Fue tan fácil amarte.
Nos conocimos desde ni?os y éramos inseparables, éramos mejores amigos.
Era obvio que me iba a terminar enamorando de ti ?No?
Te lo prometí, me lo prometí, pero simplemente no puedo, no me amas, no como yo a ti.
?Cómo esperas q...
Podría ser que al final Rompiste el cristal en mí Podría pasar que me hagas hablar Yo creo que tienes el don de curar este mal
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Hace 5 años pensaba que la vida lo odiaba. Creía que nunca estaría cerca de cumplir su promesa, creía que nunca se casaría con Luzu, creía que nunca sería feliz al lado de la persona a la que amaba. Simplemente se sentía miserable.
Y aquí estaba. Frente al espejo, 30 de junio, unas horas antes de su boda. Recuerda con cariño como hace 3 años Luzu le pidió ser su novio y, que mejor que casarse el mismo día de su aniversario.
Algo nervioso, claro que sí, pero más contento que nunca.
Miró su cuerpo en el espejo frente a él, el traje blanco que llevaba le quedaba bien, estaba seguro que a Luzu le gustaría su apariencia como a él mismo le gustaba como se veía. En la cabeza un hermoso gorro del mismo color que su traje, lo había comprado con anticipación para que combinará con el traje que hoy usaría. Si, lucía mejor que nunca.
Unos golpes provenientes de la puerta fue la causa de que desviará su vista del espejo, seguido de un "adelante" proveniente de su garganta. La puerta fue abierta, revelando el cuerpo de su madre con una vestimenta totalmente diferente a la que usaría normalmente, algo más formal. Digno de este día.
— Mamá— su voz alegre, una sonrisa en su rostro y unos ojos risueños ahora adornaban el rostro del azabache.
Acercándose lentamente a ella para darle un abrazo.
— Hijo— ella tenía una voz cálida y parecía contener las lágrimas.
Cuando se separaron de abrazo, Quackity pudo ver los ojos de su madre, unos ojos que expresaban lo feliz que estaba y también un pequeño toque de nostalgia.
— ¿Estás nervioso verdad?— sus manos acomodaban el cuello de su traje delicadamente— sigo sin creer que creciste tan rápido— susurró tristemente.
— Gracias por estar aquí.
La sonrisa de su madre se borró lentamente.
— Sabes cómo es él y lo que piensa de... esto.
Se refería a su padre.
— No me importa si él no está aquí. Solo te necesito a ti, me apoyaste en todo y estoy agradecido por eso. No dejemos que él nos arruine el momento— miró a su madre de nuevo. No quería recordar todo lo que su padre le había hecho pasar.
Si bien no fue mucho comparado con lo que sufrió Luzu, aún así tenía cierto rencor hacia su padre por esos malos comentarios.
— Te queda muy bien el traje hijo.
— Gracias má.
— ¿Cómo está Luzu?
— Bien. No lo he visto en todo el día porque se está preparando.