抖阴社区

Capitulo 5

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- Señor Antonio… ¿este señor se llama Esteban, Esteban Lombardo?  – preguntó temerosa, esperando que su intuición estuviera equivocada, pues desde donde estaba no podía ver cómo era el rostro del hombre.

- Sí, es él - dijo con voz hilo.

   La desesperación se apoderó de Márcia, sintió una necesidad apremiante de verlo.  Su cuerpo actuó como si tuviera vida propia y corrió tras el carcelero, sus ojos se volvieron cristalinos y ante la desesperación sus lágrimas pesaron más de una tonelada.  Los pasillos parecían interminables y antes de que pudiera llegar, otro carcelero la agarró bruscamente.

- Señora, esta zona tiene acceso restringido, no se puede pasar.  – el hombre intentó ser mínimamente educado.

- Déjame ir, necesito verlo – luchó contra el guardia.

- Tranquila señora, no puedo dejarla pasar, a menos que sea un familiar.  - habla lentamente el hombre.

- Yo…yo – intentó formular una respuesta en medio del caos que se había instalado en sus pensamientos – Bueno…soy la madre de su hija.  - Fue la única justificación que se le ocurrió y fue la más pura verdad.

- En ese caso espera aquí, veré si puedes pasar a verlo.  – dijo tratando de tranquilizarla, supuso que como ella decía ser la madre de la hija del recluso en cuestión, obviamente sería su esposa.

   La impotencia que sentía la pelirroja le estaba carcomiendo las entrañas y decidió ir tras del guardia, al llegar a la puerta de la enfermería escuchó una breve discusión.

- No puedo tratarlo, no puede suturar una herida tan profunda como ésta.  – habló desesperadamente el enfermero presionando el lugar para detener el sangrado.

- El director no está, no puedo trasladarlo a un hospital sin su autorización.

- No puede esperar, se va a morir desangrado si no va a cirugía, pudo haber tocado un órgano o una arteria, no hay manera de suturar ese tipo de herida con los recursos de aquí.

- cose, aplica un sedante y espera hasta mañana.

- Si esperas morirá - advierte el enfermero.

   Cuando Márcia escuchó esto sintió que una mezcla de emociones intensas se apoderaba de su cuerpo, era desesperación, miedo y principalmente ira;  Semejantes sentimientos encontrados llenaron la abogada de valor para enfrentarse a los hombres.

- ¿Cómo no lo van a llevar a un hospital?, la muerte de un preso normalmente no lleva a nada, pero les aseguro que si él muere, ustedes dos y ese director serán demandados por negligencia y omisión de ayuda. ¿Cómo se puede tratar así a un ser humano?, ¿llamas tú a la ambulancia o lo hago yo?  ...y para colmo llamo a la policía para denunciar las negligencias e infracciones cometidas en esos últimos minutos.  – habló imponente, tragándose toda la angustia que sentía al perder a Esteban, sus ojos verdes parecían soltar chispas, era como si estuviera defendiendo lo más preciado que tenía.

Los hombres la observaron perplejos, la autoridad con la que la mujer les hablaba era muy intimidante, pero no acataron sus órdenes.

- No puedes tener acceso a esta zona – habla el enfermero, corriendo las cortinas y alejándola del paciente.

- ¿Quién te crees que eres para darnos órdenes? Aquí funcionan las leyes de que no se estudia en la universidad, así que mejor te retiras para no tener problemas.  - completó el carcelero intentando intimidar a la mujer.

- He tratado con abogados y jueces que daban mucho más miedo que tú, no soy una cualquiera y tengo poder suficiente para encarcelar a gente mediocre como tú tan rápido como sé que van a llamar una ambulancia.  – exclamó la abogada con seguridad, dejando a los hombres sin salida.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora