[BORRADOR]
Nació sin saber que la sangre en sus venas dictaría su destino. Hija de la mafia alemana, rusa e italiana, heredera de un imperio construido sobre sangre y poder.
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𝙴𝚜𝚝𝚎 𝚌𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚎𝚜 𝚖á𝚜 𝚎𝚡𝚝𝚎𝚗𝚜𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚘 𝚞𝚜𝚞𝚊𝚕.
ＬＡ ＲＥＩＮＡ ＆ ＳＵＳ ＳＯＭＢＲＡＳ
𝙳𝚛𝚢𝚜𝚝𝚊𝚗 𝚆𝚢𝚕𝚝𝚣
La observo en silencio, sin atreverme a romper la calma que la envuelve. Había algo en su expresión, tan tranquila y vulnerable, que me resultaba tan intrigante como desconcertante. Con sus labios apenas entreabiertos y su respiración suave, parecía más inofensiva de lo que realmente es.
No es lo que aparenta ni deja ver. Arisha tiene un matiz distinto; es como el fuego disfrazado de calma.
Ese vacío de poder que amenazaba con debilitar toda nuestra estructura finalmente podía llenarse. Al principio, no la veía capaz de liderar algo tan grande, sobre todo por haber estado ajena durante toda su vida. Sin embargo, lo de Edgar había dejado una pequeña espina clavada en mí. Pero lo que ocurrió anoche disipó esas dudas.
No estuve allí para presenciarlo, pero las pruebas eran irrefutables. Dieter y mi padre compartían la razón, incluso Arber Hasani. La manzana no suele caer lejos del árbol, y con la suficiente presión, cualquier cosa podría romperse.
Me fascinaba creer que en ella hay un lado letal, tan cuidadosamente oculto tras esa fachada de niña despistada.
El eco de sus palabras seguía resonando en mi cabeza: No me sueltes.
La quería toda ella.
No me importa quién es ni en qué el destino la forzara a convertirse. No me importa el poder que le precede. Es mía, y así la conservaría, como mi propiedad.
Era algo más profundo, algo que crecía gradualmente y que anoche se había intensificado. Sentía la necesidad de protegerla, incluso de sí misma, y sabía que hacerlo también significaba dejar que su fuego ardiera, aunque me consumiera a mí también.
Estiro mi mano y, con mi dedo, remuevo el rizo que descansa sobre su pálida mejilla; sigo el recorrido tocando las pequeñas marcas que dejé anoche en su hombro. La observo en silencio, analizando cada facción de su rostro... no es ordinaria.
Se removió un poco, y antes de que se despertara, aparté mi mano.
El vago zumbido de mi teléfono me hace darme la vuelta y tomarlo de la cómoda. La miro fugazmente, cerciorándome de que aún estuviese dormida.
Bajo de la cama y salgo de la habitación.
El pasillo aún permanecía a oscuras. Lo atravesé y caminé hasta llegar a la entrada, logrando ver a Nadyr. Me dio su atención en cuanto notó mi presencia.
