Forget Or Love 「 Freenbecky

Billy, como todas las mañanas fue a su consultorio veterinario, solo para ver que todo estuviera en orden. Tenía a dos ayudantes, los cuales se encargaban de la veterinaria mientras él cuidaba a los niños en casa.

Alistó a sus hijos y a su sobrina, tomó un taxi y se dirigió al lugar. Llegando al consultorio, Song se emocionó al ver a tantos animales, entre perros, gatos y conejos.

—¡Qué hermosos son! ¡Quiero uno! —dijo una emocionada Song.

—Si tu Mami te da permiso, puedes escoger el que quieras.

—Cuando mi Mami me dé permiso, elegiré uno tío Billy.

—Yo también quiero uno, pero papá Richard dijo que después de que nazca mi hermanito.

—dijo Sam con un puchero sobre sus labios mientras miraban a los animales.

—Saint ¿Hay alguna novedad? ¿Qué trabajo tienes hasta ahora?

—Si señor Armstrong, ayer fueron adoptados dos perritos y un conejo, la señora Anun vino con su gata por que no estaba comiendo bien, la señora Moon vino con sus dos perros para sus respectivas vacunas y el día de hoy tenemos agendado baño y corte para 3 perros.

—Estás haciendo un gran trabajo Saint —le sonrió el menor a su ayudante.

—Me halaga mucho señor Armstrong.

—Saint te he dicho que odio que me trates como señor, soy menor que tú, que esté casado no me hace mayor.

—No me acostumbro a tratarlo informal.

—Te voy a despedir si me vuelves a hablar formal.

—Está bien Billy, no te hablaré formalmente.

Saint se río ante la insistencia de su jefe, pese a ser mayor se le hacía raro no hablarle formalmente a su jefe, que además era casado, era más una cuestión de respeto, pero si su jefe le ordenaba hablarle de forma informal, él debía obedecer y quizá hasta podrían formar algún lazo de amistad. El rubio adoraba hacer amigos nuevos.

—¿Y Fay? ¿Está cumpliendo con el trabajo? ¿Te ayuda?

—Si, ya llegó, De hecho, es muy eficiente, me ayuda bastante.

—Entonces me retiro, al parecer todo está en orden, debo llevarle a mi esposo el almuerzo, lo olvidó en casa —sonrió con un poco de timidez— ¡Niños nos vamos!

—Papi ¿Podemos quedarnos un ratito más?

—No amor, ya casi es la hora de comer de tu papá y no le he llevado su comida.

—Por favor papi, te lo pido.

—Billy, si quieres te llevo al hospital, dejamos a los niños aquí con Fay, volvemos y los llevo a casa, no puedo permitir que vayas solo con los niños.

Billy pareció pensarlo un poco, y pudo ver los ojos suplicantes de su hija y su sobrina, sabía cuánto amaban a los animales, y Saint tenía razón, no podía ir a todos lados con tres niños.

—Señor Armstrong vaya con cuidado, yo me encargó de los pequeños —Fay apareció con Tao cargado y las niñas mirándolo.

—Bien, se pueden quedar, pero cuando regrese nos vamos ¿Entendido?

—Entendido capitán.

Billy salió del consultorio y observó que Saint ya estaba con la camioneta encendida, subió al auto.

Cuando llegaron le pidió a Saint que lo esperara a fuera y él entró al hospital, subió hasta el tercer piso donde se encontraba el consultorio de su esposo, afortunadamente había llegado a tiempo para el almuerzo, tomó el picaporte, pero antes que pudiera entrar vio a una mujer parada frente a su esposo entregándole un tupper.