de REM de Ariana Grande y comienzo a entender porque el perro me decía que me levantase, porque esos wake up no dejan de repetirse en la letra de la canción. Mientras detengo la alarma comienzo a pensar en aquel sueño tan raro que he tenido. ¿Qué significado tenía ese perro? Porque no hay un videoclip de esa canción.
—No puede ser —musito al volver a observar la hora del teléfono—. ¿Cuándo ha pasado tanto tiempo? Son las doce y media.
Cojo la ropa que llevo y sin pensarlo dos veces me la cambio por el vestido de color lavanda. Agarro las plataformas, después comienzo mi tratamiento capilar con un cepillo en la mano izquierda y con el rizador que me dejará el cabello como si fueran las mismas olas del mar.
—Corre, Bea —me ordeno al ver como el tiempo avanza.
Al final salgo de allí cuando marca la hora de las doce cuarenta. Si es que soy un desastre, nunca llego a tiempo a ningún lugar.
7️⃣👨🏻🎤👩🏻🎤🏡
—Chiques, ya estoy —anuncio con una sonrisa saludando a mis compañeres.
—Gyeong, has tardado cuarenta minutos. —Lacy se carcajea un poco.
Se acerca a mí moviendo el vestido rosa y con sus famosos tacones de aguja pisa con intensidad el suelo del escenario por el que camina.
—¿Tan poco he tardado? —suelto sorprendida.
—A ver, tienes razón. Siendo tú es un mérito haber llegado en este tiempo. —afirma convencida a la vez que asciende su cabeza y luego la desciende varias veces.
—Nenis, menos hablar. Tenemos que ensayar para la función —impera Arnaq con algo de enojo al ver lo tranquilas que estamos.
—Cierto. —Camino por las escaleras que me llevan a la parte alta del lugar. Una vez allí comienzo a estirar mis piernas y brazos.
—Gyeong, tendrías que haber venido sin los tacones —me aconseja Arnaq. Luego centro mi visión en el resto.
Quitando a Lacy, el resto llevan deportivas. Es lógico, no sé por qué no pensé que los iba a necesitar para entrenar. Hay veces que me pregunto donde tengo la cabeza.

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Una drag a Medianoche #ONC2022
RomanceElegir un número favorito debe ser como escoger el color que más te gusta. Por suerte, no hay imposiciones sociales. Por lo que puedes coger el siete, el doce o el veinticuatro. Entre el infinito mar de cifras. En mi caso, me quedo con el siete. No...
Capítulo 14
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