Sin Don [ Bakudeku / Katsudeku ] [ ベガ ]

Todo se remonta a ese mismo día en el que junto a su clase fueron a por Deku, el vigilante que no se puede distinguir entre villano o héroe para gente desconocida de él. Y es en ese mimo momento en el que sus defensas caían y estaban uno frente al otro, cuando se ahorró decirle dos palabras, una corta y otra solo con una letra más que expresarían mil veces sus sentimientos que ese lo siento tan terco y seco.

Juraría que si no hubiera nadie, lo habría dicho para no tener que amortiguar la caída una y otra vez del amor pesando sobre él, levantándose a pesar de no querer hacerlo y de morirse en el mismo sitio solo observando desde la distancia. Y si hubiera dicho, 'te amo'. ¿Habría cambiado algo?

Quizás no. Porque se habría arrepintiéndose al instante, soltando mil excusas mientras el peli verde a su lado se le emborrona la cara y empieza a tener una equis que no permite ver esa cara.

En cambio a todo eso, solo dijo:

—Te he menospreciado todos estos años porque veía que, aunque fueras tú quien iba detrás mía, estabas delante. Porque cuando te vi con el Don que te otorgó All Might me hervía la sangre pensando que me habías mentido, como yo lo había hecho tantas veces. Me arrepiento, siento todo lo que he hecho. Nunca he sabido ver lo mucho que cuidabas de mi y lo que me soportabas hasta que me quedé solo y te veía con los que ahora son nuestros amigos de la clase 1A. Lo siento, Izuku.

Esperaba haber añadido:

—Me odio a mi mismo, porque sé que... he sido un completo gilipollas, un completo inútil e inservible malcriado buscando una satisfacción diferente, y te busqué a ti para pegarte. Porque era un incompetente crío que no sabía nada del mundo y ya se creía superior a todo. Pero, aunque la razón más destacada sobre estar siempre en ese plan de hacerte daño, fuera la de verte superior a mi, hay otra. Otra que aunque sea menor, es más grande. Mi amor hacia ti. Habría querido decirlo, pero el orgullo de esa época me repetía que si no quería ser el que recibe daño, debería callarme para siempre. Pero no lo aguanto más, no puedo callarme ahora que te veo al fin a mi lado, avanzando juntos, sin embrago, huyendo por la cuidad para protegerla y olvidándote tanto de mí como de todos.

» Me hubiera gustado tratarte como es debido al entrar a la Yûei, y lo veía capaz de hacer porque sería gente nueva y sin prejuicios. Pero me había olvidado del peor juzgador del mundo, yo mismo. No podría pedirte perdón tan siquiera. Pensaba que caería tan bajo, o que sería raro para ti. Esperé para intentar hacer pequeñas evoluciones opacando lo obvio. Ahora estoy aquí, sin hacerte ver como ya había cambiado evolucionando. Y te quería decir, pues todo esto, te mereces saber la verdadera razón de todo esto, sé que has tragado mucha mierda por mi culpa, y te juro que lo siento mucho, que esperaré cualquier castigo que quieras, que seré mejor persona y que si un día quieres insultarme, no podré quejarme.

Al final de eso, lo habría abrazado esperando un 'sí' que no merecía.

—¿Te pasa algo, Kacchan? —en la sala de profesores, como siempre, vacía. Castigados sin supervisión alguna, con la puerta cerrada por Present Mic y con oportunidad de hacer cualquier cosa sin restricción.

—No, no, nada —ensimismado. Claro que le pasa, y por eso solo mueve los labios junto la nariz gesticulando para indicar que está bien.

—Y... —iba a hablar. Pero junto su desesperación porque le va a bajar la regla, por raro que suene, y las hormonas de Katsuki en plena ebullición, crean la oportunidad perfecta para cerrar sus ojos a la vez que sus cabezas se atraen rápidamente con las manos buscando lo ajeno y así sentirse seguros. Juraría el pecoso al irse poniendo sobre el sofá amplio y Bakugo encima que no acabará bien. Y más porque tiene una sensación mojada bajo su pantalón, y no por cosas pervertidas, por sangre, sí, sangre de la cual solo su ropa interior está absorbiendo y que de un rato a otro su pantalón también.

Por eso se separa.

—No, no. Me ha bajado ahora mismo —limpia su boca por instinto poniendo una mano alargada separando a este—. ¿Puedes llamar a una chica ahora que hay descanso y pedirle una compresa? —ahora entiende a las mujeres. Ahora sabe que en el mejor momento la regla te jode, o que cuando menos te lo esperas, has manchado un mueble. Y sobre todo, el rubio al ir en busca de eso (dándose cuenta de la puerta cerrada por fuera) mientras Izuku se pone de pie, obtiene esa sensación desagradable de que la gravedad haga de las suyas empeorando su situación y efectivamente manchando su traje escolar de rojo oscuro y olor metálico combinado con ese olor característico de la regla.

[Publicado el 23/11/2024]

[Editado el 03/12/2024]