A veces, el infierno se siente más cerca de lo que esperas, pero la amistad y el amor tienen el poder de mantenerte a flote. Minho y Jisung lo descubren mientras navegan por un mar de dificultades.
Aunque algunas historias terminan antes de que pued...
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El día de Jisung comienza como siempre. Su hermana lo despierta, porque su sueño es demasiado pesado como para escuchar la alarma. Medio dormido, come un poco de arroz con huevos recién hechos antes de salir rumbo a la cafetería de su barrio. Compra un iced americano y sigue su camino hasta el colegio, con la música resonando en sus auriculares.
Llega tarde, como de costumbre. Sus profesores han enviado tantas notas a sus padres sobre su impuntualidad que ya han dejado de intentarlo. Y a su padre no podría importarle menos; está demasiado ocupado con su ridículo trabajo como para prestar atención a algo más allá de su escritorio. De su madre, ni hablar. Desapareció hace años y solo llama en fechas importantes.
Los pasillos del instituto están desiertos. Todos los alumnos ya están en sus salones, así que Jisung se apresura para llegar al suyo. Para su suerte, la profesora aún no ha llegado. Sus compañeros están dentro del aula, dispersos por todo el lugar, lejos de sus asientos.
“¡Hey, Han!” lo llama una voz conocida.
Jisung levanta la vista, buscando entre el grupo de chicos que juegan con una pelota de papel al fondo del salón. Llega a su banco y deja la mochila sobre la mesa cuando escucha que lo llaman de nuevo.
Es Felix. Tiene una sonrisa gigante en el rostro, de esas que hacen que sus ojos también parezcan sonreír. Corre hacia él y, sin previo aviso, se le cuelga del cuello.
Felix siempre ha sido así desde que Jisung empezó a entrenar. No es un secreto que el chico pecoso tiene una debilidad por los cuerpos fornidos. Cualquier chico con músculos es un imán para sus manos. Y nadie se queja. ¿Quién podría decirle que no a alguien tan lindo?
Jisung simplemente se deja abrazar. Cuando Felix se separa y chilla emocionado en su cara, con un brillo casi palpable en su expresión angelical, él solo sonríe, esperando a que le suelte el chisme.
“¡No sabes lo que tengo que contarte!” exclama casi gritando.
El aula está demasiado ruidosa para que alguien les preste atención.
“No, no sé” responde Jisung con calma.
Ambos se sientan en sus bancos, que están juntos. Felix acerca su silla a la de Jisung y baja la voz para darle un poco más de privacidad a la conversación.
"¿Recuerdas a Yang Jeongin?" susurra, echando un vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie los escucha.
Jisung asiente tras asociar el nombre con un rostro.
"¿El novio de Hwang?”
"Sí, ese Jeongin.”
Felix da un pequeño salto en su asiento y, de alguna manera, su emoción parece materializarse en forma de destellos imaginarios a su alrededor.
Es ridículo, pero Jisung siempre ha creído que Felix tiene algún tipo de superpoder. Irradia tanta felicidad que parece brillar. A veces, incluso siente que su alegría es contagiosa, como una explosión de energía que se extiende a su alrededor. Y ahora, ese brillo ha impactado directamente en su cara.