Esther volvía del baño con los artículos personales de Estela, cuando observó a Fluver entrar despavorido en la habitación de ella. Detrás de él iba don Afrodisio con un cinturón en la mano. La escena le causó gracia, pero se contuvo de reír en voz alta. A continuación se oyeron gritos desde el interior del dormitorio. Los ex novios discutían acaloradamente. Al principio no le dio mucha importancia a que estuvieran solos, Estela sabía defenderse y pondría en su lugar a esa cucaracha de alcantarilla. No obstante, cuando ella gritó pidiendo auxilio, las alarmas se dispararon, y no dudó en llamar a la familia de su amiga. Deslizó el dedo por la pantalla del celular y marcó el número de doña Leticia.
—Aló —respondió Leticia con voz somnolienta.
—¡Doña Leti, Fluver no deja salir a Estela de la casa! —informó con palabras atropelladas—. ¡Venga de inmediato, me da miedo lo que pueda pasar, ese hombre está como loco!
—¡¿Qué, cómo es eso que no la deja salir?!
Esther la puso al tanto de todo, obviando el incidente en la oficina de Vinicio, no le correspondía a ella revelarlo.
—¡Salimos para allá!
—¡¡Andrés, Andrés!! —Leticia se vistió deprisa, al tiempo que llamaba a su hijo a los gritos—. ¡Estela está en grave peligro!
Andrés dormía plácidamente, hasta que el vozarrón de su madre lo despertó. Salió al corredor, asustado al oír el nombre de su hermana. En el camino se encontró con sus sobrinos y Lucas, todos igual de alarmados.
—¡¿Abuela, qué pasa con la tía?! —inquirieron Raia y Eduardo al unísono.
—¡¿Mamá, qué pasa con Estela?! —preguntó Andrés con el corazón agitado.
—¡Esther me llamó! Me dijo que Estela terminó con Fluver y él se puso como loco y no la deja salir de la casa. ¡Vamos para allá! Me muero si ese hombre le hace algo. —Leticia lloraba de preocupación.
—¡Ese maldito, si se atreve a tocarle un pelo lo lamentará!
Andrés y sus sobrinos se vistieron en un santiamén. No hubo tiempo para verificar si la ropa combinaba o no, ayudar a Estela era imperativo.
Toda la familia, a excepción de Humberto, que había salido a comprar el pan, fueron al rescate de Estela. Eduardo ayudó a subir a su abuela al auto de su tío, que en los nervios casi se cayó.
Raia se apresuró a cerrar el garage, cuidando de que Lucas no se saliera. Mas este no pensaba quedarse atrás, logró escurrirse y subió al auto, aprovechando que la puerta estaba abierta. Nadie le impediría ir, su mamá humana estaba en peligro y él debía ayudarla.
Raia intentó devolver a Lucas a la finca, pero este opuso resistencia agitando las alas y graznando con fuerza.
—Raia, hazte cargo de Lucas, por favor —solicitó Leticia, consciente de que no podrían dejar al pato—. Él te hace caso, procura que no le pase nada. Estela se moriría.
—Tranquila abuelita, yo lo cuido —dijo la chica, agarrando a Lucas en sus brazos.
Mientras el auto estaba en movimiento, el celular de Leticia sonó, y al leer el nombre en la pantalla, la preocupación aumentó. Se trataba de Humberto. Quería saber el porqué no había nadie en la casa. No le quedó más remedio que decirle a su marido hacia dónde se dirigían cuando este no creyó la excusa que le dio. Rogó al cielo que a su marido no le diera un soponcio a causa de la emergencia que se les vino encima.
—¡Andrés, date prisa! —suplicó Leticia abrumada—. ¡Ay, Dios mío, que ese hombre no le haga nada a mi hija! —Los ojos se le cristalizaron, la angustia de madre era visible.
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Se busca esposo ? (A la venta en Amazon)
RomancePodemos planear hasta el cansancio, pero las ocurrencias de la vida son únicas. Estela teme, ante todo, quedarse sola. Con dos relaciones fallidas, y con los treinta a la puerta, su más grande esperanza es escapar del sello de solterona. ?El plan...
