WIDOW'S WAIL | Peter Parker [MCU]

Alina estaba de pie fuera del gimnasio Fogwell, mirando el letrero sobre el edificio. Parecía que había visto días mejores, pero ese era el lugar donde Daredevil le había dicho que se encontrara con él, así que ella estaba allí.

Dirigiéndose a dar vueltas para ver si había una puerta lateral, encontró una y entró con relativa facilidad. Dejando su mochila junto al banco, miró alrededor del gimnasio, el viejo ring de boxeo y los casilleros que recubrían la pared. Había viejos carteles en la pared, anunciando peleas que habían pasado hacía mucho tiempo.

Deteniéndose frente a uno que tenía el nombre "Batallador Jack", pasó los dedos sobre el mismo. Había investigado y sabía todo sobre Jack Murdock, cómo lo habían encontrado muerto en un callejón y dejado huérfano a su hijo Matthew, quien se había convertido en un abogado muy exitoso después de sufrir un accidente cuando era niño que lo dejó ciego.

También había investigado a Daredevil, descubriendo un sinfín de artículos escritos sobre él por una tal Karen Page, quien parecía haber sido la única que lo defendió durante un tiempo en que todos lo etiquetaban como un criminal. Buscó el nombre de Karen y descubrió que trabajaba para el bufete de abogados "Nelson, Murdock y Page", y sonrió para sí misma mientras conectaba los puntos.

Ella sabía quién era Daredevil.

Cuando escuchó a alguien entrar al gimnasio, corrió y vio a Daredevil, vestido con el mismo atuendo que la noche anterior, parado frente a ella. Ella sonrió mientras caminaba hacia él, diciendo—: Puedes quitarte la máscara.

—La uso por una razón.

—Sé quién eres —dijo Alina, subiendo al ring de boxeo—. Debo admitir que fue fácil conectar los puntos.

Daredevil subió al ring, moviéndose hacia ella lentamente—. ¿En serio?

—Sí —asintió Alina—. Mira, cuando busqué información sobre el gimnasio, pensé que debía tener algún vínculo sentimental contigo y que por eso sigues usándolo. Jack Murdock fue uno de los mejores luchadores que surgieron de este lugar, así que lo busqué y descubrí que tenía un hijo. Tendría más o menos tu edad, y se quedó ciego en un accidente cuando era niño, como tú. Luego busqué a Daredevil y conecté los puntos entre él y Karen Page. Fue ridículamente fácil.

Alina fue tomada por sorpresa cuando Daredevil la agarró del brazo, la volteó sobre su hombro y la inmovilizó contra el suelo. Aterrizando con fuerza sobre su espalda, dejó escapar un chillido antes de estirar la mano y arrebatar la máscara de la cabeza de Daredevil, revelando un par de ojos color avellana que no se veían del todo enfocados.

—Hola, Matthew —dijo Alina en voz baja—. Ese es tu nombre, ¿verdad?

—¿Cómo hiciste todo eso? —preguntó Matt—. ¿Cómo lo descubriste?

—Era parte de mi trabajo —respondió Alina, golpeando su rodilla desde donde la inmovilizó contra el suelo y arrojándolo lejos de ella. Ella rodó y se puso en cuclillas frente a Matt—. Prefiero conocer a las personas con las que me relaciono, especialmente si sé que guardan secretos.

—¿Quién te entrenó? —preguntó Matt—. ¿Fue S.H.I.E.L.D?

—¡Ja! S.H.I.E.L.D nunca podría —respondió Alina—. No, fui entrenada por alguien más.

—¿Por quién? —preguntó Matt.

—Por la Habitación Roja —respondió Alina—. Criada y armada para ser una de los mejores asesinas del planeta. Después de todo, ¿quién sospecharía que las niñas pequeñas son peligrosas?

—¿Eres una Viuda? —preguntó Matt—. ¿Como Natasha Romanoff?

—No tan conocida —respondió Alina—. Pero sí, yo era parte del programa Viuda Negra. Me liberaron hace unos meses después de que Natasha destruyera la Habitación Roja.

—¿Por qué quieres mi ayuda? —preguntó Matt.

—Porque creo que tienes talento —respondió Alina—. Y hay más en una pelea que poder ver a tu oponente. Creo que usas otros sentidos, y quiero saber si es posible que yo también aprenda —le arrojó la máscara a Matt, observándolo atraparla con facilidad—. Punto probado.

Matt soltó una carcajada—. Eres buena, Alina Orlova.

Alina se detuvo—. No te dije mi apellido.

—Ah, yo también soy bueno —respondió Matt, encogiéndose de hombros—. Y cuando Tony Stark te adopta, eso aparece en los titulares, incluso en los más pequeños.

—¿Sabes de eso? —preguntó Alina.

—La palabra viaja rápido —dijo Matt—. Llegaste a la primera página.

Los ojos de Alina se agrandaron—. ¿En serio?

—Sí —asintió Matt—. Mi socio, Nelson, me lo dijo esta mañana, y todo tuvo sentido.

—Bueno, ahora me conoces y yo te conozco —dijo Alina—. Ahora no hay nada que impida que no puedas enseñarme.

Matt sonrió—. Podría decir que no.

—Pero no lo harás —respondió Alina—. No habrías dicho que sí si no creyeras que valía la pena.

Matt se rió—. Está bien.

—Puedes decir que no —dijo Alina—. No le diré a nadie tu identidad.

—Confío en ti —dijo Matt.

Alina sonrió—. Entonces, ¿podemos entrenar?

Matt sonrió, sosteniendo una venda—. Ata esto alrededor de tus ojos.

—No me vas a secuestrar, ¿no?

—Me temo que no llegaría muy lejos —respondió Matt, riéndose—. No, esto es para ayudarte.

—¿Cómo? —preguntó Alina.

—Es para ayudarte a usar el resto de tus sentidos en lugar de solo confiar en tu vista —dijo Matt mientras Alina se cubría los ojos con una venda—. Ahora, relájate. Enfoca toda tu energía en lo que puedes oler. Dime tres cosas.

—Polvo, sudor y tu colonia —respondió Alina casi de inmediato.

Matt asintió—. Bien. Ahora dime tres cosas que puedas escuchar.

Si agudizaba los oídos, Alina podía escuchar los pasos silenciosos de Matt mientras paseaba a su alrededor. Ella no pudo distinguir exactamente dónde estaba, y dejó escapar un—: ¡Auch! —cuando él se estrelló contra ella por detrás y la tiró hacia adelante sobre la lona.

No era muy buena sin su visión, y se tumbó en la colchoneta, quitándose la venda de los ojos—. ¿Por qué diablos fue eso?

—Necesitas usar tus sentidos —explicó Matt—. No solo escuchar y oler. Necesitas que funcionen en armonía, sin tus ojos.

Alina entrecerró los ojos—. ¿Estás usando esto como una excusa para golpearme? Porque te prometo que no terminará bien para ti.

—Tómalo de un tipo ciego —dijo Matt—. Hay más en la vida que ver —le tendió la mano para que la tomara—. Lo intentaremos de nuevo, esta vez más lento.

Alina volvió a atar la venda alrededor de sus ojos de mala gana, escuchando dónde estaba Matt mientras se movía a su alrededor. Él no habló, pero ella podía sentir sus movimientos y sabía que estaba parado justo frente a ella.

—Cuenta hasta cinco en voz alta —dijo Matt—. Y luego dime dónde crees que estoy.

Alina hizo lo que le indicaron y, a la cuenta de cinco, señaló a su derecha. Matt se rió—. No.

Se quitó la venda de los ojos y lo vio en el lado izquierdo de la habitación, de alguna manera había saltado del ring casi sin hacer ruido. Alina resopló—. ¿Cómo haces eso?

—No eres una estudiante muy paciente —dijo Matt, volviendo al ring.

—Quiero aprender —insistió Alina.

—Entonces debes estar preparada para aceptar que tomará tiempo —dijo Matt—. Esto no sucederá de la noche a la mañana.

Alina suspiró—. Bien. ¿Vamos de nuevo?