Cuando la luz volvió a mis ojos supe que ya no estaba en el quirófano.
El olor a medicina impregna la habitación. Todo es blanco, brillante, casi aséptico, pero entre las notas químicas percibo algo que me calma: el tenue rastro del aroma de mi alfa... y de mi bebé.
Intenté sentarme en la camilla, pero mi cuerpo aún no respondía. Un tirón en el vientre me recordó lo reciente de todo t mi corazón se aceleró.
—¿Dónde está mi bebé? —La pregunta retumbó en mi mente con desesperación.
Con esfuerzo, alcé la mirada hacia la pequeña campanita sobre la mesita junto a mí. La toqué, esperando que alguien viniera. No tuve que esperar mucho; llegó alguien mejor: Lisa.
—Jennie... —Su voz era como un bálsamo, y su presencia llenó la habitación.
Se apresuró hacia mí, su expresión cargada de ternura y preocupación. Con manos firmes y gentiles, me recostó nuevamente en la camilla.
—No te esfuerces —susurró, acariciando mi mejilla. Yo solo pude mirarla, permitiendo que su olor me envolviera. Era justo lo que necesitaba para calmarme. Me sonrió, y su mano descendió hasta mi vientre, ahora vacío.
—Lo hiciste muy bien —murmuró con dulzura, como si supiera cuánta fortaleza había requerido todo esto.
—¿Dónde está la bebé? —Mi voz salió temblorosa, cargada de emoción contenida.
—La están revisando, pero está bien... es hermosa —respondió, su sonrisa ampliándose.
—¿La viste?
—Por supuesto. ¿Cómo ignorarla? Todos quedaron encantados con ella.
Mis labios se curvaron en una sonrisa pálida imaginarla, pequeña y perfecta. Aunque mi corazón ansiaba tenerla conmigo, el olor de Lisa era una anestesia suficiente. Saber que estaba bien era todo lo que necesitaba por ahora.
Pasaron unos minutos antes de que Jisoo apareciera en la puerta. Entró sola; Rosé no podía acompañarla por razones obvias. Su barriga, enorme y redonda, era razón suficiente para evitar que saliera de casa. Irónico, pensé.
—Ahí estás... —dijo Jisoo mientras se acercaba, inspeccionándome con una mezcla de preocupación y alivio—. ¿Cómo te sientes, Jennie?
—Cansada, pero bien... creo. —Intenté sonreír, aunque mis ojos se llenaron de lágrimas al verla.
Jisoo se sentó al borde de mi cama y tomó mi mano entre las suyas.
—Me tenías preocupada, ¿sabes? Estuve a punto de irrumpir en el quirófano cuando no daban noticias.
Lisa sonrió hacia ella, haciendo un gesto para decir que ella también.
—¿Tú? —Intenté bromear, a pesar de la emoción que me embargaba—, qué sorpresa.
—No juegues, Jennie. No dejas de estar en peligro... —Su voz se quebró un instante, pero rápidamente recuperó la compostura—. No soportaría perderte.
Sentí un nudo en la garganta. Jisoo siempre había sido mi roca, la que me protegía desde que éramos niñas. Ver su vulnerabilidad me hizo comprender cuánto había significado este momento para ella también.
—Gracias, unnie —murmuré, apretando su mano—. Estoy aquí. Estoy bien... y ahora tengo a mi bebé.
Jisoo sonrió, sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.
—Aún no puedo creer que seas madre. Pero, Jennie, no importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti. Para ti y para esa bebé.
—Lo sé. —Mi voz tembló, y me incliné ligeramente hacia ella—. Gracias por todo, siempre.
Jisoo me abrazó con cuidado, evitando lastimarme, y en ese momento, todo se sintió en su lugar.
La conversación fue interrumpida por el sonido del teléfono de Lisa. La vi contestar y, al instante, una gran sonrisa se dibujó en su rostro.
—¿Quién era? —pregunté, intrigada por su repentino entusiasmo.
No me respondió. En cambio, salió de la habitación y regresó empujando una pequeña camilla de cristal. En ese momento supe que era ella.
—Hola, mi pequeña princesa —dijo Lisa con una suavidad que nunca le había escuchado, mientras levantaba un extremo de la manta que cubría a la bebé. La tomó con cuidado y se acercó para depositarla en mis brazos—. Ella es tu mami.
La emoción me abrumó al instante. Miré a esa pequeña criatura, tan delicada, tan perfecta. Parecía una muñeca de porcelana, con su piel blanca, labios rosados, cabello negro como el de Lisa, y ojitos rasgados que apenas se abrían. Era tan frágil que temí romperla con un movimiento torpe.
—Dios... —susurré antes de romper en lágrimas.
La estreché contra mi pecho, sintiendo su calor, su respiración tranquila. Esta pequeña personita venía de mí, de nosotras. Era una extensión del amor entre Lisa y yo. Y en segundos, se ganó mi corazón por completo.
Su mirada se cruzó con la mía, y sentí la mano de Lisa entrelazarse con la mía.
—Lía —dije entre sollozos—. Quiero que se llame Lía.
Lisa repitió el nombre en un murmullo suave:
—Lía...
Un poderoso sentimiento de protección se apoderó de mí. Haré todo para que nunca sufra, para que nada le haga daño. Mirarla a los ojos me confirmó que este era el mejor momento de mi vida.
Y ahora sé que esto es solo el comienzo de una historia llena de amor. Estoy aquí, con ellas. Todo está bien.
Nunca desearé nada más.
***
Finalmente, después de haberlos hecho esperar tanto, concluimos con esta querida historia.
Esto fue En el Bosque, muchas gracias por haberme acompañado.
Nos vemos en otra obra.
🫂

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En el Bosque
FanfictionEntre la paz y soledad que aporta el bosque a una peque?a comunidad, hay una chica que duda sobre la caducidad de la tranquilidad ahí. Porque, aunque todo sigue igual de pacífico con las personas a su alrededor, ella no está tan segura de sentirse...