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𝐊𝐖𝐎𝐍 𝐉𝐀𝐄-𝐒𝐔𝐍𝐆
𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: masturbación, sexo oral, sexo sin protección
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Era tu día libre, a diferencia de Kwon. Quien trnia que entrenar toda la tarde, lo entendias pues se acercaba el torneo del Sekai Taikai pero, aun así, te sentías sola.
No respondió a tus mensajes recientes y no insististe más, sabias que el karate era demandante. Te acostaste en el dormitorio que compartían e hiciste pucheros mirando al techo. No estabas segura de cuánto tiempo había pasado, cerrando los ojos y respirando profundamente.
Eran casi las 3 de la tarde y tenías ganas de echarte una siesta; te despertarías con energía, todavía tendrías tiempo de prepararle la cena y lo mejor de todo; estarías completamente despierta cuando él llegara a casa.
Antes de que pudieras procesar por completo tus acciones, te bajaste los pantalones y los arrojaste a un lado. Tus dedos engancharon el dobladillo de tus bragas y te las quitaste con facilidad.
Tarareaste cuando tus dedos tocaron tus pliegues secos, acariciando suavemente el sensible capullo. Tus ojos permanecieron cerrados, respirando profundamente.
Cuanto más te frotabas, más te excitabas y más húmedo se volvía tu sexo.
- Joder - susurraste y empujaste tus dos dedos medios dentro de tu estrecha abertura. El estiramiento te provocó un suave jadeo.
Continúaste emitiendo suaves gemidos mientras empujabas tus dedos, presionándolos con fuerza contra tus entrañas.
Tu mente se dirigió directamente a tu amado novio, Kwon. Mientras te acariciabas, lo único que podías pensar era en los largos y delgados dedos dándote placer; lo suficientemente largos como para alcanzar la parte más placentera de tu cuerpo.
A medida que tus dedos ganaban velocidad, moviéndose agresivamente entre tus paredes, tus gemidos se hicieron más fuertes y tus jadeos más ahogados.
Todo lo que podías oír eran tus propios gemidos de placer resonando en tu cabeza. Sabías que estabas cerca. Podías sentir cómo se te retorcía el estómago. La desesperación en tus ruidos lascivos era evidente y te volverías loca en cualquier momento.