?Soy tu Omega?

¡Hola, mis amores! ¿Qué tal están? Por aquí de nuevo he vuelto con las actualizaciones.

Sé que no están siendo diarias como antes, pero últimamente me está costando más escribir, además de que estos capítulos están siendo bastante tensos y quería traerles algo bueno.

¿Qué puedo decir de este capítulo? Al fin tendremos una narración coherente de Gi-hun, así que presten mucha atención.

Y dejen sus comentarios, que amo leerlos.

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Volvió a despertar en esta habitación que estaba totalmente en blanco, tanto las paredes como el piso. Además, estaba acostado en la cama sin nada que lo estuviera amarrando en las manos ni en los pies, lo que tomó como una señal positiva.

Soltó un suspiro y estiró un poco los brazos. En el proceso, se dio cuenta de que no tenía nada de dolor en el vientre. Por un momento, trató de pensar por qué debería dolerle el vientre si no estaba embarazado.

Aunque luego todos esos recuerdos volvieron a su mente, cayendo como un balde de agua fría, se abstuvo de llorar. Debía empezar a hacerse fuerte, y eso lo llevaba a preguntarse qué le pudieron haber aplicado para que dejara de sentir dolor. Aunque eso también le hizo recordar la conversación que había tenido con su hija y cómo ella lo estaba odiando.

Cómo se habían perdido todo respeto entre ambos, y mucho más, cómo le habían dado esa patada en el vientre que le había causado ese dolor. Inconscientemente, solo de llegar a pensarlo, se puso un tanto melancólico.

Se paró de la cama con unos pasos un poco torpes para acercarse hasta la ventana, que estaba ahí sin que él se diera cuenta, con barrotes. Intentando respirar ese aire puro, admirando que era de día, tuvo una sonrisa melancólica a medida que sus manos se posaban en los barrotes.

Lo estaba creyendo el responsable de esas muertes y él, siendo inocente o queriendo serlo, ya no era el mismo. Estaba, sin saberlo con exactitud, con todos sus recuerdos tan borrosos. Lo único que podía calmar su frustración en esos momentos era bajar su otra mano para ponerla en su vientre vacío.

Tenía claro que no había nada ahí, aunque eso calmaba a su parte Omega de cierta manera. Pasaron algunos minutos antes de que las puertas se abrieran y los guardias vinieran hasta donde estaba para agarrarlo con fuerza, comenzando a sacarlo de la habitación.

En realidad, no opuso resistencia y eso los guardias lo notaron, ya que comenzaron a marcar un ritmo bastante suave a medida que iban caminando por los pasillos. Eran los mismos que lo habían llevado para que viera a su hija.

Dieron algunas vueltas por los grandes pasillos antes de que lo condujeran a una habitación, la cual también era blanca y esta vez lo estaba esperando otra persona. Supo que era Omega al olfatear el aire, luego, sencillamente, hicieron que se sentara en la silla frente al otro Omega.

Se sorprendió muchísimo de que fuera esta persona. Era el mismo oficial de hace un tiempo, cuando participó en los juegos. Quería encontrar a alguien, realmente no le había prestado atención a su discurso en ese entonces, mucho menos comenzaría a hacerlo ahora. Así que volvió a soltar un suspiro mientras jugaba con sus manos, esperando que comenzaran a hablar.

El silencio entre ambos ya le estaba pareciendo demasiado abrumador hasta para sí mismo, así que, sin atreverse a mirar al otro Omega a los ojos, decidió hablar.

—Y bien, oficial, ¿me puede decir por qué está aquí? —Toma una pausa y, al no obtener respuesta, continúa—. O dígame por qué estoy aquí, ¿hay alguna explicación? —Se atrevió a mirarlo a los ojos—. Desde que llegué, nadie me está dando respuestas de cómo llegué aquí y mucho menos de cómo puedo salir.