Change Of Plans // Adaptación Emiliaco y Leidely Omegaverse

"La vida tiene valor siempre que se valore la vida de los otros, a través del amor, la amistad, la indignación y la compasión."

- Simone de Beauvoir.

Joaquín salió corriendo de su departamento, se había quedado dormido más de lo normal, todo por dormir tarde después de la llamada de su amiga Leidy y ya iba retrasado a su cita con Eduardo y estaba muy nervioso y ansioso.

Llegó en un taxi y entró corriendo por el portal del hospital saludando a su paso a la recepcionista, hoy era un mal día. Estaba nublado y con intenciones de llover más tarde y Joaquín no iba preparado para eso, sólo vestía un suéter de lana y unos pantalones deportivos, no llevaba ropa para la lluvia.

Subió las escaleras un tanto más tranquilo mientras empezaba a caminar al consultorio de Eduardo, pero éste estaba en el pasillo y sólo le sonrió. — Joaquín, buenos días. Estás listo.

El castaño asintió mordiendo su labio mientras empezaba a seguirlo por todo un pasillo de paredes blanco y en silencio hasta una sala cruzando unas puertas de vidrio.

— Toma asiento, no tardo. — dicho eso volvió a salir dejándolo ahí en esa sala blanca un poco helada, sintiendo sus manos temblar mientras tomaba asiento y sólo esperaba.

Joaquín estaba temblando de nervios por lo que estaba por hacer y al mismo tiempo por una emoción desconocida que su omega le transmitía, estaba haciendo lo correcto.

Sacó su celular y vió que tenía ya mensajes de María deseándole buena suerte y avisándole que Leidy invitará a Nikolás más tarde para decirle todo lo que pasó en su cita. Eso también ayudaría, ya que él podrá decirles lo que en minutos hará.

El tiempo pasaba muy lento. El reloj que estaba en lo alto de la pared blanca, en vez de números cómo un reloj normal eran dibujos sobre el embarazo y las etapas de cada mes. De alguna manera el castaño intentó adivinar la hora con ese reloj que indicaba ser las 10:28 de la mañana.

No sabe si es por su necesidad de estar ya dentro de ese consultorio ó porque simplemente el tic tac del reloj está sumamente lento y siente que ha pasado horas ahí sentado.

Eduardo entró riendo mientras se despedía de una enfermera, se acercó hasta el castaño que seguía moviendo su pierna izquierda de arriba a abajo chocando contra el piso de mármol haciendo un fuerte eco en el lugar.

— Joaquín, vamos, ya está todo listo.

La cálida sonrisa de Barquín lo hizo relajarse un poco, se levantó y empezó a caminar por dónde el alfa de bata blanca le indicaba.

Entraron a un cuarto un poco más grande que el consultorio del pelinegro. Al centro había una silla algo grande, la habitación estaba con algunas máquinas que desconocía su función, estantería con una variedad de cosas que en esos momentos no estaba dispuesto a ver con determinado tiempo, sólo estaba parado ahí esperando que éste le dé una indicación.

— Joaquín entra por esa puerta, ahí habrá una bata, quítate toda tu ropa. Cuándo estés listo regresa y te sientas ahí.

Joaquín asintió y caminó nervioso a la puerta de acrílico y no tardó mucho en regresar para sentarse en el lugar dónde le indicó y fué ahí que vió mejor la silla: Ésta estaba inclinada de forma que su trasero no esté del todo en el asiento, dejando a la vista su entrada con sus piernas separadas por la posición de sus pies en el metal. Se movió incómodo sintiendo el calor subirse y concentrarse en sus mejillas que parecía que era el único lugar que conocía.