–Chris está disponible –le explicó Minho.
–¡Júramelo! ¿No más Sana? Asentí.
–Bueno, esta es tu oportunidad –afirmó Minho y, de un brinco, se sentó junto a mí–. ¿Qué planes tienes?
Parpadeé e hice un gesto de impotencia.
–No tengo ningún plan –la idea era que él se enamorara de mí. Ese era mi sueño. Así es como pasaría en las novelas románticas. De alguna manera, se suponía que el amor encontraba el camino. No me había puesto a pensar cómo ocurriría. Simplemente sucedería.
–¿Qué debería hacer? –los miré con desaliento–. ¿Subirme al auto e ir hasta allá, golpear a su puerta y declararme?
Félix giró la cabeza a un lado.
–Mmm... yo creo que no –sentenció.
–Sí, demasiado directo –opinó Minho como si mi sugerencia hubiera sido seria–. Le falta misterio. A los hombres les gusta ser los cazadores.
Félix rebuznó.
–Y mira quién lo dice.
–Oye –protestó, ofendido–. Sé cómo jugar a esto. Cuando quiero que sean ellos los que hagan el esfuerzo, lo hacen.
De eso se trataba, justamente. Yo no dominaba el juego. Lo ignoraba todo sobre cómo atraer a un hombre. No coqueteaba. No salía. No me besuqueaba, ni me iba acostando por ahí.
Hundí la cara en mis manos. ¿Cómo no había pensado en esto antes? Me sería de gran utilidad tener algo de experiencia para conquistar a Chris. Yo estaba convencido de que era un desastre besando. O por lo menos eso fue lo que dijo Yohan en décimo grado, después de nuestro manoseo en la cafetería. Si es que un beso y una mano por debajo de mi suéter antes de que se la apartara cuentan como un "manoseo".
–Es que no sé jugar a este juego –confesé–. ¿Cómo haré para seducir a Chris? Ni siquiera he besado a un chico desde que terminé la secundaria –dije levantando el dedo índice–. Y fue solo uno. Solo he besado a un chico.
Mis dos compañeros me miraron, impactados.
–¿Uno solo? –repitió Félix después de lo que pareció la pausa más larga del mundo.
–Trágico –declaró Minho sacudiendo la cabeza como si yo les acabara de dar una horrible estadística sobre el hambre en el planeta. Hizo sonar sus dedos y sonrió, satisfecho–. Pero tiene arreglo.
–¿Qué quieres decir? –pregunté frunciendo el ceño.
–Lo único que necesitas es tener un poco de experiencia.
Lo miré espantado. Tan sencillo, y lo dijo como si nada. Supongo que para él lo era. Su autoestima era alta y tenía una fila de admiradores.
Mis amigos intercambiaron miradas y asintieron, como si hubieran llegado a un acuerdo sin hablarse.
–Vienes con nosotros esta noche –anunció Félix.
–Sí. Y te besarás con alguien –decretó Minho poniéndose de pie. Me observó desde arriba con las manos apoyadas en las caderas–. Alguien guapo, que sepa lo que hace.
–¿Qué? –dije con sorpresa–. Dudo que besar al azar...
–Nada de al azar. Necesitas a un auténtico pro.
–¿Un prostituto? –atiné a decir cuando recuperé la voz y pude colocar mi mandíbula en su lugar.
–Ay, no digas tonterías, Seungmin –regañó Minho dándome un empujoncito en el hombro–. ¡No!, me refiero a profesional, alguien que tenga buena reputación. De gran besador. Alguien que, tú sabes... te enseñe el juego previo.
–¿Quién? –la miré con desconfianza.
–Bueno. En realidad, lo tenía en la mira para mí, hoy, pero me haré a un lado. Todo sea por una buena causa. Te lo cedo.
–¿Me cedes a quién?
–El que atiende la barra de Mulvaney's. Yuna, la que vive pasillo abajo, se besuqueó con él la semana pasada. Y Lía también. Dicen que es tan caliente que se te derrite la ropa interior de solo verlo.
–Unos chicos de mi clase de filosofía estaban hablando de él, el otro día–añadió Félix con tono de aprobación.
–¿Y qué? ¿Qué se supone que haga? Hago mi entrada triunfal a Mulvaney's, me acerco a esta especie de galán y le digo: "Oye, ¿serías tan amable de hacerme 'el favor'?".
–No, tonto. Solo tienes que mostrarte disponible. Es hombre. Morderá el anzuelo –sus ojos danzaron–. Y no lo digo solo en sentido figurado.
–Basta –reí lastimosamente al tiempo que la atacaba con un cojín–. No puedo hacer eso.
–Solo acompáñanos, nada más –instó Félix–. Sin presiones.
Me sorprendió. Un plan disparatado como este se podía esperar de Minho, pero Félix era tranquilo. Práctico y conservador.
–Claro que –intercaló Minho con un dedo en el aire–, si ves al barman y te gusta lo que ves, podrías saludarlo. No hay nada malo en ello, ¿verdad?
–No. Supongo –concedí, incómodo. Observando a mis dos amigos, sentí cómo me quedaba sin excusas–. Está bien. Iré. Pero no les prometo ligarme a nadie.
Minho saltó y aplaudió.
–¡Buenísimo! Solo debes prometernos que mantendrás la mente abierta.
Asentí. Ningún problema. Al fin y al cabo, sería una oportunidad para observar cómo interactúan los demás. Los bares eran grandes mercados de carne. Tal vez aprendiera algunas reglas de lo que sí y lo que no se debe hacer. Descubriría que le gusta a los hombre los hombres. Con un poco de suerte, no solamente el futbol y golpear paredes.
Me especializaba en psicología. Analizar la naturaleza humana era lo mío. Esta noche solo haría de cuenta que Mulvaney's era un espécimen para examinar en el microscopio. Como otros científicos lo hicieron antes que yo, me dedicaría a observar y aprender. Y tal vez incluso llegara a divertirme en el proceso. Después de todo, ¿quién dijo que estudiar tenía que ser aburrido?

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? Foreplay ??? HyunMin ?
Fanfiction?? Todos hemos sido novatos en algo, escuela, trabajo, casa, incluso amor, pero conforme pasa el tiempo agarramos práctica y hasta nos volvemos expertos y si no al menos nos acostumbramos y lo hacemos bien, pero ?Que pasa cuando en lo que te sientes...