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Tan solo se trataba de seguir a Orochimaru para cumplir su venganza pero quedo hipnotizado por su belleza tan i...
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El aroma a té verde y galletas recién horneadas llenaba la mansión, envuelta en una atmósfera cálida y serena.
El estilo tradicional, con pisos de tatami y puertas corredizas, parecía amplificar la magia de la temporada. Sentada junto al ventanal, con un libro en las manos, estaba ella: la figura delicada y angelical que llamaban mamá. Su cabello blanco brillaba bajo la tenue luz del atardecer, mientras sus ojos rojos recorrían las páginas con suavidad, irradiando una paz que hacía a todos sentirse protegidos.
Desde la puerta del pasillo,Yoshikazu la observaba en silencio. Había algo hipnótico en la manera en que su madre inclinaba ligeramente la cabeza al leer, como si estuviera inmersa en un mundo secreto que sólo ella podía entender.
— Es hermosa, ¿verdad? —susurró Hisato a su lado, rompiendo el hechizo.
Yoshikazu asintió, pero rápidamente recuperó su compostura. — Deberíamos buscar algo especial para ella, algo que le haga feliz.
Los ojos rojos de Hisato se iluminaron con entusiasmo. — Sí, un regalo que sea único.
Sin embargo, su intercambio fue interrumpido por el menor de los hermanos,Toshiro, quien ladeó la cabeza con curiosidad. — ¿Rega...?
Antes de que pudiera terminar, su boca fue tapada con rapidez por la mano de satoshi, quien lo miró con el ceño fruncido. — Es un secreto, no hables fuerte, idiota.
Toshiro se cruzó de brazos y suspiró con fastidio, murmurando algo sobre "los mayores siendo mandones". La escena llamó la atención de los hermanos mayores, quienes alzaron una ceja en sincronía.
— ¿Qué están tramando? —preguntó el albino de mechones negros, con una mezcla de sospecha y diversión.
Yoshikazu suspiró, sabiendo que no podría mantener el secreto mucho tiempo. — Queremos buscar un regalo para mamá. Algo que la haga feliz.
La idea pareció gustarles a todos, y pronto, el plan estuvo en marcha. Pero el verdadero desafío apenas comenzaba.
Las calles de la aldea estaban decoradas con luces parpadeantes, y los puestos del mercado rebosaban de adornos y dulces navideños.
— ¿Por dónde empezamos? —preguntó Satoshi, mirando alrededor con entusiasmo.
— Algo sencillo no será suficiente —dijo Hisato, cruzando los brazos,observando a sus hermanos menores —. Tiene que ser especial.
— Entonces descartemos los típicos adornos o dulces —añadió Yoshikazu, mirando con atención cada tienda.
Mientras caminaban, Toshiro señaló un pequeño local lleno de flores invernales. — ¿Y si elegimos algo simbólico?
Entraron al lugar, maravillados por la variedad de plantas y arreglos. Sin embargo, ninguno parecía estar a la altura.
— Nada aquí refleja lo que ella significa para nosotros —dijo Hisato, frunciendo el ceño.